Tan
sólo hace algunas semanas, la principal autoridad del país afirmó que México
está “plagado de desconfianza”. Uno pensaría que con tales afirmaciones, viene
un auténtico compromiso por generar confianza, por hacer del gobierno una
referencia pública. Pero sin confianza, difícilmente se puede tener
credibilidad, en tanto que una alimenta a la otra.
Así,
por más buenas intenciones dichas ante democracias de prestigio como la
inglesa, la construcción de la confianza pública no depende de millonarias
campañas de publicidad, ni de los medios que aplaudan. Sino de la congruencia en
las acciones públicas. ¿Qué ha hecho el actual gobierno para generar confianza?
La narrativa del Gobierno Federal tuvo un efímero logro con la agenda
reformista, para luego desvanecerse con la caída del precio del petróleo.
Después vinieron los escándalos de corrupción de la famosa “casa blanca” asociada
al presidente Enrique Peña Nieto, y claro, no podía quedarse atrás la casa de
Malinalco de Luis Videgaray, el influyente Secretario de Hacienda. Desde esas
costumbres, el equipo de la presidencia no tendría incentivos para actuar de
otra manera. Por lo mismo, que otro funcionario vaya por las mismas, es
congruente con aquellos sucesos. De esa manera, el titular de Conagua, David
Korenfeld no pasó inadvertido al utilizar el helicóptero del gobierno para
fines privados.
El suceso habría sido una raya más al tigre, si no fuera por la
mirada de un ciudadano que captó el momento donde el funcionario y su familia
salían de viaje. Tras el escándalo, el funcionario ofreció una disculpa en
Twitter, para solo ratificar la impunidad que se ejerce desde el gobierno. No
pasa nada. En la lógica mexiquense, que sus jefes aparezcan con esos de las
casas, es una justificación mayor para utilizar los recursos del gobierno en
beneficio privado. Cambiemos el papel: si la impunidad viene de los pequeños
detalles, pronto terminará en los grandes al estilo Higa. Pero ¿cómo se
construye la confianza? Antes del derrumbe, el presidente apareció junto a
Norman Foster, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, para
presentar el megaproyecto del nuevo aeropuerto en la ciudad de México. Por
supuesto, una filial del Grupo Higa va en un contrato por la pequeña suma de 794
millones de pesos.
Pero regresemos al
punto ¿por qué México está plagado de desconfianza? Ante una serie de
solicitudes de información para conocer el detalle y los documentos que
sustentan ese contrato, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, decidió
reservar esa información bajo un argumento que raya en el insulto. Cito el
documento: “La publicación de la información ocasionaría directamente daños de
imposible reparación, entre ellos al Presidente Constitucional de los Estados
Unidos Mexicanos, quien es presidente del Consejo de Seguridad Nacional, a su
gabinete legal y ampliado, al personal del Hangar Presidencial y a invitados
especiales, poniendo en riesgo su vida por posibles actos de sabotaje". En
pocas palabras, publicar esa información conlleva "riesgos de ataques de
grupos delictivos y terroristas".
Detrás
del supuesto argumento de la seguridad, en realidad se esconde un ejercicio
opaco de millonarios recursos públicos. De lo que se trata no es de generar
confianza, sino ejercer el dinero en la forma más oculta posible. Para ello,
reservaron la información por 12 años, es decir, dos sexenios para que no se
sepa nada, para ocultar todo rastro posible. ¿En 12 años ya nadie será
responsable? Bajo el estilo mexiquense de gobernar, se entiende por qué México está “plagado de
desconfianza”.
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1103445.confianza-a-la-mexiquense.html