domingo, 11 de agosto de 2013

Gracias Raúl


Su nombre es escándalo y por momentos regresé a la década de los noventa con la absolución de Raúl Salinas de Gortari, un héroe indiscutible del pasado reciente. Libre y con su fortuna de regreso, tal vez hasta escriba unas memorias o un pequeño manual de derecho mexicano. La sentencia del juez Carlos López Cruz no pudo ser mejor sobre el hermano, ahora cómodo: que el hombre es muy rico no hay duda, y además, no es “penalmente responsable de la comisión de dicho delito”. Pasados los años, ya nadie se acuerda del político, ni de los escándalos de corrupción y mucho menos del supuesto asesinato de un tal Ruiz Massieu. Todo eso fueron artificios de la política ficción. El tiempo todo lo cura, pero sobre todo un buen abogado. ¡Qué justa es la ley!

El retorno del hermano nos confirma que en México siempre hay lugar para la reivindicación del pasado. Todo cabe en la ley sabiéndola interpretar. A su regreso triunfal, Raúl, bien puede ser un invaluable asesor en la defensa de Andrés Granier. Ahora más que nunca, cuando la salud de ex gobernador de Tabasco se complica en la cárcel, el hermano tiene la fórmula para la libertad.
Otro exgobe, Armando Reynoso Femat de Aguascalientes, resolvió su problema con nueve millones de pesos. Y aunque su hijo también resultó millonario después de la gubernatura de su padre, no hay nada que una fianza no pueda arreglar. Aún así, podrían consultar al hermano Raúl para que los asesore en los casos difíciles y desesperados con los expedientes judiciales que guarda la Procuraduría del Estado. Sobre todo, si quieren evitar la impertinencia de la prensa con los datos personales, más ahora que el juez negó los amparos para ocultar la información. No lo descartemos, el hermano Raúl tiene mucho que aportar. Con distintos nombres y cuentas en extranjero, supo recuperar la honra y hasta el perdón de las autoridades.

En una de esas logre representar con el mismo éxito, casos internacionales como del otrora primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi. El italiano se dice preso de una persecución política, y todo por no pagar debidamente los impuestos. Algo similar le sucedió al más célebre capo de Chicago, Al Capone, quien terminó en la cárcel no por matón, sino por evasión de impuestos. La historia parece moverse en círculos. En una país como México, donde se mata por miles con absoluta libertad e impunidad, se prefiere castigar los corridos, en especial los que hablan de las hazañas narcas. Se acusa de promover la apología de los criminales, pero en las calles los criminales pueden tomar al gobierno.
Michoacán es el ejemplo de moda. Ahí ya no hay procurador, secretario de finanzas y mucho menos gobernador. Infausto Vallejo, “el viejito” que quiso ser gobernador, ahora es rehén de su propio partido. No sería extraño que la única razón para no sustituir los poderes electos con nuevas elecciones, sea la inminente derrota del PRI, algo que a todas luces es inadmisible para el gobierno federal.

Todavía está el trauma de Baja California. Pero lo de menos es castigar criminales. Mientras el gobierno municipal de Chihuahua multa con 100 mil pesos a “El Komander”, un famoso representante de la chabacanería que canta narcorridos, en las calles de esa ciudad los organizados siguen asesinando a mansalva. Por fortuna, la nueva política federal recomienda no hablar al respecto en los medios. Yo prefiero agradecerle a Raúl por recordarme una década que ya había olvidado.

2 de agosto 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9187804