Sin duda, el eslabón más débil del gobierno mexicano, es el municipio. Al mismo tiempo, es el gobierno más inmediato a los ciudadanos. Por lo mismo, mucho de lo que sucede en las ciudades, tiene su gloria o su tumba en los gobiernos municipales. Para no ir tan lejos, la transición a la democracia se dio de abajo hacia arriba, es decir, de los municipios hacia el gobierno nacional. De esa manera la alternancia primero se cultivó en las presidencias municipales, pero hasta la fecha, la capacidad de ese nivel de gobiernos es sumamente desigual.
Por un lado tenemos un pequeño cúmulo de municipios con amplias capacidades (hablamos de unos 60 entre dos mil), pero por otro, abundan los municipios con un papel meramente testimonial, inermes para hacer frente a los problemas de la ciudad. Hace varias décadas, en 1983, se fortaleció la capacidad y la autonomía de los municipios a través de la reforma al artículo 115 constitucional. En aquella época fue un avance, pero ahora, el papel de los municipios está rebasado. No sólo por la desigualdad de las instituciones, sino por la calidad de los gobiernos. El tema de la calidad, o si quieren, de eficiencia, parece trivial para muchos alcaldes, pero en contextos de competencia, hacer una buena administración tan solo es un aval mínimo para ratificar el poder. Dicho en otras palabras, hacer una buena administración también es rentable electoralmente.
Así como en los últimos años, algunos gobiernos estatales contrajeron deudas insostenibles, Coahuila es el peor ejemplo, también es común la quiebra financiera en los municipios. Entre deudas y negligencia administrativa, hay casos paradigmáticos como Cuernavaca y Acapulco. Pero la historia no termina ahí, sino empieza con la facilidad de los alcaldes para dejar herencias tóxicas a los ciudadanos, y salvo contadas excepciones, son llamados a cuentas. Al respecto, la ley de contabilidad gubernamental es una respuesta al desorden en los municipios, pero también, es un refuerzo para la transparencia de los recursos, y entonces sí, el llamado a rendir cuentas.
En ese sentido, es positiva la postura del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al negar que rescatarán las finanzas de estados y municipios: “deben tener la capacidad de crear financiamiento, de ordenar sus finanzas, realizar ajustes para disminuir las partidas de gastos y recaudar más impuestos”.
Pero lo que es un paso para adelante, también es un paso para atrás. El 2012 cerró con un regalo de los diputados federales para continuar con las malas cuentas en los estados y municipios. Aprobaron la condonación de multas y recargos por no pagar debidamente el impuesto sobre la renta ante la Secretaría de Hacienda. Por supuesto, ese privilegio no es para los ciudadanos en general, sino para los gobiernos municipales que reciben incentivos para la ineficiencia.
Bajo esas reglas del juego, es difícil que los gobiernos locales hagan administraciones de calidad, si al final, hay pocas consecuencias para políticos que quiebran, defraudan o sencillamente dilapidan los recursos públicos. Al final, no faltará quien afirme, ¡para eso son las plurinominales!
9 de enero 2013