Sin duda las personas del año en México son Don Alejo Garza Tamez e Isabel Miranda de Wallace. Ambos ciudadanos representan un punto en común: la incapacidad, la ausencia del Estado para brindar seguridad, para preservar la vida de sus ciudadanos.
Don Alejo no dudó en jugar su vida para defender su patrimonio, al final, como dice el corrido, murió matando. Tomó las armas en defensa propia. Por el contrario, el caso de Isabel Miranda, también es heroico por la valentía y fuerza para dar con los secuestradores y asesinos de su hijo, incluso confrontándolos cara a cara, lo cual podría haber terminado en justicia por la propia mano.
Miranda de Wallace no accedió a ese seductor canto, sino que decidió ir por la vía civil para procurar justicia. Su camino llevó a la captura de los delincuentes, pero también a la gestión para aprobar una Ley del secuestro.
Los caminos de Don Alejo e Isabel resultan asombrosos, heroicos. Desde la individualidad, son los extremos de la sociedad, la minoría. Indican la urgencia de un cambio, algo que colectivamente no hemos logrado empujar. Quizá cuando las cosas se deterioren aún más, entonces sí, los diversos grupos de la sociedad civil, incluyendo esa pequeña minoría de la política, se decidan a ir a la raíz, en vez de andar por las ramas.