lunes, 27 de febrero de 2012

La violencia, las drogas, la legalización






Demencial la tendencia en los últimos cinco años. La guerra contra las drogas, el combate al narco nos ha salido muy caro como sociedad, por decir lo menos. Mientras más fuerza se usa, las cosas empeoran más. Por más promesas y anuncios de las autoridades, no parece llegar la calma. Hace tiempo la federación presumió que la violencia había alcanzado su pico, pero un año supera al otro; así en lo sucesivo. Difícilmente la inercia actual nos puede llevar a la calma. La radicalidad de la violencia choca con las posturas más duras, más conservadoras. El camino actual es un sinsentido, una aporía, con la gravedad que ahí va la vida de las personas.

La asociación civil México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), regresó el debate de la legalización de las drogas en el País. La tesis es sencilla, si el estado actual de cosas no funciona, es hora de romper el paradigma. En el foro, “Drogas: un Balance a un Siglo de su Prohibición”, se planteó un cambio radical: tratar el consumo de drogas bajo un enfoque de salud pública. El punto no es sencillo, pero tampoco inviable. 



Portugal es el caso más liberal, y hasta en Estados Unidos, algunos estados han legalizado una gama de drogas. La legalización no es una invitación a la ingenuidad. Por lo mismo, la primera conclusión del foro nos dice con claridad: “Las drogas son nocivas y su uso debe ser disuadido. La prohibición no ha logrado reducir el consumo por lo que vemos la necesidad de buscar otras alternativas”.

En corto, he preguntado a diversos políticos su postura sobre la legalización y sólo encuentro un consenso privado. Sin embargo, afuera domina lo políticamente correcto. Fernando Henrique Cardoso, expresidente de Brasil nos llama a romper el tabú. Y vaya que cuando afirma que la política de criminalización de las drogas ha fracasado, lo dice un actor de primera línea en el tema: “Los programas antidrogas son ineficientes en el mejor de los casos, y contraproducentes en el peor”.


El expresidente mexicano, Ernesto Zedillo vuelve a insistir desde su trinchera internacional en la legalización de drogas ante las “consecuencias desastrosas” que vive México. Entre esas consecuencias está el poder corruptor del crimen sobre las instituciones del Estado. Especialmente el monstruo de la violencia en la sociedad. Fuera de los lugares comunes, los dos principales candidatos a la presidencia, Enrique Peña Nieto por el PRI y Josefina Vásquez Mota por el PAN están en contra. Sólo el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado a favor con cierta reserva.


Ante la cerrazón oficial, el cambio de paradigma está en otra parte. Nuestro vecino del sur, Guatemala, parece dispuesto. Allá el recién electo presidente, Otto Pérez Molina, quien además es un general retirado, ha planteado un debate hemisférico a favor de la legalización. Ya apunta a Estados Unidos. Pérez Molina, que prometió mano dura contra el crimen reconoce que el Estado no puede erradicar las drogas. Por eso, en vez de ir contra la corriente, propone una alternativa contra el estatus quo.


La vorágine de la violencia en México es insostenible en el esquema actual. ¿Cuánto más? La desesperación, el hartazgo, el temor y la amenaza de la vida tarde que temprano nos obligarán a otras alternativas. Ojalá no sea demasiado tarde.



26 de febrero 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9119452