domingo, 25 de noviembre de 2012

Mi cuna, el ferrocarril





Los libros tienen la dicha de convocar encuentros, unir amistades y esfuerzos comunes. Desde hace años he tenido el privilegio de conocer el nacimiento de varios libros desde su concepción como mera “idea” o propósito. Unos propios y otros tantos de amistades que me confiaron su trabajo. Hace años, cuando trabajé en el archivo de la ciudad, conocí en versión digital un libro del historiador lagunero, Ilhuicamina Rico Maciel (por acá su blog). Por entonces no tenía nombre, aunque se trataba de una nueva, amplia y sustentada cronología histórica de Torreón. Años después de ese encuentro, el pasado 20 de noviembre tuve el honor de presentar Mi cuna, el ferrocarril. Efemérides de Torreón (2012, edición de autor, 212 páginas).
El título del texto está inspirado en el corrido de Torreón, escrito por Don Alberto González Domene. El libro es producto del paciente trabajo realizado por Rico Maciel, que abarca un periodo de 1847 a 2010. Es decir el albor de Torreón como rancho del matrimonio Zuloaga Ibarra, hasta el año del Bicentenario. Además de la aportación histórica, encuentro en el libro tres valores dignos de comentar. En el trabajo hay un espíritu solidario, porque a la empresa de Rico Maciel se sumaron la maestra Silvia Castro (directora del Museo de la Revolución) y el historiador Roberto Martínez. Ambos ayudaron a la revisión del texto. Castro financió la impresión y Martínez hizo la edición.
Otro aspecto relevante del libro de Rico Maciel es el reconocimiento a la memoria de Beatriz González Montemayor, quien fuera una profesional y comprometida directora del Archivo Municipal. El autor dio continuidad a aquellas primeras efemérides realizadas por González Montemayor. A diferencia de aquél libro, Mi cuna, el ferrocarril parte de una gran cantidad de fuentes verificables en archivos, hemerotecas, libros y fuentes electrónicas.
Esto convierte al trabajo del autor en un libro de referencia obligada para quienes se interesan desde diferentes ámbitos en la historia de Torreón. No sólo pienso en historiadores, cronistas o investigadores, sino en los niños y jóvenes de nuestra ciudad. 
Gracias a este libro ahora tenemos una cronología ordenada, bien documentada y sobre todo, con información útil para los públicos más jóvenes. Hay gran valor educativo en las efemérides porque nos ayudan a situar fácilmente algún suceso histórico y consultarlo en breves textos. Además el formato de cronología lineal permite al lector acercarse de manera sencilla y rápida a la historia. Por eso no tengo la menor duda de que este libro que nos entrega Rico Maciel, podrá encontrar eco en las aulas de educación en nuestra ciudad. Ojalá pronto puede haber una difusión masiva de este trabajo no sólo en papel, sino en formatos electrónicos al alance de más personas.
Un comentario más. La propuesta que hace el historiar al realizar una larga cronología no se limita a la historia tradicional centrada en políticos, sexenios o presidentes municipales. Lejos de esa tradición incluye otras temáticas más útiles para entender el pasado como la intolerancia religiosa, los monumentos, el sindicalismo, el trabajo de otros historiadores, y por supuesto, los deportes. Ahí están las referencias al fútbol más allá del Santos; los luchadores laguneros (como el “Médico asesino”); los boxeadores, los toreros y no podía faltar el béisbol y sus antiguas leyendas. 
Bienvenido este libro que enriquece la historia de nuestra ciudad.
25 de noviembre 2012