martes, 15 de enero de 2013

¿La madre de todas las reformas?



Fórmulas van y vienen. Recetas hay muchas, pero lo esencial el país no parece cambiar: Instituciones anquilosadas, desigualdad, pobreza, impunidad y un mediocre crecimiento económico. Hasta es un lugar común hablar de las reformas para México como alternativa. Piénselo bien, porque si falta de qué hablar, hable de las reformas. Si se trata de esperanza para el país, enuncie las reformas. Si quiere un cambio para México, diga que hacen falta las reformas. En ese discurso casi todo cabe, aunque no se sepa acomodar. En el camino, una lapidaria realidad se encargó de desmitificar el beneficio de otras reformas.

En ese sentido, es apreciable el tono con el José Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, abrió el Foro México: Políticas Públicas para un Desarrollo Incluyente. Ante el presidente Peña Nieto, hizo un llamado para “evitar la complacencia y mantener un sentido de urgencia en el proceso de reformas del país”. Nuevamente, como desde hace 15 años, Gurría insistió sobre las reformas, ya no como opción, sino “absoluta necesidad, indispensable, inaplazable, urgente”.

Para el funcionario de la OCDE, la madre de todas las reformas es la fiscal, es decir, una reforma que dote de más recursos al estado y haga factible el resto de las reformas. Cito un fragmento de su diagnóstico sobre un previsible aumento de impuestos: “Hoy en México muy pocos pagan impuestos y muchos de los que pagan, pagan menos de lo que debieran.

Esto tiene implicaciones no sólo para el funcionamiento y el financiamiento del Estado, sino que explica también, ante la falta de recursos para tener mejores esquemas de solidaridad social, la creciente polarización política y social”. En otras palabras, hay que cargar más la mano a los que ya pagan…

Y claro, así desde el escritorio tiene mucha razón, vamos, hasta es lógico que lo propuesto en el Pacto por México, requiere ante todo dinero de los contribuyentes para darle viabilidad a la política del gobierno. Pero como en otras ocasiones, nuestro gobierno no tarda en dar la batalla fiscal para subir impuestos, aunque no necesariamente procure acortar los gastos, meter a dieta las obesas nóminas o aumentar la eficiencia de los recursos. Hace algunos años nos inventaron el IETU (inclúyase si usted paga impuestos y no es parte de los 29 millones de informales), con el feliz argumento de ayudar a los pobres. Era pues, el impuesto contra la pobreza. Por entonces se dijo que la nueva carga fiscal estaría a prueba por un año… el resto de la historia ya la conocemos.
Pero si hay un programa “social” por excelencia, ese no está Sedesol, sino en el costoso subsidio a la gasolina: ¡ahí no hay pobre que gane!

No es difícil prever que en los próximos meses nuestros legisladores tendrán que aumentar los impuestos si lo que desean es dar vida a las reformas que se pretenden en el Pacto por México.


Posdata
¿Funcionan las reformas? Dani Rodrik ha desmontado el mito reformista en su célebre libro: Una economía, muchas recetas.

11 de enero 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9169334