Como si fuera una premonición, ayer los diputados votaron a media luz el nombramiento de los tres nuevos consejeros del IFE. Luego se normalizó la iluminación. Lo cierto es que nuestros legisladores tardaron más de un año para cumplir con su obligación legal. A pesar del injustificado retraso, no queda de por medio ninguna sanción y mucho menos nada afectó la puntualidad de sus salarios. Desde luego, eso no se toca ni retrasa.
La demora fue tan inusual que la parte formal del proceso electoral para el 2012 inició con un consejo general mocho. Ayer la votación para nombrar a los consejeros fue prácticamente por unanimidad de los partidos. Si bien, estamos lejos de nivel alcanzado por el IFE en la época de José Woldenberg, Mauricio Merino, Jaime Cárdenas, Alonso Lujambio, Jacqueline Peschard, Jesús Cantú, Gastón Luken, José Barragán y Virgilio Rivera. Ahora, con el nombramiento de Lorenzo Córdova Vianello, María Marván Laborde y Sergio García Ramírez se puede retomar el prestigio y la fuerza de aquél legendario consejo en la reciente historia de la democracia mexicana.
Aunque Marván Laborde y García Ramírez están ligados a los partidos, la primera al PAN, y el segundo al PRI, ambos han tenido trayectorias consistentes que avalan su profesionalismo. El caso de Córdova, con una notable carrera académica, se ha caracterizado por su tono inteligente y crítico. Los nuevos consejeros tienen tablas para equilibrar la mesa en el IFE y mediar con mayor éxito la difícil relación entre los partidos y el árbitro electoral. Porque sencillamente el IFE de los últimos años sufrió una seria caída en su desempeño después del lugar alcanzado en los tiempos de Woldenberg.
A partir de entonces, y sobre todo, después de la cerradísima contienda presidencial de 2006, el consejo del IFE disminuyó en independencia, visión y carácter de sus decisiones. En buena medida los responsables de esa pérdida fueron los tres principales partidos políticos, que no conformes con las decisiones ahí tomadas, entre ellas varias multas millonarias a los partidos, vulneraron el consejo hasta degradarlo.
La historia del IFE es uno de los referentes indispensables de nuestra democracia. Ahora ya no lo recordamos, pero gracias a esa institución se logró lo impensable en el país: construir certeza y credibilidad en las elecciones. Nosotros somos herederos de esa lenta edificación, por lo mismo hay expectativa para que el trabajo de los tres nuevos consejeros pueda regresarnos en la práctica, la dignidad de esa historia que tanta falta nos hace. 2012 puede ser el inicio.
16 de diciembre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9080230
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