Lenin sin Trotsky, para el segundo aniversario de la revolución rusa. |
Más que la presencia, la ausencia nos revela el fondo. Así, lo que no se dice pesa más que lo dicho. Y en buena medida, ese es el triste colofón del gobierno estatal en Coahuila. Hoy concluye la administración 2005-2011, que bien pudo haber quedado en la memoria de los coahuilenses con la más alta estima entre varios sexenios. No obstante, el escándalo de corrupción en el manejo de las finanzas, léase la deuda, marcó un ignominioso cierre de administración.
Por lo mismo, lo más relevante del último informe de gobierno fueron las ausencias, las omisiones sobre la maldita deuda. En vez de hablar claro, se insistió en el ditirambo. Tanto rodeo para que la principal autoridad no dijera nada. Ya fuera verbal o por escrito, el cierre del gobierno estatal mostró una administración disminuida por el escándalo. Desde luego se reconocen los logros, pero al final predominó la ausencia. En sus 239 páginas el Sexto Informe no sólo rehuyó la palabra “deuda”, sino omitió cifras relevantes para explicar el ejercicio de la cuenta pública.
Veamos otro ejemplo de pudor por la responsabilidad. En días pasados se aprobó en el Congreso local el presupuesto de egresos para el 2012. Al revisar a detalle la clasificación por poder y dependencia del presupuesto, aparece un rubro llamado “Gobierno del Estado” que ejercerá un monto por 4 mil 627 millones de pesos. Dado que hoy la palabra “deuda” en Coahuila es sinónimo de escándalo de corrupción, sencillamente se suprimió ese término del presupuesto. Pero suprimir las palabras no suprime la realidad. Aunque hay una vieja tradición para quitar lo innombrable: ¿Recuerdan esa famosa foto donde se borró a Trotsky?
Igualmente hay otras formas para evadir la realidad. El fin de semana pasado circuló una publicación del “Gobierno de la gente” donde se resume con imágenes seis años de gobierno. Un antes y después de las obras públicas estatales. Lo interesante del resumen es la manifiesta intención de sustituir con imágenes la explicación que con cifras no quisieron, ni pudieron dar. Al omitir deliberadamente las explicaciones con un montón de fotografías, nuestros funcionarios alimentaron la sospecha. Y ese sin duda, es el triste colofón del gobierno que hoy termina.
Mañana será la toma de protesta del nuevo gobernador, Rubén Moreira, en lo sucesivo Moreira II. Aunque no lo diga, llega en aprietos por la pesada carga financiera. Al mismo tiempo asumirá el poder bajo el rechazo y la crítica de grupos en Torreón y Monclova, no así en el resto del estado. De aquí en adelante la legitimidad de Moreira II ya no proviene de los votos, sino de la calidad del gobierno que entregue a los ciudadanos. La transparencia es una obligación que no podemos confiar exclusivamente al Congreso, la Auditoria del Estado y a otros órganos encargados de garantizarla. Por lo mismo, para que esa parte funcione es necesario tener a ciudadanos atentos al tema. No vaya a ser que la historia se repita.
30 de noviembre 2011
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9071053