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viernes, 25 de noviembre de 2011

Los críticos ante la crítica

Para Francisco Adame

Buen precedente para la libertad de expresión y el debate público acaba de fijar la Suprema Corte de Justica de la Nación. El fallo de la Corte emitido el pasado miércoles, vino a dirimir un antiguo conflicto entre el periódico La Jornada y la revista Letras Libres. El litigio surgió a raíz de unartículo de Jorge García Ramírez, publicado en la revista que dirige Enrique Krauze. El texto, titulado “Cómplices del terror” (marzo, 2004) hizo una mordaz crítica a La Jornada por su defensa y simpatía con las causas del (¿retirado?) grupo terrorista ETA. 

La polémica pronto se desató entre la directora del diario, el famoso juez Baltasar Garzón y hasta el filósofo español, Fernando Savater. Sin embargo, lo que empezó como un debate público, terminó en los tribunales por instancia del periódico, que argumentó un daño a su imagen.

Hace algunos meses, cuanto todavía no conocíamos el fallo de la Corte, el desaparecido periodista Miguel Ángel Granados Chapa, escribió al respecto: “cuando una publicación acude a los tribunales para denunciar la conducta de otra publicación, me parece que estamos ante una deformación del propósito legal, dañina para la prensa en su conjunto”.

Y en efecto, en vez de que el debate se resolviera por las mismas palabras, el crítico diario decidió litigar. No es frecuente la crítica entre los medios y mucho menos la autocrítica. Por lo mismo, el caso que acaba de resolver la Corte es una sana ratificación del debate público en una sociedad democrática. Sin tantos rodeos, el Máximo Tribunal regresó el argumento a los críticos molestos por la crítica: “además de gozar de la más amplia libertad para increpar el actuar de figuras públicas, también debe tolerar un amplio escrutinio respecto de su propia conducta, igual al que ejerce y cuya protección invoca”.

Al votar por unanimidad contra La Jornada, la Corte hizo unalegato a favor de la democracia: “el debate en temas de interés público debe ser desinhibido, robusto y abierto, pudiendo incluir ataques vehementes, cáusticos y desagradablemente mordaces sobre figuras públicas o, en general, ideas que puedan ser recibidas desfavorablemente por sus destinatarios y la opinión pública, de modo que no sólo se encuentran protegidas las ideas que son recibidas favorablemente o las que son vistas como inofensivas o indiferentes. Estas son las demandas de una sociedad plural, tolerante y abierta, sin la cual no existe una verdadera democracia”.

En buena medida nuestra Constitución, nos recuerda la Corte, “no reconoce un derecho al insulto o a la injuria gratuita, sin embargo, tampoco veda expresiones inusuales, alternativas, indecentes, escandalosas, excéntricas o simplemente contrarias a las creencias y posturas mayoritarias, aún y cuando se expresen acompañadas de expresiones no verbales, sino simbólicas”.
Al final, de esta particular pugna entre los medios, nos queda una valiosa lección para los críticos ante la crítica. Ojalá no la olvidemos. 

25 de noviembre 2011

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las redes sociales a debate


Las redes sociales han diversificado las fuentes de información entre los ciudadanos, también aumentaron la velocidad de difusión. Por lo mismo, no hay duda de la fuerza que ganaron, incluso para la promoción de movimientos sociales. Aun así, las redes sociales no sustituyen a los medios de comunicación profesionales ni tampoco a las fuentes oficiales.
Por lo mismo,  uno de los aspectos más débiles de las redes es la poca verificación de la información. Se dice y punto. No importa que la información sea falsa, se juegue una mala broma o sencillamente se utilicen para exponer intimidades públicas.  Si algo abunda en la “tuitósfera”, es la pluralidad en todo el sentido de la palabra.

Hace unos días, Jorge Torres, gobernador de Coahuila, (lo cual es un decir), declaró su interés por solicitar al Congreso una regulación de las redes sociales. No sabemos en realidad qué vaya a salir de ahí, o cómo venga la iniciativa en caso de que trabajen los diputados. Si volteamos a lo que promueven actualmente otras legislaturas, el panorama termina por justificar el autoritarismo. A falta de claridad, en Veracruz se inventaron terroristas tuiteros.

En Tabasco, la legislatura local se fue contra los “rumurólogos”.  Según un diputado tabasqueño,  “lo que se pretende es salvaguardar la paz pública, evitando la psicosis social que se generen con actos irresponsables… en las redes sociales”. Más hábiles, los diputados federales del Estado de México pretendieron reformar el Código Penal, con la finalidad de castigar hasta con cárcel a quienes utilicen el Facebook o el Twitter para desprestigiar a personajes públicos. Léase políticos. ¿No se habrán dado cuenta que para desprestigio ellos se apuntan primero? Sin duda, esos diputados mexiquenses quisieran imitar los controles sobre internet que ejercen China, Corea del Norte o Cuba.

El rumor, la especulación y las falsas alarmas se combaten con información verificable y oportuna por parte de las autoridades. En Torreón como en otras ciudades, circula cualquier cantidad de mensajes por las redes. El Twitter @PoliciaTorreon ha hecho una buena campaña de información, pero también ha desalentado voces irresponsables. Más que controlar las redes sociales, no habría que perder de vista que son un medio de información. Ahí los gobiernos tienen una buena tarea de comunicación. 

sábado, 3 de septiembre de 2011

Los límites de la libertad tuitera


Javier Duarte, gobernador de Veracruz se declara tuitero de corazón. Hace unos días leía en esa red social un mensaje duro del político veracruzano. Con pocas palabras informó que ya tenían ubicados al par de tuiteros que provocaron desinformación y psicosis en el puerto. La respuesta del gobierno estatal fue acusarlos de ¡terrorismo! Los tuiteros fueron imprudentes sin duda, irresponsables por abusar de la red y provocar pánico, pero de eso a ser terroristas hay un gran paso. Gilberto Martínez y María de Jesús Bravo fueron detenidos y ahora están encarcelados. Al final, como afirmó Goya, el sueño de la razón produce monstruos.
El uso de las redes ha democratizado las fuentes de información entre los ciudadanos, sin embargo, la diferencia de esa información con respecto a la producida por los medios profesionales de comunicación, radica en la verificación. Como en todo, hay uso y abuso de las redes sociales, y no son pocos los casos donde Twitter es el medio.
En el Reino Unido la discusión sobre la intervención a las redes sociales por el gobierno ha llegado al Parlamento. Ahí el primer ministro ha considerado la interrupción de las comunicaciones cuando exista el riesgo de vandalismo, sabotaje y criminalidad. Recientemente los usuarios de Twitter que alentaron los disturbios a principios de agosto, han recibido un mensaje de las autoridades por el mismo medio, donde se les advierte que serán investigados.No hay duda de la fuerza que han cobrado las redes sociales. 


Aunque se ha exagerado la influencia de las redes en la primavera árabe, es indiscutible el papel que tuvieron. En otro sentido, un desafortunado comentarista al que podemos referirnos como el Verdugo de los ciclistas, fue “tumbado” por los insistentes reclamos tuiteros. Al final, grupo Imagen tuvo que suspender al comentarista de su espacio.


Igual que en otros medios, la libertad en Twitter también tiene límites; aunque lo de Veracruz hace pensar en autoritarismo y lo de Reino Unido en el Big Brother orwelliano. En China, Irán o Corea del Norte no hay ese problema, porque tampoco hay libertades como en las democracias tradicionales. Para Kant ley y poder sin libertad es despotismo. Es el riesgo y la responsabilidad que una sociedad democrática debe defender.


2 de septiembre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9019314

lunes, 10 de enero de 2011

Más sobre la ciberdemocracia

Acostumbrado a los medios, resulta un lugar común la descalificación, el insulto como huella del tan extendido anonimato. Enrique Krauze retoma el tema del debate en democracia, y hace referencia a las versiones de ciberdemocracia

"La descalificación del otro (política, intelectual, moral) es un fundamento imposible para la discusión, pero es lo más común en nuestro medio. En la radio, la televisión o el Twitter, los usuarios no exponen argumentos sino alabanzas o vituperios, santificaciones o anatemas. Por eso en nuestra vida política es raro escuchar comentarios matizados, ver como algo natural -por ejemplo- que alguien critique ciertas políticas públicas y encomie otras sin ser tachado inmediatamente de tibio, contradictorio o vendido. Acá la crítica racional se confunde con la oposición irracional, el matiz con la blandura".