miércoles, 21 de noviembre de 2012

Diálogo en el infierno entre el exgobernador de Coahuilyork y Segundón




 “Tiene este [texto] rasgos que pueden adjudicarse a cualquier gobierno; no obstante, su intención es más precisa: personifica en particular un sistema político cuyos procederes han sido invariables desde el día nefasto ¡ah!, excesivamente lejano, de su entronización”.

Personajes

Exgobernador de Coahuilyork  

Segundón (funcionario del desventurado gobierno estatal, hoy prófugo)

Tesorero solitario (también prófugo)

El Candidato (el hombre más firme para la Presidencia)

En algún lugar de la ciudad de México los hombres se reúnen apresurados. Hay nerviosismo, la prensa ya presiona mucho sobre la deuda de Coahuilyork y el Candidato ha expresado su molestia por el bulto coahuilyorkino. Los reporteros no perdonan y las malas lenguas no se cansan difundir el fraude del gobierno estatal. Desde que el secretario de hacienda destapó el escándalo de los treinta y tantos mil millones de pesos,  el exgobernador se ha vuelto insostenible en la silla.

Segundón, qué bueno que llegaste (mientras se abrazan). Ya me traen por todos lados con este asunto de la lana y por más que les explico, no me creen lo de Coahuilyork. ¡Como nunca hice por los coahuilyorkinos! ¡Como nadie fui aclamado! Puentes, tarjetas, farmacias… ¡todo! Aquí traigo las encuestas.

−Sí jefe, sí. Lo que usted diga.  

No te andes con rodeos. A mí dime la verdad, cabrón.

No, yo lo primero que tengo que hacer es pedirle una disculpa, porque como ser humano me he sentido terrible, hasta intenté suicidarme… usted es un ser humano que no merecía que le hicieran esto. Yo le pido perdón antes de cualquier cosa, de verdad, con todo mi corazón, señor, se lo pido, no lo merezco.

Déjate de estupideces… que te voy a explicar cómo le vamos a hacer. ¿Ya hablaste con el Tesorero solitario?

−Intenté, pero cuando por fin me contestó, me dijo que no podía atenderme, andaba en McAllen haciendo unos negocios muy importantes. Perdón señor (con voz entrecortada), traigo un nudo en la garganta, usted es un ser humano que no merece esto y lo que a mí me corresponde yo lo asumo, perdón señor. Son mil millones de esta cuenta, más mil de esta otra. Dos mil más de… en total son 35 mil millones.

Mira Segundón no te preocupes. Tengo bien analizado todo. Ya hablé con el Tesorero solitario y por eso te pedí que vinieras. El fraude no es tan grave…  siempre hay manera de librarla.

−¿Como en los viejos tiempos?

Ya hablé con mi hermano. Él va a cubrir esa parte y los va aguantar. Ya le dije que se inventara causas contra el alcohol, los casinos, los table… Escúchame bien. Tú y el Tesorero solitario van a ser los culpables de todo. Nadie más. Así que aguantan vara hasta que los delitos prescriban y gane nuestro Candidato. O los metemos al bote unos dos años. Ya cuando salgan disfrutan como reyes… al fin nadie se acordará.

−Pero señor, eso de la cárcel no lo podemos negociar.

Es tu cabeza o la mía. Acuérdate quién te hizo y te puso donde estás.

−Discúlpeme señor, haré lo usted me dice… lo admiro humanamente.

Mientras tanto, el sufrido pueblo de Coahuilyork paga con creces los pecados del príncipe. Esta historia continuará.

21 de noviembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9165005