viernes, 6 de julio de 2012

Dignidad



Por estos días en Coahuila resuena con fuerza una palabra: dignidad. De acuerdo con la etimología, dignidad proviene del latín dignitas, bajo el significado de merecedor. A su vez,  dignus es la raíz indoeuropea que refiere aceptación. Guido Gómez de Silva, en su provechoso diccionario etimológico explica digno como merecedor, “que tiene derecho a premio o castigo”.

Desde la abrupta revelación de la deuda contraída por el gobierno de Coahuila, los coahuileses padecimos un agravio tras otro de las autoridades estatales. Primero ocultaron el problema, luego lo minimizaron como quien tapa el sol con un dedo.  Finalmente nos enteramos de cómo una parte de la millonaria deuda fue contratada con documentos falsos, firmas apócrifas y periódicos oficiales ficticios. Literalmente: moreiralandia. Hasta la fecha los responsables directos están impunes. Poco a poco el malestar se volvió generalizado, a pie de tierra. Por todos lados se habló de la deuda y en el mejor de los casos hasta fama nacional adquirimos como un estado irresponsable. Corrupto para acabar mal.

En el cenit del escándalo, la Auditoría Superior del Estado litigó contra el órgano garante de la transparencia, se ocultaron los contratos y cuando se publicaron algunos, rápidamente los bajaron de la red. Como si fuera cualquier cosa, el visionario Secretario de Gobierno Miguel Ángel Riquelme nos propuso “dar vuelta  la página”. Al final los corifeos del PRI en Coahuila repitieron una y otra vez, sin mostrar evidencia contundente, que la deuda está invertida. Aunque a los ojos de los coahuilenses, ahí están las obras abandonadas y sin terminar. Después el gobernador Moreira II afirmó: “nos dejaron las bases para seguir creciendo”.  

En vez de transparentar y llamar a cuentas, se recurrió a la arrogancia.  Pero la arrogancia genera repudio y lleva a perder el poder. Mejor se dedicaron a adoctricar a los militantes para defender lo indefendible. Ganó en el PRI coahuilense la complicidad. Un egregio priista al que tengo en buena estima me decía: ando todo contrariado. Por su parte, la candidata del distrito VI fue orillada a “defender” la deuda. Por todos lados el PRI insultó la inteligencia. Con soberbia, creían en el carro completo.

Hay quienes desprecian la política y renuncian de antemano al voto. Pero ese sencillo instrumento de la democracia, nos permite castigar o apremiar a nuestros gobernantes. El domingo pasado los coahuilenses castigaron la deuda y castigaron “el estilo de Moreira”. El PAN ganó tres diputaciones, las senadurías de mayoría y casi gana el distrito 1 en Piedras Negras.  En vez de reconocer con autocrítica, en el PRI argumentaron un “error técnico”;
les regalamos la elección”.  Aún así, el error no explica un déficit de 300 mil votos. Otra vez la soberbia. 

Pero independientemente del partido que triunfe, lo relevante es que la sociedad pueda imponer límites, frenar abusos y castigar a sus gobernantes, si no con la justicia, sí con el voto. Una simple boleta nos dio la posibilidad el domingo de castigar los abusos del partido en el poder. El No a los candidatos del PRI ratificó la dignidad de los coahuilenses ante el fraude la deuda. Hay un segmento importante en la sociedad que está dispuesta a rectificar el cheque en blanco que se dio al PRI años atrás. Esa dignidad es la que ahora equilibra las fuerzas en el estado.


6 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9152371