Salvador Hernández Vélez antes que político, es lector. Tanto, que sembró desde la presidencia del Comité Municipal del PRI en Torreón, un interesante y activo programa para promover la lectura entre los miembros del partido. Una experiencia similar proyecta ahora en la presidencia del partido a nivel estatal. Como buen lector, Hernández Vélez pasó de la lectura a la escritura y hace un par de meses nos entregó su libro De palabra (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011, 153 páginas).
El libro está basado en los artículos que el político lagunero publicó en el desaparecido periódico Palabra. Abarca textos que van del año 2002 al 2009. Se trata de escritos enfocados a la política en el estado y el país. De palabra contiene una variedad de temas políticos, menciono los principales: elecciones, selección de candidatos, alternancia, perfil de votantes, abstencionismo, encuestas, legislación electoral. También hay crítica, y lo que puedo apreciar más del autor: una sutil autocrítica.
Debo advertir que a pesar de que el libro es una compilación, la selección que hizo el autor equilibró la temporalidad de los artículos, de tal manera que su perspectiva aporta una mirada privilegiada de la política en Coahuila y sus cambios en tiempos de alternancia. El autor no se expresa desde el escritorio, sino desde la acción. En ese sentido encontramos en sus textos dos visiones distintas de la política, pero complementarias: el actor político en el poder; y el actor que bajo otra circunstancia, habla desde la oposición.
Pienso que el valor del libro de Hernández Vélez está en el testimonio que deja del tránsito de un régimen hegemónico priista a una democracia pluripartidista. Leamos al autor: “El PRI es un partido de reglas no escritas que al perder la presidencia se volvieron inoperables […] en un sistema de partidos competitivo”. Refiriéndose a la histórica elección del 2000, cuando al fin se rompió el dominio unipartidista, nos dice: “La dinámica de la política mexicana es otra, no sólo porque perdió el PRI, sino por la volatilidad del electorado que cambia su sentido del voto a favor de uno u otro partido”.
Esa volatilidad nos ha llevado en los últimos años a una participación diversa que se divide entre votantes, un buen número abstenciones y últimamente votos nulos. Pero el fenómeno del abstencionismo es tan amplio, que Hernández Vélez escribe: “Será que algún día lleguemos a pensar que la abstención es el corazón de la democracia”.
Es claro el rechazo y desinterés hacia la política de un buen número de electores que ven con decepción a los partidos, pero tampoco en los últimos años hemos visto un cambio sustancial. Por lo mismo, Hernández Vélez advierte:
“La enfermedad que más agobia a los partidos políticos se llama resistencia al cambio”.
¿Veremos a un PRI renovado rumbo al 2012?
De palabra bien sirve como una retrospectiva a nuestra historia política reciente. En ese sentido no podemos dejar de preguntar al autor sobre tendencias factibles: ¿Cómo afectará a los gobernadores priistas un retorno de su partido a la presidencia? ¿Seguirán siendo todopoderosos? ¿O se alinearan como en el pasado al Señor Presidente?
En los últimos años el PRI ha sido el partido con mejor desempeño electoral en el país. En Coahuila ha logrado la hazaña del “carro completo”. Y estoy de acuerdo con el autor de que no hay que satanizar el logro de mayorías, pero ¿qué sucede cuando los contrapesos a las mayorías no funcionan? En Coahuila ya lo estamos padeciendo. Ojalá que con el espíritu del libro de Salvador, crítica y autocrítica, se pueda discutir y esclarecer lo que ahora resulta oscuro en nuestro estado. Bienvenido el debate.
19 de octubre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9081345