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miércoles, 31 de mayo de 2017

Conservación (del Torreón)


Foto: Inafed http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM05coahuila/municipios/05035a.html

“No puedes simplemente poner algo nuevo en un lugar. Tienes que absorber lo que ves a tu alrededor, lo que existe sobre la tierra, y luego utilizarlo, junto con el pensamiento contemporáneo, para interpretar lo que ves".
Tadao Ando

Me gusta la historia, pero no como acumulación de datos, más bien, como interpretación del presente. La historia nos permite conocer mejor nuestro entorno, valorarlo. Gracias a la historia, hice para mi la dicha de ver con otros ojos la ciudad. Mejor aún, desde hace varios años, nos propusimos llevar la historia a las calles, en el lugar de los hechos, a pie de banqueta; o más divertido todavía, en bicicleta. En los recorridos, una de nuestras amistades nos agradece por llevarlo al “Torreón desconocido”. ¿De qué se trata? Ese Torreón que ahí está frente a nosotros, tan a la mano, que ya no lo vemos. La diferencia proviene del conocimiento de la historia. De esa manera, las calles cobran sentido, los edificios hablan, o los rastros del pasado muestran nuestra ciudad.

Por estos días ha resurgido el interés, pero sobre todo, la defensa de la historia en un aspecto muy específico de la ciudad: la destruida Plaza Cívica Torreón y hasta ahora, un emblemático monumento que resiste golpes y mala voluntad. Sobre ese monumento de Torreón, instaurado en 1974, conviene hacer varias anotaciones. Para una ciudad de 110 años, más de cuatro décadas ya cuentan en la biografía. No las podemos borrar así nada más. A lo largo de esos años, el monumento del Torreón fue adoptado por muchos ciudadanos, a tal grado, que ya forma parte de la imagen de empresas, escuelas, colegios, logotipos conmemorativos y hasta múltiples medallas del Maratón Lala.

Destaca la presencia constante de ese Torreón monumental, en numerosos diseños representativos de la ciudad. Para el caso, no es casualidad que una forma de aprehender la imagen del monumento, sea por medio de la incorporación y reproducción de tantos y tantos logotipos. Incluso, para los diversos festejos de la ciudad, bodas de plata y de oro en 1932 y 1957. También en los 75 años de la ciudad, y en el centenario de la municipalidad, se incorporaron torreones antiguos y modernos. Quienes dudan de la representatividad de esa imagen basada en el Torreón que ahora están dañando, ya pueden comprobar el peso de la opinión pública.  Recientemente, un grupo de artistas y asociaciones, lanzaron el “Manifiesto Torreón 110”,  a fin de conmemorar el aniversario de la ciudad.  El proyecto convoca a varios artistas para realizar piezas basadas en el emblema que ahora quita el ayuntamiento. ¡Vaya ironía!

 ¿Por qué eligieron ese lugar para levantar ahí el monumento del Torreón en 1974? Lejos de ser una ocurrencia, se eligió ese lugar, por referir al antiguo rancho del torreón que el matrimonio Leonardo Zuloaga y Luisa Ibarra formaron en 1850. Para tal obra, Zuloaga contrató a Pedro Santa Cruz, quien dirigió la construcción del torreón, además de una presa por entonces conocida como Carrizales, pero que al paso del tiempo, se le renombró presa del Coyote. En la obra participaron habitantes del poblado La Concepción, actualmente ejido La Concha. De esa manera,  los primeros pobladores del rancho identificado por la torre, fueron también, los primeros torreonenses.  Sin embargo, ese torreón original, que sirvió como defensa y atalaya contra el ataque de los indios, se lo llevó una gran avenida del río Nazas en 1868. Quién dijera, pero 100 años después, en 1968, el río causó alarma por inundación en las poblaciones laguneras.


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A manera de homenaje, y recordando el sitio del primer torreón que dio pie al nombre de la ciudad, se construyó el monumento que nos identifica. El monumento no es concreto; es historia. Resulta una pena, dada la importancia del lugar, el proceder de un gobierno que no escucha, ni quiere escuchar. En pleno siglo XXI, tenemos todo para conservar, integrar y adaptar las nuevas obras, pero faltó inteligencia, visión y sensibilidad.  

8 de marzo 
El Siglo de Torreón

Monumento de Torreón, respuesta al alcalde

Foto: http://en.wikigogo.org/en/141880/

Este año, 2017, Torreón cumple 110 años como ciudad, pero vaya manera de llegar al aniversario, en medio de la destrucción de uno de sus símbolos y emblemas. Justo ayer sábado, fui al sitio para ver cómo han fragmentado el monumento de concreto hecho en 1974, es decir, 43 años en la historia de la ciudad. ¿Le parece poco? 
La “Plaza cívica Torreón”, ya no existe, ni tampoco sus árboles, y ya han roto el monumento del Torreón. ¡No se puede tapar el sol con un dedo! ¿Quién decidió que para construir hay que destruir las obras existentes? ¿Cuándo consultaron a los ciudadanos? Me llama la atención, que para hacer obras nuevas, el gobierno municipal decida quitar las existentes. Un paso para adelante, y tres para atrás. 
Como historiador, con todo gusto le ofrezco al alcalde Jorge Luis Morán, una explicación in situ, sobre la conservación del patrimonio histórico y la historia de Torreón. Me parece positivo que la ciudad tenga nuevas obras, pero no a costa de destruir las existentes, máxime, cuando se trata de monumentos históricos. Para conservar “la ciudad que amamos”, es necesario antes, conocer y preservar su identidad. Cuidar su historia. ¿Es mucho pedir? Hago votos para que conserven el monumento y no hagan más daño a la obra.

5 de marzo 2017 
El Siglo de Torreón

domingo, 12 de marzo de 2017

Respuesta a Ángel Carrillo sobre el Torreón


Estimado Ángel, espero que te encuentres bien.
Como cada domingo, leo tu texto con atención. De antemano, agradezco tus palabras sobre el tema del monumento del Torreón. Más aún: aprecio que se discuta con apertura, pasión y crítica.
Me parece interesante el punto que comentas: ¿por qué el monumento del Torreón generó esta protesta, y no otros? Desde hace años vengo trabajando como historiador en documentar la identidad, la memoria y el orgullo, acerca de valores materiales e intangibles de nuestra ciudad. En pocas palabras: de lo lagunero. Por cierto, vienen varios libros de un servidor en camino. Entre los monumentos e inmuebles históricos que refieres, por supuesto son relevantes y tienen un lugar en la historia local, sin embargo, hay otros que guardan un enorme peso simbólico. Los enumero no necesariamente en orden de importancia: La Casa del Cerro, la “Fuente del Pensador” y el Torreón (antiguo y moderno).  En función de esa identificación, también está la respuesta. Te acordaras que octubre de 2013, algún funcionario tuvo la “brillante” idea de pintar de rojo el monumento del “Pensador”, pero ante el rechazo inmediato de la gente, al día siguiente rectificaron. En noviembre de 2016, a otro “brillante”, se le ocurrió colocar semáforos… en 80 años nadie había alterado el paisaje del monumento. Por supuesto, ante el reclamo, rectificaron.
Sobre el emblemático Torreón señalé el criterio de conservación. Hacer la nuevas obras, pero integrar, el monumento. La protesta creció, y en lugar de escuchar, aceleraron el corte del Torreón. Ahora las autoridades ya hablan de reinstalar el monumento… ahora  ya dicen que es un “emblema representativo”, cuando antes dijeron que no tenía valor —“no aparece como monumento histórico ni cultural; no figura dentro del perímetro del Centro Histórico”—. Bajo ese obtuso criterio, ¿dónde queda el puente del río Nazas de 1931?
El monumento del Torreón no es cemento, es historia. En ese lugar estuvo el primer torreón en 1850.
Sigo impresionado con el malestar de los ciudadanos, pero también con la arbitrariedad e imposición que han generado las autoridades municipales. Por supuesto, todo eso lo podrán valorar los ciudadanos en el mediano y largo plazo. Son mayores de edad y libres de elegir.  Acerca de la legitimidad de la protesta, en lo personal, como historiador, no basta con escribir cómodamente en el escritorio. No podía quedarme callado como si nada pasara. Entre 2015 y 2016, realicé una investigación, que después se convirtió en exposición de museo, donde la destrucción de una casa particular en 1981, movilizó a los ciudadanos a la protesta. A pesar del llamado a la conservación, la casa fue demolida. Eso generó un trauma en aquellas generaciones, pero algo muy positivó resurgió. La manifestación se canalizó en la conservación de la Casa del Cerro, la Casa Colorada, el torreón de la antigua fundidora… 
Hoy necesitamos reencauzar estas problemáticas, bajo una junta del Centro Histórico que funcione, no que desestime el patrimonio. Más todavía, una autoridad que valore la gobernanza, como ha propuesto el Implan en Torreón. Hay muchas cosas que se pueden hacer y conservar. Estoy convencido de que se pueden y deben hacer bien. No obstante, reconozco que también hay espíritus negados a la crítica, molestos porque se le cuestiona su labor pública. Para ellos, “legitimidad” es que no los critiquen, cuestionen, ni nada. Pero ya sabemos que pasa, cuando entregamos a las autoridades un cheque en blanco…

Posdata. Del Hotel Francia, en su momento me habló el nuevo representante jurídico en 2015, para preguntarme sobre los valores del inmueble y cómo cuidarlos. Por fortuna, el edificio se conserva y está en uso. Nada más malo para un inmueble histórico, que el abandono. No todo tiene que ser museo. La cabeza de Morelos la mandó en 1961 la Secretaría de Patrimonio Nacional  y la colocaron afuera del Palacio Federal. ¿No les gustó? A los pocos años, en 1968, la reubicaron al pie del Cerro de la Cruz, ahí estuvo largas décadas. Finalmente en 2015 la movieron al bosque Venustiano Carranza. La enorme diferencia, es que para mover ese monumento, no tuvieron que cortarlo ni dañarlo. Por cierto, hubo una solitud del Instituto Municipal de Cultura al Cabildo para remover el monumento. Sobre la Plaza de Armas, hubo discusión interna en la Junta de Conservación —de la cual era miembro—, sobre la necesidad de tener el permiso del INAH antes de la intervención, aunque primero iniciaron las obras, y luego solicitaron el permiso.  También aporté ahí en 2010, antes de iniciadas las obras, una presentación sobre los valores históricos de la plaza y sus cambios físicos en el tiempo, a fin de conservar lo más posible el sentido original. El resultado está a la vista.
Ángel te agradezco tu puntual crítica y tu apertura para la discusión. Estamos para servir, y ojalá sigamos dialogando, no sólo de este, sino de muchos temas más. Abrazo.
Carlos Castañón Cuadros

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12 de marzo de 2017

lunes, 26 de diciembre de 2016

Palacio Federal


La historia está en sus edificios. En el hormigón, el fierro, los ladrillos, o para acabar pronto, en las formas y los materiales. También está la historia en la disposición de los espacios que conforman una cierta identidad. De esa manera, la arquitectura vale, en tanto es ocupada por la gente. Un lugar, un espacio o un edificio pueden volverse un referente reconocido. A pesar de su juventud como ciudad, poco más de cien años, Torreón cuanta con referentes arquitectónicos reconocibles. Sin duda, por sus características, por el contexto de su historia, el Palacio Federal es uno de los emblemas de la ciudad. Construido por el gobierno federal entre 1944 y 1946, el Palacio Federal fue un inmenso edificio en la época. Su sola construcción durante el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho, reveló una vez más, la importancia de la región Lagunera, para la presidencia de la República. ¿En los últimos sexenios, qué obra de gran calado tenemos?
Eran otros tiempos donde la Laguna recibía gran atención de la federación. El Banco de México, no para Saltillo ni Durango; sí para Torreón. Otras grandes obras como la presa El Palmito, el Banco Rural, el Hospital Ejidal… pero regresemos al Palacio. Bajo una arquitectura federalista, el edificio tiene aires brutales que recuerdan a los gobiernos totalitarios de aquellos años, como la Alemania dominada por el Nacional Socialismo, o la Rusia dictatorial de Stalin. También, eran los años dorados del estado mexicano, como un estado fuerte, autoritario, con el control de casi todo, incluida la esposa del presidente. De esa manera, para atender directamente a la región, se construyó el Palacio Federal. De acuerdo con los parámetros de la época, el proyecto nació grande y se destinó una manzana para levantar ahí el pesado edificio de tres plantas y sótano. Se levantaron fuertes columnas y robustos pilares de concreto armado y arena del río Nazas. Sus colores son formales: blanco y gris oscuro. A la sencillez geométrica concebida por el arquitecto Luis Prieto Souza, quien fue un buen representante de la escuela tapatía, se agregó el conjunto escultórico que terminó por coronar el edificio. Cuatro magníficas esculturas para representar la agricultura, la industria, la educación y el deporte. Cada una vigila desde entonces las cuatro esquinas del edificio. Frente a una enorme multitud, el presidente Ávila Camacho y ex presidente Lázaro Cárdenas, inauguraron el Palacio el 5 de octubre de 1946. Ahí estuvo el gobernador de Coahuila, Ignacio Cépeda Dávila, un hombre de triste historia. También acompañó el joven alcalde de Torreón, político de buena memoria entre la gente: Braulio Fernández Aguirre.  
¿A qué viene esta historia? Desde hace unos meses se realizan obras de remodelación en el Palacio Federal, que ya cuenta con 70 años. De acuerdo con el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (INDAABIN), la inversión asciende a 87 millones de pesos. El proyecto tiene aciertos plausibles como las instalación de paneles solares, adecuación de plafones en los techos, áreas verdes y mantenimiento general. Sin embargo, llama la atención, la instalación innecesaria de plafones en los muros y columnas del edificio. Lejos de conservar el edificio histórico bajo los criterios de intervención y restauración, han dañado la fachada con plafones. A todas luces el palacio requería restauración, pero ahora han perforado la fachada e instalado ahí plafones innecesarios, como quien trae dinero para desperdiciar. En un recorrido que hice el sábado pasado, pude constatar la manera en que han maltratado el edificio. Sin ningún respeto de la historia y la identidad arquitectónica. Celebro la modernización del edificio, la inversión para dignificar el espacio, pero también condeno la ignorancia con la que procedieron a dañar la fachada. ¿Quién asesoró el proyecto? ¿Por qué las mismas autoridades que reconocen el edificio como “artístico” permiten el daño? ¿Por qué no consultar antes a los expertos en restauración que tiene el mismo gobierno en el INBA y el INAH? Es una pena lo que ahora sucede, que bien podría enmarcarse en un manual de cómo dañar edificios históricos. En toda indolencia, llama la atención que los historiadores están dormidos. A ellos les interesa el mito de la revolución. De igual manera, se nota la ausencia de las ocho escuelas de arquitectura y sus cientos de alumnos. Les pasa de noche la pérdida del patrimonio arquitectónico en la región. ¿Dónde está el Colegio de Arquitectos? Urge a la ciudad un consejo responsable y comprometido con el cuidado y preservación de nuestro patrimonio. Lo que tenemos a cambio, es ignorancia e ignominia. 
26 de octubre 2016
El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1276301.palacio-federal.html
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domingo, 1 de mayo de 2016

Recuerdos de la Alhambra


La identidad de una ciudad también se encuentra en su arquitectura. De esa manera, las construcciones, los materiales empleados y los estilos, reflejan una historia de cómo los personas han construido las ciudades. Me gusta la arquitectura porque permite leer esas historias. A través de esas huellas, se muestran estilos, formas y gustos, pero también, influencias del pasado.






La más reciente exposición del Museo Arocena -ya cerca a cumplir diez años-, revalora la arquitectura de Torreón. Bajo el título, "Recuerdos de la Alhambra. Arquitectura orientalista en Torreón", nos propusimos desde el museo, abordar las huellas materiales que refieren a Oriente. Se trata de una investigación realizada por un servidor, acompañada por el excelente fotógrafo Jesús Flores Valenciano. Aunque la muestra se encuentra en un espacio de la Casa Arocena, en realidad la exposición está en las calles. ¡Esa es la mejor parte! Así, el pasado 31 de enero se inauguró la expo con un recorrido peatonal. Debo confesar que el tema rebasó las expectativas, ya que asistieron más de 120 personas. Con todo, fue impresionante ver el interés de la gente por escuchar estas historias a pie de banqueta. Así, partimos del museo hacia el Hotel Galicia, y por la misma calle Cepeda, seguimos hasta la esquina de la avenida Matamoros, donde fue destruida una preciosa casa de corte orientalista. Caminamos hacia la antigua casa Rincón, en la avenida Morelos 1340, obra del maestro constructor Cesáreo Lumbreras. De ahí partimos hacia la bien ornamentada casa Zarzar, en la calle Acuña, y de luego continuamos el paso hacia el edificio Urdapilleta en la calle Falcón. Una joya admirable del recorrido la encontramos en la Ildefonso Fuentes, me refiero a la antigua "Casa Mudéjar", que de milagro sobrevive. Por cierto, ¿cuándo arreglará el municipio el problema legal que la tiene en abandono? Más todavía, ¿quién se está robando el piso?
"Recuerdos de la Alhambra" dignifica la memoria del patrimonio que fue impunemente destruido. En ese sentido, la demolición de la casa de Fernando Rodríguez en 1982, conocida popularmente como "casa morisca" o "Alhambra", fue un emblema de la ciudad. Construida en 1930 bajo la mano de Lumbreras, la casa se volvió con el tiempo, un símbolo de la ciudad. A tal punto, que las postales de Torreón de los años 40 y 50, incluían en su catálogo la preciosa casa la avenida Colón y Abasolo. Su estilo fue una interpretación moderna del mudéjar. Hoy tenemos ahí un edifico que niega todo sentido de estética y gusto. ¡Un horror! Han pasado más de 30 años desde que la tumbaron, y todavía encuentro gente indignada.
Torreón, una ciudad moderna que explica su auge económico en pleno porfiriato, reflejó en su arquitectura, sencillas formas basadas en estilos históricos de profunda tradición como el mudéjar. Desde luego, no fue la única ciudad. El estilo arquitectónico se reprodujo en otras ciudades como parte de una tendencia que utilizó modelos historicistas. En la región, los rastros de esa influencia, no sólo quedan en Torreón, sino en Lerdo y San Pedro de las Colonias.
La exposición buscan resaltar el orgullo y la identidad de la ciudad por medio de la historia. En esta ocasión, a través de la arquitectura orientalista. Estoy convencido que a través del conocimiento podemos comprender y conservar mejor nuestra identidad. Se ama aquello que se conoce. En consecuencia, preservamos aquello que conocemos. Por el contrario, con facilidad se pierde lo que no se conoce, lo que se ignora. Así sea muy valioso.
Aún así, otros edificios y casas de importante valor para la ciudad, han sido destruidos. En los últimos años, he documentado cómo de manera impune, y ante la "vista gorda" de las autoridades, se han destruido inmuebles con valor histórico. Hay en todo esto, una destrucción de la historia misma. Al tirar muros, adobes y tabiques, también se tira la historia y se va una parte de nosotros.
El historiador, como es mi caso personal, o una institución cultural como un museo, no pueden evitar la destrucción del patrimonio, ya sea por la ignorancia de los particulares, intereses comerciales que suelen arrasar con todo, o la indolencia de las autoridades. Sin embargo, el historiador sí está llamado a conservar la memoria, incluso, a reconstruirla desde las cenizas. Sirva pues esta exposición para difundir el conocimiento, y sobre todo, la pequeña esperanza de que mañana, habrá de conservarse nuestra identidad.
El Siglo 
10 de febrero 2016 

martes, 13 de mayo de 2014

Otra vez: destruir la historia

Aunque decimos que Torreón es una ciudad joven, esto no significa que no tengamos edificios e inmuebles con valor histórico. Por el contrario, en la ciudad sobreviven arquitecturas representativas de la villa del Torreón. Ya sea por incuria o ignorancia, hay quienes se empeñan en destruir la historia y la identidad. Hace tiempo que entendí que el gobierno, lejos de conservar, avala la destrucción. Por otro lado, pocos son los particulares que reconocen en las casas antiguas y edificios, algún valor histórico. Para esa visión, lo más utilitario es el terreno. No hay más. Otra vez están derrumbando un edificio histórico sin que nada pase, ni nadie diga nada (¿Y el Consejo de Conservación del Centro Histórico?). En la esquina de la avenida Allende y calle Galeana, han derrumbado patrimonio la ciudad. Mientras terminan con la “obra”, todavía queda una fachada de tabique, base de piedra y ornamentos del gusto porfiriano.  El desenlace ya lo conocemos: ¡A NADIE LE IMPORTA! 
Fotos: Carlos Castañón Cuadros, mayo 2014