martes, 29 de noviembre de 2011

Diez año del Chanate



Cuando menos lo piensas, el tiempo se ha acumulado. Y justamente, esa fue la impresión que me compartió Miguel Canseco al felicitarlo por el décimo aniversario del Taller del Chanate. Para celebrar esos diez años de vida, los miembros del Taller organizaron una exposición colectiva en el Anexo del Teatro Isauro Martínez. 


Bajo un espíritu plural, la exposición abarca un buen número de chanates que han dado vida al Taller a lo largo de una década.
En especial me detuve en la interpretación que hace Jesús Soto de un Pancho Villa ultramoderno, más acorde a nuestros tiempos violentos. “A la brava ese” de Eduardo Valenzuela, Guayo, nos plantea una impactante imagen de las calles. Imposible no verla. Los grabados de Pepe Valdés, una alegoría del sueño citadino, donde reconocemos los espacios que cotidianamente transitamos. Román Eguía, un auténtico barroco del paisaje lagunero.


Sé que soy injusto al mencionar a unos y dejar otros, pero sin duda hay que festejar el enorme mérito del Chanate por ser un punto de encuentro para dar vida al oficio del grabador.
A penas si debo aclarar que El Chanate es esencialmente un taller, desde el cual se han forjado diversas expresiones, algunas con una reconocible calidad artística.
Recuerdo un poco de su historia. Fue en el año 2000, a sugerencia del pintor Arturo Rivera, cuando El Chanate emprendió un notable vuelo desde nuestras tierras.


Dotado de herramientas, apoyos institucionales y sobre todo, conducido a buen rumbo por Canseco, se logró que este pequeño taller fructificara. Para decirlo con exactitud, se multiplicaron los chanates por la ciudad y más allá de la región.
De por medio quedan reconocimientos, premios, y sobre todo, obra. Como en todo, el Taller ha tenido vaivenes que van desde los cambios de sede, problemas económicos e incluso agrias discusiones. Al final, lo destacable es que ha prevalecido el grabado, y vaya que algunos chanates nos han entregado piezas notables.


Con el vuelo del Chanate y su empeño por enseñar la técnica del grabado, tenemos a la fecha, uno de los espacios que dignifican la ciudad de Torreón. Chanate es más que una marca, es ya una identidad norteña.



27 de noviembre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9069280