A la luz del segundo informe de gobierno, el jueves pasado Eduardo Olmos Castro presentó los avances del gobierno que conduce. El informe fue descriptivo, en un formato convencional y lo acompañó de una serie de datos y cifras sobre inversiones, obras y acciones del gobierno municipal.
En mi opinión el mayor logro de su gestión está en el ámbito de la seguridad. Desde la Dirección de Seguridad Pública Municipal se ha construido con empeño y disciplina, con orden y cuidado, una labor que ha resultado difícil y compleja. Tanto que ha costado sangre y fuego. En especial por la crisis relacionada a la inseguridad y la violencia que vive la ciudad desde hace varios años.
Si no se empezó desde cero, fue algo muy similar por la desestructuración de la institución, por la obligada depuración que se hizo a los cuerpos policiacos. El problema no permitió titubeos ni acciones a medias. Por el contrario exigió sumo orden y constancia, al fin respaldados por el acertado mando militar.
Hace algunos años en Torreón se destapó una de las principales crisis a nivel nacional desde la propia institución. Hoy la reestructuración emprendida podría aportar una valiosa experiencia nacional en la formación de un nuevo modelo policíaco.
Durante el informe, el alcalde Olmos Castro hizo un justo reconocimiento a la memoria de los 28 policías municipales caídos. Fue el mayor momento de reconocimiento hacia al trabajo de la administración.
Sin embargo, el gobierno de Olmos Castro transita en dos caminos que parecen opuestos. Tanto que sugiere dos ayuntamientos.
Por un lado, el notable trabajo en el área de seguridad; por otro el descuido de la administración.
En ese sentido el desempeño ha sido dispar, inconstante. Se ha desatendido la forma (y el fondo). Tampoco, algunos de sus directores le ayudan. Ahí también requiere una limpia, una restructuración para garantizar eficiencia en la gestión. Eso implica desoír a los corifeos, cambiar de rumbo y exigir lo que hasta ahora, algunos de sus colaboradores no le pueden dar. Quizá sea hora de romper y dar un viraje en el estilo de gobernador. La legitimidad en este caso, ya no proviene de los votos, sino de la calidad de gobierno que entrega el alcalde a los ciudadanos. Y eso a la larga también influye en los votos, y por supuesto, define en mucho su legado.
11 de diciembre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9077487
Mostrando entradas con la etiqueta eduardo olmos castro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta eduardo olmos castro. Mostrar todas las entradas
jueves, 15 de diciembre de 2011
jueves, 23 de diciembre de 2010
Eduardo Olmos, primer informe
Se cumplió el primer año del gobierno de Eduardo Olmos al frente del Ayuntamiento de Torreón. Desde su llegada, las expectativas fueron altas, como lo fue la votación que lo refrendó en el poder. Atrás quedó el empuje notable con el que arrancó la administración apoyado por el gobierno del Estado. Más que velocidad, se pedía constancia. ¿La hubo? ¿Cuál fue el resultado? En el informe realizado el lunes pasado, el alcalde Olmos ofreció datos, cifras y una síntesis de las principales acciones del gobierno. Una frase buscó sintetizar la gestión: “Torreón trabaja”.
El informe fue una mezcla de acciones realizadas y acciones por realizar. Se habló de obras en curso desde la administración pasada, obras presentes de la actual administración y obras que todavía no se realizan. Para fines de brevedad, me concentraré en cuatro logros:
1) La seguridad. En general se puede destacar la necesaria y difícil depuración de la policía municipal, ahora en vías de unificación con el Estado. 2) El agua. Otro aspecto relevante fue la decisión de retomar el tema del agua y los problemas asociados al arsénico, tradicionalmente marginados por los gobiernos. En ese punto, el alcalde reconoció que la inversión millonaria destinada a los siete filtros no es la solución, sino una parte de un problema más amplio y complejo. 3) Finanzas municipales. Me pareció oportuno el interés del tesorero Pablo Chávez por mejorar los canales fiscales del municipio. Logró recaudar 31 millones de pesos más por impuesto predial, aunado a los programas de estímulos para multas, recargos y gastos de ejecución, así como la depuración del padrón de anuncios. En contraparte, su trabajo se vio ofuscado por los sobrecostos y las pobres explicaciones en la compra de terrenos para la Gran Plaza. Como dice el dicho: no sólo hay que ser decente, sino parecerlo.
4) El trabajo de difusión cultural logró sacar buen provecho de las conmemoraciones del Bicentenario/Centenario. Además, fue memorable la inauguración de la Cátedra Enriqueta Ochoa a cargo de Fernando Vallejo.
En nuestra tradición, los aciertos del equipo suelen trasladarse al líder, y por lo mismo, los yerros de los colaboradores también. En este punto se notó la falta de pericia administrativa por parte de algunos colaboradores del alcalde. En mi opinión el presidente Olmos tardó en hacer los cambios y ajustar el equipo. Eso sí, los cambios serán una vez cobrado el aguinaldo. Pero si los cambios anunciados no se notan razonablemente en los primeros tres meses, estaremos ante un movimiento inútil.
Al informe y su amplio anexo documental, le faltó estadística comparada, y no sólo la complacencia de anunciar logros. Estoy de acuerdo: hay que mostrar y presumir los logros, pero también hay que demostrarlos. No basta con decir que vamos bien, mucho menos echarle la culpa al pasado, discurso que difícilmente podrá tener rentabilidad el siguiente año.
Por eso, en materia de seguridad pública no se habló de lo que espera la mayoría de la gente: la baja sensible de los delitos del fuero común. Paradójicamente fue un año de depuración policiaca e inversión, pero también fue un año donde se incrementó la incidencia delictiva (como lo tiene documentado la Fiscalía del Estado).
En tal sentido, con la excepción de los indicadores bien establecidos para las finanzas públicas, hay una ausencia significativa de indicadores de gestión y evaluación para los servicios públicos, por no hablar de otras áreas de gobierno. Una administración que se precie de eficiente, “donde todos tengamos acceso a servicios públicos de calidad”, requiere necesariamente de medición y evaluación: Dónde estamos, cómo estamos, cómo avanzamos. El asunto de la evaluación no es un tema académico, sino una obligación para hacer un gobierno de calidad, un gobierno eficiente.
Por eso habrá que tomarle la palabra al alcalde cuando se habló de la apertura ante las críticas, sobre todo, en un tema que durante el primer semestre fue un talón de Aquiles: la transparencia.
Para Eduardo Olmos el siguiente año, además de la operación de programas populares como el apoyo para el transporte o la “eliminación” del cobro de la basura, (acciones que sin duda, levantarán la aprobación del alcalde en las encuestas de opinión), puede ser el año para formar espacios de calidad en su gobierno. El año que entra puede brillar la administración con buenas prácticas de gobierno. Ahí están los magníficos referentes municipales del CIDE o las diferentes mediciones nacionales en materia de transparencia, competitividad, desarrollo humano. “Los retos siguen en pie”, porque más que velocidad, los ciudadanos deseamos calidad y un equipo que muestre lo que no logró el primer año: constancia, consistencia.
sábado, 10 de abril de 2010
100 días de Lalo Olmos

Cien días, ¿son pocos o muchos para conocer a un gobierno, valorarlo? Desde la inmediatez, cien días apuntan actitudes, muestran pulsos, forman impresiones. En este sentido, los primeros cien días del gobierno municipal en Torreón, a cargo del alcalde Eduardo Olmos Castro, han marcado actitudes, pulsos e impresiones en los ciudadanos.
Una primera actitud la conocimos desde la sesión solemne de Cabildo en el teatro Nazas, cuando el gobernador Humberto Moreira anunció de propia voz el arranque de obras estatales en el municipio y el claro apoyo al alcalde. Lo más visible de ese apoyo ha sido la pavimentación y el mantenimiento urbano de las principales vías de la ciudad. Este hecho, espectacular por su arranque, dejó en claro la naturaleza de la relación entre el municipio y el estado, sobre todo, por emanar del mismo partido ambos gobernantes. Algunos han criticado la actitud al acusarla como partidista o de plano, por dejar el gobierno municipal al estado.
Aunque en principio, el protagonismo del gobierno estatal en Torreón es positivo y palpable para el mejoramiento de la ciudad, también resulta ambivalente. ¿Quién genera la directriz, quién marca el rumbo? Por lo pronto, no podemos negar que ahora sí tenemos gobernador con todas sus letras en Torreón y ojalá esto concrete inversiones, avances y un apoyo irrestricto, sobre todo, en la tan deteriorada seguridad pública.
Asimismo, el pulso de estos primeros cien días exhibió algunos funcionarios carentes de la experiencia que exige el servicio público. Entre ellos, el tesorero Pablo Chávez Rossique se llevó la mayoría de las menciones. Y vaya que hay diferencias entre la administración pública y privada como lo ha demostrado el desempeño del novel funcionario. Desde el manejo de la nómina, hasta el “buen” trato a instancias ciudadanas que administran parques, institutos, asociaciones, organizaciones no gubernamentales. Pero más allá de este primer pulso, si Chávez Rosique quiere ayudar al gobierno de Eduardo Olmos, deberá demostrar en el largo plazo dos aspectos: un manejo transparente y pulcro de las finanzas municipales; aunado a un fortalecimiento de los principales indicadores financieros que hacen de Torreón, un ayuntamiento competitivo. Caso contrario, podría llevar al desastre de la “exuberancia irracional” que ocurre con el ayuntamiento de Saltillo, donde la mayoría del dinero de los contribuyentes se destina a burocracia y gasto corriente.
Otro pulso que todavía está por definirse, es el desempeño de la Contraloría al mando del ingeniero Lauro Villareal. Ahí se han anunciado irregularidades, supuestos malos manejos que la administración anterior cometió, sin embargo, para tener credibilidad, es necesario (antes de acudir a los medios), fundar los hechos, y no presentar simulaciones de rendición de cuentas. A lo mejor le conviene a este funcionario, recodar por qué fracasó la alternancia panista en su “intento” de mejorar el gobierno.
Porque si de mejorar se trata, dónde quedaron los pocos indicadores de desempeño que venían operando. ¿Cuál será la propuesta del Contralor para impulsar mecanismos de control, transparencia y rendición de cuentas que a la vez conozcan los ciudadanos?
Pero cien días son pocos, si queremos evaluar con seriedad el desempeño de programas y acciones de largo aliento. Por eso, áreas como la Dirección de Seguridad Pública, a cargo del General Bibiano Villa, necesitan de una construcción persistente, constante, consistente. La depuración de malos elementos policiacos, puede ser rápida como recientemente sucedió en el mes de marzo, pero generar las bases de una corporación confiable y eficiente, comprometida y honesta, llevará años de duro trabajo donde las decepciones no serán pocas.
Una forma razonable de evaluar la seguridad más allá de las opiniones o los datos periodísticos, es la publicación puntual de un “barómetro del delito” (véase mi blog, 1/11/2008). En este punto, la página de internet del ayuntamiento podría ser un buen medio para conocer la evaluación. Sin embargo, resulta todavía pobre el uso de ese medio. La subutilización de la página expresa la limitada “idea” que se tiene sobre el gobierno electrónico. Por cierto, alejada de las obligaciones que en transparencia debe contener.
El alcalde Olmos, tras sus primeros cien días, sabe que el éxito de su gobierno, depende en buena medida de los resultados que entreguen sus colaboradores, pero al mismo tiempo, de la visión e inteligencia que guíe al gobierno. ¿Habrá tal?
twitter.com/uncuadros
Suscribirse a:
Entradas (Atom)