A las sociedades actuales se les entiende
desde el espectáculo. Ya no es solamente e-x-i-s-t-i-r a través de la
televisión, sino a partir de miles de “likes” y “favoritos”. En el mundo de Facebook
y Twitter los seguidores lo son todo. Hace algunos años un conocido, cansado de
regalar boletos, cenas y hasta Ipads, para aumentar su popularidad, mejor decidió
comprar 100 mil seguidores en Twitter. Ahora está más tranquilo. Pero independientemente de quienes quieren
popularidad, hay otros que casi nacen con ella. Como pocos personajes en México,
Carmen Salinas (Torreón, 1933) goza de una extraordinaria fama. Actriz de
teatro, cine y televisión, ha dejado huella en la cultura mexicana desde la
segunda mitad del siglo pasado. Desde el cine de rumberas, hasta
escenificaciones en Aventurera, Carmelita es parte del imaginario mexicano. Docenas
de programas de televisión a partir de los años sesenta como La vecindad, El
chofer, La sonrisa del diablo, María Mercedes, María del barrio, Mi pequeña
traviesa, Hasta en las mejores familias, Abrázame muy fuerte, La rosa de
Guadalupe, Los simuladores, Porque el amor manda, por mencionar algunas de la
meteórica lista.
También docenas de películas
desde los años setenta, sitúan a Carmen Salinas casi casi a nivel de familiar.
Doña Macabra, El rincón de las vírgenes, Las cenizas del diputado, Noches de
cabaret, Tívoli, Bellas de noche, Las tentadoras, La pulquería, El rey de los
albures, Huele a gas, Placeres divertidos, El rey de las ficheras, Goza
conmigo, Noche de ronda, Sexo por compasión, Todo el poder, Santos Peregrinos,
y hasta una con Denzel Washington: Man on Fire. En una época decadente del cine
mexicano, inauguró el cine de ficheras con un personaje que asumió al pie de la
letra: la Corcholata.
Para no ir tan lejos, Carmen
Salinas es como la abuela de los mexicanos. Comprensiva, dicharachera,
desenfadada y también malhablada. No duda en decir su opinión o marcar un alto
con decidido carácter. Carmelita irradia humor e imaginación a la mexicana. Y
como ustedes saben, en eso de las bromas, los mexicanos somos los opuesto a los
ingleses. Más recientemente su popularidad domina el flotante mundo de las
redes sociales. ¡Es la reina! Sin hay un meme por excelencia, necesariamente es
de Carmen Salinas. Si hay una expresión o dicho emblemático, es de Carmen
Salinas. Incluso hasta hubo un tono de teléfono con metadas de madre por
Carmelita Salinas. Tanto gusto da entre los públicos, que hasta los romanos de
unas galletas la convirtieron en su reciente imagen.
Carmen pertenece a una generación
que se formó con los grandes cantantes y actores de la vieja guardia. Tin tan,
Pedro Vargas, El Piporro, José Alfredo Jiménez, El Indio Fernández, Dámaso
Pérez Prado, María Félix, Toña la Negra, Libertad Lamarque, Olga Guillot, entre
otros grandes. Literalmente es una de las pocas que trasmite el espíritu de
aquella época en México. Carmelita es provocadora, políticamente incorrecta, pero
hace más reír que llorar. Ligera, se toma las cosas humor. Por ejemplo en
Twitter, donde abundan los vituperios y las descalificaciones fáciles, @CarmenSalinasLo
no sólo contesta a los críticos, sino hasta se ríe de sí misma. Porque en estos
menesteres públicos, se puede perder la fe, pero nunca el humor.
Esta semana Carmelita causó
polémica por estar en la lista de candidatos a diputados plurinominales del
PRI. Inmediatamente llovieron memes y críticas, pero también un buen número de apoyos.
El PRI que actualmente es gobierno ha resultado un desastre. Tiene mucho
partido, pero poco gobierno, por lo mismo no extraña que en su excéntrica
pluralidad, le apueste por una actriz. La invitación resulta casi trivial a
lado de los nombramientos de la senadora Arely Gómez al frente de la
Procuraduría General de la República, y la propuesta de Eduardo Mediana Mora
para la Suprema Corte de Justicia. En el primer caso ni siquiera disimularon su
relación con Televisa. En el segundo, garantiza una Corte supeditada al
Ejecutivo. En pocas palabras, una declarada regresión.
El Siglo de Torreón
4 de Marzo 2015