jueves, 23 de diciembre de 2010

Eduardo Olmos, primer informe




Se cumplió el primer año del gobierno de Eduardo Olmos al frente del Ayuntamiento de Torreón.  Desde su llegada, las expectativas fueron altas, como lo fue la votación que lo refrendó en el poder. Atrás quedó el empuje notable con el que arrancó la administración apoyado por el gobierno del Estado. Más que velocidad, se pedía constancia. ¿La hubo? ¿Cuál fue el resultado? En el informe realizado el lunes pasado, el alcalde Olmos ofreció datos, cifras y una síntesis de las principales acciones del gobierno. Una frase buscó sintetizar la gestión: “Torreón trabaja”. 
El informe fue una mezcla de acciones realizadas y acciones por realizar. Se habló de obras en curso desde la administración pasada, obras presentes de la actual administración y obras que todavía no se realizan. Para fines de brevedad, me concentraré en cuatro logros:
1) La seguridad. En general se puede destacar la necesaria y difícil depuración de la policía municipal, ahora en vías de unificación con el Estado. 2) El agua. Otro aspecto relevante fue la decisión de retomar el tema del agua y los problemas asociados al arsénico, tradicionalmente marginados por los gobiernos. En ese punto, el alcalde reconoció que la inversión millonaria destinada a los siete filtros no es la solución, sino una parte de un problema más amplio y complejo. 3) Finanzas municipales. Me pareció oportuno el interés del tesorero Pablo Chávez por mejorar los canales fiscales del municipio. Logró recaudar 31 millones de pesos más por impuesto predial, aunado a los programas de estímulos para multas, recargos y gastos de ejecución, así como la depuración del padrón de anuncios. En contraparte, su trabajo se vio ofuscado por los sobrecostos y las pobres explicaciones en la compra de terrenos para la Gran Plaza. Como dice el dicho: no sólo hay que ser decente, sino parecerlo.
4) El trabajo de difusión cultural logró sacar buen provecho de las conmemoraciones del Bicentenario/Centenario. Además, fue memorable la inauguración de la Cátedra Enriqueta Ochoa a cargo de Fernando Vallejo.  
En nuestra tradición, los aciertos del equipo suelen trasladarse al líder, y por lo mismo, los yerros de los colaboradores también. En este punto se notó la falta de pericia administrativa por parte de algunos colaboradores del alcalde. En mi opinión el presidente Olmos tardó en hacer los cambios y ajustar el equipo. Eso sí, los cambios serán una vez cobrado el aguinaldo. Pero si los cambios anunciados no se notan razonablemente en los primeros tres meses, estaremos ante un movimiento inútil.
Al informe y su amplio anexo documental, le faltó estadística comparada, y no sólo la complacencia de anunciar logros. Estoy de acuerdo: hay que mostrar y presumir los logros, pero también hay que demostrarlos. No basta con decir que vamos bien, mucho menos echarle la culpa al pasado, discurso que difícilmente podrá tener rentabilidad el siguiente año.
Por eso, en materia de seguridad pública no se habló de lo que espera la mayoría de la gente: la baja sensible de los delitos del fuero común. Paradójicamente fue un año de depuración policiaca e inversión, pero también fue un año donde se incrementó la incidencia delictiva (como lo tiene documentado la Fiscalía del Estado).
En tal sentido, con la excepción de los indicadores bien establecidos para las finanzas públicas, hay una ausencia significativa de indicadores de gestión y evaluación para los servicios públicos, por no hablar de otras áreas de gobierno. Una administración que se precie de eficiente, “donde todos tengamos acceso a servicios públicos de calidad”, requiere necesariamente de medición y evaluación: Dónde estamos, cómo estamos, cómo avanzamos. El asunto de la evaluación no es un tema académico, sino una obligación para hacer un gobierno de calidad, un gobierno eficiente.
Por eso habrá que tomarle la palabra al alcalde cuando se habló de la apertura ante las críticas, sobre todo, en un tema que durante el primer semestre fue un talón de Aquiles: la transparencia
Para Eduardo Olmos el siguiente año, además de la operación de programas populares como el apoyo para el transporte o la “eliminación” del cobro de la basura, (acciones que sin duda, levantarán la aprobación del alcalde en las encuestas de opinión), puede ser el año para formar espacios de calidad en su gobierno. El año que entra puede brillar la administración con buenas prácticas de gobierno. Ahí están los magníficos referentes municipales del CIDE o las diferentes mediciones nacionales en materia de transparencia, competitividad, desarrollo humano. “Los retos siguen en pie”, porque más que velocidad, los ciudadanos deseamos calidad y un equipo que muestre lo que no logró el primer año: constancia, consistencia.