viernes, 13 de julio de 2012

Conflicto poselectoral o "La cumplidora"

En política pesa más la percepción, que la realidad. Más todavía: la percepción construye realidad. Ya lo decía Regis Debray, lo importante no es lo verdadero, sino lo que se tiene por verdadero. Por eso, la polémica poselectoral ya fija posiciones, crea realidades y lleva agua a su molino. Primero se quiso empujar el mito de una elección fraudelenta. Cuando la distancia de votos entre Enrique Peña Nieto y AMLO se oficializó (6.7 puntos) por más de tres millones de votos, entonces los perdedores de la elección, PRD y PAN cambiaron el argumento del fraude por la inequidad en el proceso. 


Ahora se insiste en la compra de votos, las alianzas con los medios de comunicación y las casas encuestadoras. En medio del escándalo se dice que la elección fue comprada. Es cierto que los partidos usan regalos, dinero y hasta promesas con tal de ganar votos, pero ¿se puede comprar a 10, 15 o 18 millones de ciudadanos? Por encima, el argumento parece convincente, pero no se puede comprar esa cantidad de ciudadanos. Si fuera tan sencillo, ganaría el partido con la cartera más abultada. Sin embargo ya sabemos que el dinero no es el único factor que cuenta. Y si no habría que preguntarle a Roberto Madrazo.

En las últimas semanas se ha relacionado a la empresa Soriana con la supuesta compra de votos por parte del PRI a través de las tarjetas de la empresa. El PRD y el PAN han acusado, y en la prensa ya nadie habla de Waltmart por el escándalo de los sobornos. Pero en sentido estricto la empresa es una empresa y como tal vende productos. Su problema no fue vender, sino perder la batalla de las percepciones, misma que se traduce pérdidas en la bolsa de valores. 


A quienes se regodean señalando a una de las grandes empresas mexicanas, habría que preguntarles si ¿entonces tendría que limitarse la venta a personas puras y absolutamente ajenas a los partidos? ¿Habría que distinguir a los compradores por su signo partidista? En ese caso, tendríamos que decir, a este no le vendo porque es panista… a este otro tampoco porque es priista. ¡Es el absurdo! Hay compras de los gobiernos estatales a la empresa, pero entonces ¿se tendrían que legislar hasta el absurdo para limitar las compras de los gobiernos? ¿Una tienda si puede vender y otra no? 


No perdamos de vista que las empresas venden sus productos y en sentido estricto, lo que los compradores hagan con el uso de esos productos ya no depende de la empresa. Antes de apresurarnos a quemar al mensajero, habría que cuestionar directamente a la fuente. En este caso el PRI, ¿pero es diferente con el PAN o el PRD?




La llamada compra de votos no apareció con esta elección presidencial. En las más recientes elecciones estatales los partidos han competido por los electores a través de tarjetas que prometen dinero y otros beneficios. La utilizó el PAN en Michoacán y de todas formas perdió. La utilizó el PRI en el Estado de México y mantuvo su bastión. El PRD inauguró hace años un exitoso programa para apoyar a los adultos mayores en el Distrito Federal. A cambio, el gobierno federal panista desarrolló un programa similar a nivel nacional; aún así, los beneficiarios votaron a su gusto. 
¡Qué no vengan a decir ahora que la elección se ganó a billetazos! 


Si realmente quisieran mejorar las condiciones de la competencia electoral, los partidos tendrían que derogar la república del spot y migrar a modelos electorales como el francés. Igualmente, reducir sustancialmente los subsidios a los partidos y las campañas. Bajo el sistema electoral que tenemos sobreviven partidos basura como el Verde Ecologista o Nueva Alianza, mismos que recibirán como mínimo un millón de pesos diarios por su participación en la elección. ¿En verdad queremos culpar a una empresa?


13 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9153010