Termina el año y dentro de unas semanas la carrera por la presidencia será uno de los temas más recurrentes en el país. Y no es para menos, porque alguna esperanza de cambio puede fincarse con la renovación del gobierno.
Hace once años el llamado “cambio” despertó un inusitada esperanza en muchos mexicanos. Me incluyo entre esos ciudadanos. La expectativa era alta, pero la decepción vino después, cuando las cosas terminaron con más similitudes que diferencias. El cambio con la alternancia panista se evaporó cuando el partido en el poder fue incapaz de desmontar el viejo régimen. No pudo ni quiso. A cambio se sintió cómodo con los beneficios del poder, con las inercias, con el orden establecido. Tanto estoico heroísmo en su historia, para venir a dilapidarla en pocos años.
El comentario viene al caso por la publicación de los resultados del Índice de Percepción de Corrupción 2011, que viene generando Transparencia Internacional desde 1993. La primera medición se publicó en México en el año 2001, pero lejos de que el Índice fuera una medida para mejorar, éste se volvió una vergonzosa marca para el país. Y a estas alturas no necesitamos el infértil discurso sobre el pasado de “los setenta años” que promueve el PAN contra el PRI, porque sencillamente la última década corresponde a los gobierno panistas.
Es cierto: ganamos en transparencia y acceso a la información, ganamos en conocimiento de lo público, pero eso no nos llevó a la rendición de cuentas y mucho menos a la disminución de la corrupción. México se percibe hoy más corrupto que hace diez años. Entonces ¿dónde quedó el cambio?
En la tabla general México ocupa el lugar 100 de 182 países. De esa manera, en la nueva edición del Índice quedamos debajo de los “Brics” como Brasil, China e India; también Perú registra menores niveles de corrupción. Incluso quedamos por debajo de países africanos como Liberia y Zambia. ¿Quiénes muestran un comportamiento similar a México? Burkina Faso, Madagascar, Argentina e Indonesia. Si comparamos a México con sus pares latinoamericanos, nuestro país ocupa el lugar 20 de 32 países. Chile el más destacado de la región, está incluso un poco más alto que Estados Unidos. Los países fríos, Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Suecia; y uno tropical, Singapur, repiten en los primeros cinco lugares con los menores niveles de corrupción. Y no es que la corrupción no exista en esas naciones, porque al final hablamos de la condición humana. Pero la diferencia radica en las instituciones, y sobre todo, en los incentivos a los que responden sus ciudadanos. Al final, gobierno y sociedad se reflejan.
Si algo muestra el Índice de Corrupción para México, es una dura realidad: la corrupción no ha disminuido a lo largo de la década panista. Por el contrario, ¡aumentó! En una escala del cero al 10, donde cero es lo más corrupto y 10 representa el menor nivel de corrupción, la tendencia se mantiene inalterada en nuestro país. Registramos 3 y de ahí no nos movemos, salvo para retroceder. En 2001 registramos 3.7 puntos.
Y todavía el PAN se sorprende por sus derrotas electorales.
Cuando se habla de transparencia como uno de los valores de la democracia contemporánea, se piensa ante todo en una práctica, en una cultura cívica. Y ahí, nuestras instituciones actuales no nos ayudan mucho.
2 de diciembre 2011
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9072342