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lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Y Humberto?

Foto: http://www.vanguardia.com.mx/articulo/borran-pintas-de-humberto-moreira-como-el-raton-mickey

El cargo de la presidencia del partido, parece serio, digno de todo protocolo y atenciones públicas, pero en realidad, el nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, lo ejerce como un bromista involuntario. Desde su llegada, no sorprendió a nadie, porque sencillamente nadie lo conocía, en cambio, su discurso contra la corrupción —sí, ¡contra la corrupción!—, lo muestra en abierta contradicción con el partido. Digamos que lo blanco de lo negro. De acuerdo con el priista, “iniciamos una nueva etapa de diálogo, de crítica, autocrítica y propuestas constructivas”. Por donde se le vea, el discurso de Ochoa Reza es increíble. ¿Piensan que es excesivo el señalamiento? 
Vayamos a las acciones recientes. Ante una presidencia de la República sin liderazgo y con la aprobación por los suelos, el PRI anunció que investigará, e incluso, podría expulsar del partido, a tres gobernadores: Javier Duarte de Veracruz, César Duarte de Chihuahua y Roberto Borge de Quintana Roo. Además, en la lista incluyó al exgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, a quien la “justicia” protege bien, a pesar de que el Bronco lo quiere en la cárcel. Cada uno de esos gobernantes tienen en común un endeudamiento insaciable, por no decir, talento de sobra para la cleptocracia.  Pero lo revelador de la propuesta priista, es la ausencia de Humberto Moreira en la lista.  A todas luces, una figura paradigmática en el partido (“árbol que da moreiras”). Pero ¿qué le debe Enrique Peña Nieto a Humberto Moreira para que nadie lo toque? ¿Qué le sabe Moreira a Peña Nieto para permanecer impune? ¿Cuántos miles de millones de pesos salieron de las arcas de Coahuila hacia la campaña presidencial de 2012? ¿1500 millones? ¿3 mil millones? ¿Cuántos miles de millones más estarán enterrados en las casas de los susodichos?    
Envalentonada, la secretaria general del PRI, Carolina Monroy del Mazo, advirtió esta semana, que “a partir de hoy no permitiremos un solo agravio más al señor Presidente de la República; cada ofensa recibida tendrá respuesta”. Pero más tardó en declarar la secretaria, que Peña Nieto en salir con otra. La “casa blanca”, el departamento de Miami, y ahora el plagio de la tesis. Y pensar que todavía le restan dos años…
Si un partido en México representa la corrupción por excelencia, es el PRI. Aunque para ser precisos, gracias a la alternancia, la corrupción también se democratizó de manera amplia y generosa al resto de los partidos. Hoy por hoy, el PRI ya no es el monopolio de la corrupción, aunque cómo lo distingue. De eso sabemos muy bien en Coahuila. Gracias a la justicia de otro país, Estados Unidos, sabemos santo y seña del gigantesco fraude que conocemos como la “deuda”. Cada vez más, el círculo se constriñe al “conspirador 1”. También esta semana, el gobierno gringo va a subastar bienes incautados a Javier Villarreal, extesoro de Humberto Moreira. Las propiedades equivalen a unos 680 millones de pesos, que de acuerdo con las investigaciones judiciales seguidas a Villarreal, provienen del dinero robado al estado de Coahuila. Hasta el momento es lo que probaron las autoridades norteamericanas. Repasemos la lógica. Si eso se llevó el de abajo, cuánto no habrá detrás del primero. Cuánto más del hermano que después le siguió. Sin embargo, en Coahuila, en México, no pasa nada, salvo la impunidad. Detrás de la deuda, un puñado de políticos y un grupo de burócratas a su cargo, velan porque las cosas se queden como están. 
En 2013, el senador Luis Fernando Salazar solicitó formalmente al gobernador Moreira II, reclamar los bienes incautados en Estados Unidos a Villarreal. Lo mismo hizo ante la Secretaría de Hacienda, pero casualmente ni el gobernador, ni la Secretaría hicieron nada. En otras palabras, avalaron la impunidad. Ahora, esas propiedades valuadas en millones de dólares incautadas a Villarreal, serán subastados en los Estados Unidos. Para tapar el sol con un dedo, el secretario de Finanzas en Coahuila, Ismael Ramos Flores, declaró que “no son recursos de Coahuila”, no obstante que la investigación judicial en Texas, determinó su procedencia ilícita. En Coahuila, las autoridades le dieron “vuelta a la página”. La dirigencia nacional, ni por error habla de Moreira (“Las instituciones no son responsables de los individuos”). Y Peña Nieto ni siquiera se puede controlar tantito, por aquello de que la corrupción es “cultural”. ¡Qué cultos salieron todos!
24 agosto 2016
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1256057.y-humberto.html

sábado, 16 de octubre de 2010

No puede, ni renuncia

Gobernador rebasado

Muchos fueron los aplausos. Adentro la paz y el entusiasmo. La seguridad ni se diga. El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, pronuncia impecable su discurso, con parsimonia, con la calma del que sabe que está seguro, protegido. Sigue luego, el protocolo: los saludos obligados a otros gobernadores, políticos y funcionarios. Más aplausos. A fuera la realidad es otra, distinta a la del político rodeado de guaruras, policías y camionetas.

Fuera de la burbuja, del espejismo del poder, treinta y dos narcobloqueos amenazaron las principales vías de la zona conurbada de Monterrey. De los balazos se pasó al lanzamiento de cohete que terminó, temporalmente con los sicarios. ¿Pero dónde estaban los policías, ya no para disuadir, sino al menos para apoyar a los ciudadanos que sufrieron los bloqueos? Desde luego, cuidando al gobernador en su primer informe de gobierno. Ahí toda la atención, ahí el cuidado. Lo duro, lo inaceptable es la poderosa señal que se envía a los ciudadanos comunes y corrientes. La seguridad es para unos pocos en perjuicio de muchos. Y sin duda, este punto resulta característico de la democracia mexicana. Sí hay justicia, sí hay representación, sí hay seguridad, pero sólo para unos pocos. Si lo vemos desde la perspectiva de las instituciones, tenemos una sociedad de privilegios y por lo tanto, profundamente inequitativa.

Nuevamente nos encontramos ante incentivos perversos: ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. De primera los funcionarios con escoltas, los cientos de policías al servicio de los funcionarios, no así, ni con la misma atención, la mayoría de la población afectada por la inseguridad. Y mientras los aplausos y el informe transcurrían, la delincuencia organizada actuó con total libertada, de manera sistemática y organizada. 

El sello del “joven” Medina es del gobernante del siglo XXI en México:
el político que confunde la imagen con la acción, la apariencia con el gobierno, los spots con la realidad.
De ahí su argumento trillado ante el problema de la inseguridad y la violencia en Nuevo León: “una lucha que no iniciamos nosotros”. Medina afirmó en su informe que no ha dejado de hacer nada que esté a su alcance, porque su primera responsabilidad es la “seguridad de los nuevoleoneses”. En los últimos años fue común escuchar a varios gobernadores culpar al gobierno federal por la inseguridad y la violencia. El discurso funcionó en principio, pero ahora, después de varios años de andar en este laberinto de la inseguridad, el impacto del discurso ha menguado y parece regresar a los gobernadores. Ahí están por ejemplo, César Duarte en Chihuahua, Egidio Torre en Tamaulipas o Medina en Nuevo León. Más que repartir culpas, a los ojos del electorado, la responsabilidad es ahora de ellos porque el antiguo discurso de culpabilidad ya se desgastó. Entre el hartazgo y la ineptitud de Medina se ha pasado a la especulación sobre su posible caída.

¿Será Medina el primer gobernador de la alternancia que caiga? Es difícil creerlo, pero hay signos en el entorno de Nuevo León, que han alentado la suposición. La ausencia de liderazgo y responsabilidad, la presión de algunos grupos empresariales, no así los ligados a Lorenzo Zambrano, quien tienen de secretario de gobierno a un ex empleado de Cemex, Javier Treviño. Por otro lado, la criminalidad no sólo ha ahuyentado a las élites, sino ha golpeado a civiles que de alguna manera u otra, expresan ya su malestar con el gobierno estatal. Es difícil pensar que un gobernante, lo cual es un decir, deje su puesto por inepto.
El sistema político mexicano no cuenta con los mecanismos para que los ciudadanos así lo dispongan. Pero al contrario de lo expresado por Fernando Martí, no pueden, pero tampoco renuncian. Por eso, no importa lo que se diga sobre la supuesta caída del gobernador, si al final, no hay un contrapeso efectivo que llame a cuentas a Medina. Las culpas siempre están en otro lado. Por ejemplo, en un medio de comunicaciónmezquino”, según afirmó en el informe para referirse a El Norte. Hay algo en el tono del gobernador que emplaza a los críticos: están conmigo o están contra mí. Al final, los grandes perdedores de esta historia, son los ciudadanos.

sábado, 27 de marzo de 2010

Los enredos de Monterrey



Competencia por la violencia, es quizá uno de los aspectos que describe desde hace años lo que sucede en tantas zonas de México. Así uno de los conceptos más aceptados y recurridos para definir al Estado, es el utilizado por el sociólogo alemán Max Weber: el monopolio de la violencia. Pero la violencia en nuestro país está ahora dispersa, tiene competidores y responsables.
Y si bien, la violencia no está en todos los lugares, ni en todos los estados, la percepción guía la dura realidad. El índice de violencia y conflicto se concentra en algunas zonas, por lo que resulta inexacto afirmar retóricamente, como el cliché político favorito las autoridades: “es en el todo el país”. No obstante, la percepción sobre la violencia, al menos en lo que va de esta “guerra”, ya la perdió el gobierno. Una encuesta reciente de Gabinete de Comunicación confirma lo que otros estudios de opinión han registrado: la mayoría de los mexicanos, el 59% nos dice el estudio, perciben que la guerra la va ganando el crimen organizado. Sólo 21% de los encuestados cree que la va ganando el gobierno.

Y si bien, la percepción no necesariamente coincide con la realidad, se suele imponer a ella como algo “verdadero”. Por eso le resulta tan difícil a la presidencia de Felipe Calderón, cambiar de tema. Se trata de una presidencia monotemática que cuando quiere hablar de otra cosa, termina inevitablemente dominada por el principal problema abordado.
Así, durante la semana, un visible y desesperado Ejecutivo, trató de justificar la lucha contra el crimen, porque al fin el país está en manos de una “ridícula minoría”. Minoría por cierto, que cobra impuestos (antigua función del estado) y reclama la violencia sin importar su origen.
Bajo un entorno de debilidad institucional como la actual, donde el Estado no tiene el monopolio de la violencia, el sentido del poder legítimo pierde sentido. ¿Qué caso tiene elegir a un alcalde cuándo este vive en otro país como sucede en Juárez? ¿Cuál es la nueva justificación de las autoridades ante la incapacidad actual gobierno de cara a la inseguridad? ¿Qué pensar del sistema de justicia, cuando los reos salen de penal como quien sale por su casa (Tamaulipas, Zacatecas)?

En todo esto, un caso que corre el riesgo de extenderse, es el recién sucedido en Nuevo León. Ahí, tras la refriega entre criminales y el ejército en un entorno universitario, resultan varios muertos civiles que terminan por minar la credibilidad del ejército. Luego pasan dos días “como si nada sucediera”, para luego terminar reconociendo la situación. Ante ayer fueron los “pandilleros” de Juárez. Ayer los “sicaros”. ¿Cuántos errores así podremos resistir ante la creciente presión social de la comunidad?

El gobernador Rodrigo Medina, quien se asume todavía en campaña porque no se ha dado cuenta que ahora es gobierno, decide apartarse por unos días para no asumir la responsabilidad del cargo. De tal forma, como ya es común, no hablar de la situación es la “estrategia” porque al fin los hechos, pierden gravidez o desaparecen. Lo sorprendente, lo insultante es la respuesta del gobernador: publicar un desplegado en dos planas y convocar a una marcha.
No es extraño por lo tanto, la expresión de un ciudadano cuando recordando las promesas de campaña de Medina, le pide no que “de la vida por Nuevo León”, sino que simplemente de la cara. Estéril forma de gobernar la Medina, quien en vez de actuar, decide excusarse en la cuestionada marcha. Por eso, algunos grupos expresaron a través de mantas que quien se debe marchar es el gobernador.

Al mismo tiempo, la política de avestruz impulsada por el “joven” Medina, pretende polarizar a la población suponiendo que quien no marcha está con el narco. Vaya forma de afrontar los problemas: si no estás conmigo, estás contra mí.
Lejos de ser una particular situación, el caso de Medina se vuelve ejemplar sobre lo que tantos funcionarios y políticos terminan por hacer, no sólo en los problemas que competen a la seguridad, sino también en los que constituyen otras dimensiones de la vida pública.
Al final, los que pierden no son la “ridícula minoría”, sino la mayoría que padece sus efectos.