domingo, 11 de agosto de 2013

Nos han fallado


La naturaleza del poder no cambia mucho ni tampoco sus aspiraciones. Cambian sí los actores y las circunstancias. Las intrigas, el golpeteo y la cortesía acompañan todo el tiempo. Se puede jugar todo por conseguirlo, y también se suele perder todo cuando no se tiene. Hay una larga literatura que ha descrito las glorias y desgracias. A base de historias, los ejemplos y las comparaciones sobran. Al fin, es también la naturaleza humana.

Algunos hombres de poder suscitan admiración, pero otros, desprecio. Quizá sean los más. No me asombra quien ejerce el poder; es lo que se espera. Asombra quien habiéndolo conseguido, no lo asume ni por asomo. El caso contrario es el poder que desborda. Alguna vez uno, en nuestras modestas tierras, afirmó encontrarse en “la plenitud del pinche poder”. Dicho en otras palabras, en la impunidad absoluta. Pero dadas las condiciones en México, más que democracia, abunda la cleptocracia. En un entorno así, lo relevante es llegar al poder, aunque su ejercicio no pase más allá de los beneficios privados. Es el poder público al servicio de los bienes privados: la república inútil.
Un gran sociólogo alemán caracterizó esos gobiernos como patrimonialistas. En sus vertientes, hay un cierto gobierno notable en el México de nuestros días. Es el de los aspirantes al poder que se conforman con llegar. Ya no preocupa tanto ejercerlo, darle contenido, sino puro usufructo de los bienes públicos. Responsabilidad y resultados salen sobrando. Tampoco extraña una percepción bien extendida sobre este tipo de políticos, que pudiéramos caracterizar como fallidos. Pero no nos engañemos, porque en realidad sólo reflejan a la otra parte: los ciudadanos.

Ustedes escojan el lugar y los nombres, casi encontrarán un patrón de la inutilidad política. Como una expresión común de malestar, retomo dos voces. Una: “Los políticos son los que nos han fallado y nos han llevado a donde estamos. El origen de todo esto que pasó en Guerrero tiene un nudo político, y por eso el Ejército en qué vergüenzas anda cayendo. ¿Cómo es posible?”.

Dos: “El problema es político. Los gobernadores, que, más que gobernar, desgobiernan, no tienen el carácter suficiente para aplicar la ley porque tienen miedo”. Tal vez exista nostalgia del pasado, pero ambas expresiones podría haberlas dicho cualquier ciudadano en las calles, con la particularidad que las expresaron recientemente un par de generales retirados. Lo relevante de la crítica no es que provenga de unos militares, eso es lo de menos. Lo grave es la descripción de un estado común entre políticos mexicanos. Sería absurdo decir que todos, pero a juzgar por los resultados y las responsabilidades, a muchos les dio por llegar al poder para no ejercerlo. En esa lógica, basta conformarse con estar, sin importar el valor público que se genera. Hay mucho de fallido en esa visión que encuentra en el poder un accesorio vacío. Pero también hay mucho de común entre los políticos que nos han fallado.

9 de agosto 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9188410