domingo, 11 de agosto de 2013

Marihuana de moda


La marihuana está de moda, ni qué decir. Pero no es una novedad en las calles, sino en los medios. Al fin el consumo de la marihuana, como una de las drogas populares junto al tabaco y el alcohol, se debe más al gusto en el mercado, a pesar de las prohibiciones, condenas y combates. En México el tema la legalización de las drogas, en particular la marihuana, ha cobrado ímpetu en los últimos dos años, sobre todo, por la desgraciada matazón y singobierno que se vivió y todavía se vive en algunas ciudades del país.

Pese al costoso combate, las drogas siguen ahí, el mercado también. Paradójicamente el mayor apoyo a la mariguana no provine nada más de líderes políticos o figuras internacionales, sino de localidades en Estados Unidos como Colorado, Washington y una docena más de estados en ese país. Se pueden esgrimir razones morales contra el mal de las drogas, pero no se puede cerrar los ojos ante el inmenso negocio que lo mismo forma ejércitos privados, compra gobiernos y aterroriza poblaciones. Pero la moda no es el consumo de las drogas o el gusto por la cannabis, sino el debate que se suscita en varios países. Recientemente Uruguay desafió el status quo de las drogas al llevar al congreso una ambiciosa iniciativa de legalización. En varias ocasiones el presidente uruguayo José Mujica se pronunció a favor de la legalización de la marihuana. Finalmente el Congreso aprobó la ley que rompe el tabú de las drogas y la casi incuestionable visión dominante sobre el combate y la penalización.

La Junta internacional de fiscalización de estupefacientes, un órgano más de la ONU, condenó la aprobación uruguaya por violar acuerdos internacionales. Al mismo tiempo, otro órgano de esa burocracia mundial, la Comisión global de políticas de drogas, insiste en cambiar de enfoque. Exmandatarios como Fernando Henrique Cardoso (Brasil), César Gaviria (Colombia) y Ernesto Zedillo (México), forman parte de esa comisión que pugna por cambiar el paradigma fracasado del combate que alimenta muy bien al crimen y las cárceles. En México Enrique Peña Nieto ha mostrado su rechazo al tema, aunque actualmente, se puede portar pequeñas dosis de droga para consumo personal, pues han sido despenalizadas en el país.

Sin duda vamos tarde, aunque nos sobren muertos, violencia y crimen. Alguna propuesta surge en el Distrito Federal. Ya en las modas, hasta el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, se anima al debate. Tímido, el procurador Jesús Murillo Karam, prefiere rehuir el tema con un pretexto sobradamente creativo: es un tema internacional.

No creo que la legalización será la panacea, ni tampoco pienso que de la noche a la mañana la apertura a la marihuana resolvería de golpe una serie de problemas relacionados con el narco y la violencia. Sin embargo, la evidencia aportada por experiencias como la de Portugal, Holanda o algunos entidades de Estados Unidos, demuestra que la legalización no lleva a la multiplicación del crimen, sino a su control. Al contrario, el combate no acaba el mercado, sino parece beneficiarlo. En México, seguimos apostando por el fracaso de la visión prohibicionista. Al final el mayor costo es para la sociedad.

7 de agosto 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9188220