martes, 1 de enero de 2013

La sociedad cerrada




¿Qué ciudad estamos construyendo ahora? ¿Cuál es la ciudad que vamos a disfrutar o padecer en las próximas décadas? Sólo dos preguntas, no más, son las que me preocupan al conocer nuevamente sobre las acciones de los ciudadanos que cierran las calles para protegerse. Es profundamente significativo que como sociedad, la respuesta más firme a la crisis de seguridad que vivimos, es cerrarse. Ya hemos levantado muchas bardas y todavía nos esperan más. Prácticamente el modelo de vivienda en auge, edifica una ciudad amurallada, cerrada contra sí misma. También las autoridades, ante el fracaso por garantizar la seguridad a los ciudadanos, han destruido brechas y avalado el cierre de calles, pero todavía son incapaces de construir puentes y lazos de confianza. O ¿quién puede confiar en un gobierno que tapa un megafraude, o en uno que no le interesa tener servicios públicos de calidad? Atrás queda el Torreón mítico que se construyó abierto para el paso de los ciudadanos. Hoy son los ciudadanos los que proponen cerrar espacios públicos, no sólo por el hecho material de obstruir el paso, sino por la ausencia de confianza.

Cuando 7 de cada 10 ciudadanos en Torreón perciben la inseguridad como el principal problema (Politeia, nov 2012) en la ciudad, casi cualquier cosa, por más ilusoria o contraria a las libertades, encuentra terreno fértil. No hay que olvidar la lección que nos dejó el siglo XX, un siglo de gran matazón. Fue precisamente ahí donde la decepción de la democracia, aunado a la desconfianza por las libertades, abrió las puertas a las peores dictaduras o regímenes totalitarios. Por supuesto, no sugiero que eso estamos promoviendo tal cual, pero en el fondo, la semilla del temor y la desconfianza, aunado a un estado débil, es un caldo de cultivo para la justicia por la propia mano; para el estado de todos contra todos
No nos extrañe que le día de mañana, la sociedad que hoy se cierra, se también la pide suprimir libertades. Porque no se trata solamente de los cierres materiales con jardineras, bardas o rejas, sino de los cierres sociales que implican una sociedad segregada, cerrada para sí.

La expropiación de los espacios públicos hoy, es un mensaje desalentador para la ciudad del mañana. Lo que ahora nos parece adecuado, por ejemplo, cerrar calles, mañana puede volverse contra nosotros mismos. Como fácil ideología, nos gusta repetir que debemos reconstruir esa entelequia llamada “tejido social”; pero por otro lado, la acción más relevante de los ciudadanos, es cerrar el paso a otros ciudadanos. Difícilmente de ahí puede venir la confianza, la apertura para el encuentro de los ciudadanos.

Posdata
Aunque parezca irrelevante decir que los cierres de calles contravienen la constitución, ¿habrá todavía en nuestra ciudad algún joven abogado dispuesto a amparase contra el cierre de las calles? Si no, a manera de paráfrasis ya tenemos el prólogo de “La sociedad cerrada y sus amigos”.

28 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9168265