Lejos nos encontramos de aquel momento apoteósico, noviembre de 2010, cuando el entonces gobernador Humberto Moreira presentó el Quinto Informe de Gobierno. La aclamación era unánime y el Coliseo Centenario en Torreón aglutinó a un buen número de priistas, sobre todo, a los principales actores del PRI nacional, incluido el precandidato Enrique Peña Nieto. En su más alto nivel de popularidad, Moreira informó de los logros de su gobierno. Por entonces no se conocía el escándalo de la deuda y la falsificación de documentos. Lo habían ocultado bien.
En otras circunstancias, el Sexto Informe con Jorge Torres, fue una ceremonia breve y modesta. Se notó que el gobernador sustituto, lo que quería era entregar y terminar lo más rápido posible. Visiblemente nervioso, titubeante a lo largo de la exposición, dejó en claro su disminuido papel al frente del ejecutivo. Pero sería un despropósito no reconocer las obras públicas, sobre todo las realizadas con esmero en Saltillo. Igualmente hay que reconocer el sello social del gobierno y el interés por atender a diversos grupos vulnerables. Aunque quien haya leído con atención el informe del Coneval, sabrá que la pobreza en Coahuila sí disminuyó, pero no en la franja de la pobreza extrema; esa si movió ¡0.3 puntos!
El momento más esperado, y por lo mismo, el más insustancial, fue cuando el gobernador se refirió al tema de la deuda en el Estado. Justificó el endeudamiento en función del “gran” desarrollo, porque “Coahuila es otro”. No obstante, a fin de no quedarnos con las palabras, habrá que ver con calma el informe por escrito, y también la cuenta pública. Además todavía falta esperar a que liberen los informes financieros de 2010 y el cierre de 2011.
Jorge Torres habló de la deuda sin mencionar nada de la falsificación de documentos con la que se contrató una parte. Según datos más actualizados, ya asciende a los 5 mil 300 millones de pesos. En ese sentido, fue notable la ausencia de ese punto en el Informe, porque habló de la deuda como si de por medio no hubiera ninguna contratación fraudulenta. Ni siquiera sugirió exigir justicia en esa materia, sino sencillamente se desentendió diciendo que el estado queda en buenas manos con Rubén Moreira. Con un ¡Viva Coahuila! Torres se fue sin explicar a cabalidad el problema de la deuda, sólo insistió en que “Coahuila es mejor”.
El problema no está en las obras, sino en la deuda mal habida que tendremos que pagar los coahuilenses.
El próximo mes, el gobernador electo habrá de asumir el cargo, pero su legitimidad ya no sólo proviene de los más de 700 mil votos obtenidos en la elección pasada, sino provendrá también de su compromiso para aclarar la deuda y llevar a la justicia a la red que tejió el fraude. Por lo mismo, no basta un “chivo expiatorio”; hace falta todo un corral. 4 de noviembre 2011
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