Este domingo los panistas de Coahuila tendrán un fin de semana decisivo, incluso más allá de la elección en puerta. Celebrarán su proceso interno a fin de decidir quiénes van de candidatos a senador y diputados. Al mismo tiempo quedará en claro si el grupo de Guillermo Anaya mantiene el control, o es desplazado por una nueva corriente.
La disputa no es poca, y por lo mismo, algunos conflictos se presentaron, entre ellos, la denuncia contra Luis Fernando Salazar por supuestos desvíos de recursos cuando fue delegado de la Sedesol en el estado. Tampoco me extrañaría. Muchos dicen que la ropa sucia se lava en casa, pero en realidad la disputa está en la naturaleza de los partidos mismos (al menos en las democracias). Y si el PAN quiere ganarse la confianza de los electores, tendrá que empezar por revisar su propia casa.
En los últimos años, a Acción Nacional en Coahuila no le ido bien en las elecciones, no sólo cultivaron divisiones y problemas internos, lo cual quitó capacidad al partido para competir; también han visto pasar varios “carros completos”. Si antes la presencia panista en el Congreso local mantenía diversas posiciones, ahora sencillamente es irrelevante. Aunque en el estado lo han perdido todo, todavía mantienen el poder en el gobierno federal. Los anayistas llegaron al poder, pero fueron incapaces de mantenerlo. Con el retorno de Jorge Zermeño o la incursión de Jesús Ramírez, es viable la renovación interna en el PAN. En este caso, la ruptura con el grupo dominante hace viable redirigir al PAN a competencias más consistentes.
Abordo un ejemplo: bajo los efectos negativos del “moreirazo” (entre otros municipales), en Torreón, los panistas tiene una buena probabilidad de triunfo en el Distrito VI. Por lo mismo, es tan deseado por los grupos. Marcelo Torres, regidor con licencia y posición de Anaya, puntea los votos internos, pero una coalición entre Luis Gurza y Rodolfo Walss podrían descarrilar esa candidatura. Sumados los votos de uno y otro, la competencia se empareja. Sin duda Walss, el aguerrido regidor que ha sido la piedra en el zapato de la administración de Eduardo Olmos, es más conocido y me parece que aseguraría el triunfo de su partido contra Norma González Córdova, una débil candidata del PRI.
Pero la candidatura de Walss está negada contra toda lógica por los anayistas. Prefieren perder la elección a fuera, que ver avanzar a su rival. El tercero en discordia es Luis Gurza. Un candidato intermedio que puede equilibrar la balanza en la disputa interna. De ese modo los panistas tienen ante sí el dilema de perder adentro, para ganar afuera. A veces hay que ceder si se quiere construir futuras victorias. Si al final se impone el interés particular sobre lógica general, el PAN alimentará por más años el “carro completo”.
17 de febrero 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9114134