domingo, 18 de noviembre de 2012

La historia de un patrimonio lagunero



Hay símbolos que pesan. Para los laguneros, el río Nazas es el padre Nazas. A lo largo de diferentes épocas de nuestra historia, nos reconocemos en el agua. En unos tiempos más que en otros nos sentimos llamados por la riqueza de nuestro principal afluente. Aunque la historia no siempre está presente, algo queda en la memoria colectiva de los laguneros con respecto a su río. Hace años, en 2008, cuando hubo una avenida extraordinaria y el Nazas otra vez cruzó la zona urbana de las ciudades laguneras, me impresionó la cantidad de familias laguneros que acudieron diariamente a las riveras. Ahí estaban los niños y los jóvenes que conocían por primera vez al padre. Había en ese llamado algo de reverencia, algo que nos conectó con nuestra historia desde finales del siglo XVI. Por eso leí con gran interés el más reciente libro del antropólogo Hernán Salas Quintanal: El río Nazas, la historia de un patrimonio lagunero (UNAM, 2012, 213 páginas).
Se trata de un trabajo académico bien sustentado, que ofrece una historia del río Nazas desde la perspectiva de constructo cultural, y por lo tanto, de un patrimonio lagunero. Esta conceptualización permite al autor hacer una historia con una “visión más humanista y antropológica de los recursos culturales que una sociedad construye a partir de su entorno, sus recursos no renovables, porque son recreado cada generación”.
El libro tiene varios aciertos: hace una revisión amplia del estado de la cuestión; estudia el río bajo una noción que integra naturaleza, economía y sociedad; y finalmente, plantea un interés sobre los problemas ambientales de la región, particularmente la frágil relación con el agua que vivimos actualmente: sobreexplotación, hidroarsenicismo.
A diferencia de su otro libro, La globalización en la región lagunera (UNAM, 2002), la historia que nos entrega Salas Quintanal es una investigación menos teórica y más madura sobre el conocimiento de la región. Incluso en sus fuentes, para la publicación de 2011, recurrió directamente a los archivos, lo cuál enriquece visiblemente la aportación que hizo el investigador.
Para Salas Quintanal el río Nazas ha sido un símbolo paradójico: “por un lado, su agua representa a una región que ha logrado vencer las inclemencias del clima semiárido y por otro, ha sido objeto de conflictos locales y deliberaciones nacionales que ha tenido como resultado reglamentar y legislar sobre las aguas del territorio como patrimonio indiscutible de la nación”.
Continúo con la cita: “El Nazas ha proporcionado recursos naturales que se han vuelto productivos, pero también ha provisto nombres de lugares, historias locales, maneras de referirse al medio y de interactuar con éste; una organización sociojurídica, un estilo de vida y formas de uso y distribución de los recursos muy particular”.
El autor entreteje a su vez varias historias: el Nazas y su entorno natural; la historia compartida entre el río y la región; la legislación y la infraestructura hidráulica; y los problemas actuales del agua. El formato horizontal del libro, facilita la reproducción de tablas, mapas e imágenes que complementan la narrativa. Sin duda, esta historia de un patrimonio lagunero vista con una mirada externa, nos permite comprendernos mejor, y por qué no, a la luz del pasado, encontrar salidas más adecuadas a nuestros problemas ambientales del presente.
18 de noviembre 2012