Para Heriberto Ramos
El Informe del Resultado de la Cuenta Pública 2008, compila el desempeño de los municipios y demás entidades en el Estado durante los últimos cinco años. Se trata de un documento técnico y extenso sobre la aplicación de los recursos públicos, es una especie de “Quién es quién de los municipios” que permite conocer con precisión el estado de las finanzas públicas. El Informe se construyó por medio de ocho indicadores básicos en referencia a un punto común (la media estatal por ejemplo) que permite compararlos. Esos indicadores van desde la autonomía financiera de los ayuntamientos (recursos propios) hasta la eficiencia administrativa y su proporción en relación al gasto corriente y la inversión pública.
En este sentido, bien vale echar un vistazo a los datos concretos del Informe, para así entonces, situar al municipio de Torreón. En el tema de la autonomía financiera, es decir, donde se mide cuánto vale el municipio en relación a los ingresos propios que recauda, podemos dimensionar para la base del presupuesto que se ha ejercido en 2008, 1447 millones de pesos), que sólo vale menos de la mitad: 41% (593 millones) son generados por el municipio. El resto se completa con participaciones federales y estatales. De ahí la importancia para el municipio de generar una recaudación eficiente de los impuestos locales, para así proyectar un presupuesto estable de recursos no petroleros. De esa manera los municipios de Ramos Arizpe, Torreón e Hidalgo son los que mayor autonomía tienen en el Estado. Los que menos ingresan: Lamadrid, Viesca y Abasolo.
Si analizamos el indicador de la proporción del gasto corriente, el cual se refiere al dinero utilizado para que la administración municipal opere, Torreón dedica 53% del total de sus recursos, lo cual es una cifra alta que refleja la ineficiencia en términos de administración pública. Lo deseable es alrededor de un 30%, porque mientras más cueste operar un ayuntamiento, menos inversión pública beneficiará a sus habitantes. Ahí el costo de oportunidad es alto. Sin embargo, en Coahuila hay municipios más ineficientes aún: Allende dedica 79% de sus recursos; Frontera 79% y San Juan de Sabinas 77%. Saltillo por ejemplo, un municipio de dimensiones similares a Torreón, utiliza hasta un ¡66%! de sus recursos para funcionar. Esto quiere decir que a los contribuyentes de esa ciudad les sale, como dice coloquialmente en sus clases el economista Isaac Katz, “más caro el caldo que las albóndigas”. Todo un reto de eficiencia tiene el alcalde electo Jericó Abramo Masso.
En el tema de la burocracia, los recursos destinados a servicios personales y pago de personal, el ayuntamiento de Torreón creció (¿justificadamente?) en los últimos seis años su nómina. En el año 2004 se destinó 278 millones, en 2006 pasó a 335 millones para luego llegar en 2009 a 442 millones. Se disparó la nómina, pero no así los servicios, la calidad, ¿la eficiencia?
En este sentido, los ayuntamientos que más gastan en burocracia, paradójicamente son municipios pequeños como San Buenaventura que dedica 48% de su presupuesto, Francisco I. Madero con 47% y Nadadores con 44%. Torreón gasta 29% y Saltillo 34%.
¿Y con tanto gasto cuánto queda para la inversión pública? Poco cuando se sostiene un elevado gasto corriente. Los ayuntamientos que más invierten por cuenta propia son Candela (58%), Progreso (56%) y Ramos Arizpe (47%). Saltillo invirtió la raquítica suma de 22%. Torreón asignó el 32%, con la particularidad de que en los últimos seis años esa inversión ha competido con lo gastado en burocracia. Si a esto le sumamos el gasto corriente, sencillamente concluimos que a los ciudadanos no sale más caro sostener el funcionamiento del ayuntamiento que el beneficio obtenido.
Por lo tanto, lo que éste regresa en bienes y servicios a los habitantes llega muy mermado. Gastan un peso, pero nos regresan menos de 50 centavos. Si lo planteamos en términos de utilidad, sale perdiendo la ciudadanía, lo cual produce un alto costo de bienestar social.
Me queda claro que si en el próximo Ayuntamiento de Torreón se lo proponen, el alcalde electo Eduardo Olmos, bien puede fincar las bases e iniciar la construcción de una administración eficaz y razonable, competitiva y fuerte, pero sobre todo, a favor de los ciudadanos.