miércoles, 12 de agosto de 2015

EcoCañón

Foto: http://ecoturismogenuino.ning.com/photo/2236176:Photo:1546
Pocas veces pensamos en la naturaleza, hasta que sobreviene el desastre. Entre la sorpresa y el temor, el tornado que asoló hace unos días, ciudad Acuña, Coahuila, nos advirtió trágicamente la fuerza de la naturaleza. Sólo seis segundos fueron suficientes para causar muerte y destrucción en aquella población. Al respecto, cada vez escucho más nombrar, y no precisamente para bien, el cambio climático. Inundaciones y sequías más severas, aumento en la temperatura, y hasta desastres naturales. Fenómenos atípicos que perecen advertir los daños del hombre al medio ambiente. Sin embargo, no solemos pensar mucho en la naturaleza y la conservación del ambiente, hasta que surge un grave problema. Mientras explotamos nuestros recursos a la mano, acabamos con ríos, especies y hasta hacemos desiertos. Irónicamente en la Región Lagunera repetimos que "vencimos al desierto", sin reparar siquiera en la tragedia ecológica que eso significa.
Nuestra región, irrigada por el milagro de dos ríos endorreicos, el Nazas y el Aguanaval, todavía conserva zonas, más allá de las ciudades, que son un auténtico pulmón para los habitantes. El Cañón de Fernández, en la cuenca alta del Nazas, es un extraordinario humedal de la región. Un lugar que renueva la preciada agua que tomamos. Recorrer el Cañón nos recuerda la grandeza y natural de La Laguna. Sólo ahí cobran sentido las viejas crónicas de colonizadores y viajeros durante la época colonial, cuando asociaban esta región, no al desierto, sino al rico paraje de lagunas y bosques de mezquites, fresnos y ahuehuetes. Andar por los senderos del Cañón nos reconcilia con la grandeza de aquellos sabinos centenarios, pero sobre todo, nos ofrece un generoso remanso. Nada como descansar al arrullo de un frondoso árbol en el Cañón. Por momentos, uno se siente en otra parte, muy distinta al árido y gris paisaje que hemos hecho desde las ciudades.
Pero nuestro entorno natural, por grande que sea, no deja de ser frágil, sobre todo, a la mano del hombre. Por lo mismo, veo con gusto e interés iniciativas para conservar y proteger el Cañón de Fernández, entre ellas el Centro piloto de manejo integral sustentable conformado por las granjas Nirvana y Los Sabinos. Tales granjas son un ejemplo de integración sustentable en un área natural protegida como el Cañón. Desde ahí se desarrollan invernaderos y cultivos con base a fertilizantes orgánicos. También cuentan con una estación climatológica, equipada con instrumentos supervisados por la Comisión Nacional del Agua. Es decir, por un lado y por otro, las granjas cuentan con la colaboración y asesoría de la Universidad Juárez de Durango, la Universidad Agraria Antonio Narro, Profepa y Semarnat.
En ese sentido, es relevante el trabajo de la asociación civil, Desarrollo Ecológico y Sustentable del área Natural Protegida, "Cañón de Fernández". Aunque de reciente creación, es notable su propuesta, y sobre todo, el siempre bienvenido trabajo por la conservación de la reserva ecológica en el Cañón de Fernández. Ese gran humedal que es vital para los habitantes de La Laguna, está amenazado por plagas que invaden a los preciados árboles, pero también por la contaminación y desechos que se dejan a lo largo del área protegida.
Su cuidado no es exclusivamente una tarea individual, sino colectiva. Requiere de técnicos, pero también de ciudadanos atentos para defender el entorno natural. Por eso celebramos las acciones que tienden a integrar y conservar, a respetar y sobre todo, a cuidar nuestro más preciado bien natural.
27 de mayo 2015