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jueves, 1 de junio de 2017

Carlos Slim de puño y letra


Lo duro y lo tupido. En medio de una crisis, el país recibe además los embates del presidente norteamericano, Donald Trump. A unos días de haber tomado posesión en el cargo, no deja de atacar, insultar y provocar conflictos de todas magnitudes. Tanto así, que de manera inusual, el expresidente Barack Obama, ya rompió el silencio para apoyar las protestas contra la discriminación de los inmigrantes de países musulmanes: "Están en juego los valores americanos". Paradójicamente, en Estados Unidos, emergió con la presidencia de Trump, la otra cara de la moneda. Intolerancia, discriminación, racismo. Aunque el mundo ha cambiado, siempre hay un parte que se niega a morir. Trump aparece así como el líder de una democracia en decadencia, y actúa en consecuencia.
Mientras tanto, el Commander in tweet, no suelta el Twitter ni la pluma para cambiar el viejo estado de cosas. Un día deroga acuerdos; insultos; otro día corre a la fiscal general del Departamento de Justicia por contradecir sus decisiones; insultos; otro más fustiga a México con el muro; insultos; y mucho más eso en la primera semana. ¿Qué nos espera en las siguientes?
Como política exterior, agarró convenientemente a México para “demostrar” el regreso de los Estados Unidos. El muro, la factible derogación del Tratado de Libre Comercio, y la propuesta de aranceles, hasta del 20% a las exportaciones mexicanas, son algunos temas de la semana. En ese pequeño lapso, ya quedó claro que no nos va a soltar, porque somos un pequeño e inofensivo vecino. Para efectos del temor, escogió un rival fácil y modesto. Curiosamente con China no empezó los pleitos. Después de todo, Trump es bravucón, bully, pero no tonto. Por lo mismo, el bullying con México, apenas empieza.
El presidente Enrique Peña Nieto, reaccionó tarde y mal, no obstante, el daño ya estaba hecho. Aunque ahora algunos llaman a la “unidad nacional”, resulta estéril que lo convoque una autoridad con el 12% de aprobación. Es necesario ante todo, un actor serio y de confianza para que tenga sentido la “unidad”. Hacen faltan voces con liderazgo y credibilidad, valores que rara vez en las últimas dos décadas, reúne el presidente de la República. Por lo mismo, ahora más que nunca se notó la ausencia de autoridad y gobierno. En medio del asedio y la incertidumbre, el empresario Carlos Slim anunció rueda de prensa. No faltaron las especulaciones de que se presentaría como candidato a la presidencia de la República en 2018. ¿Quién más, sino un personaje del tamaño de Slim para enfrentar el reto frente al vecino? Como en otras ocasiones, recalcó su posición: soy empresario.
De puño y letra, Slim apareció con unos apuntes a la mano. Sereno y pausado, expresó su posiciones frente a los cambios inminentes. Fue sutil con las críticas, pero bastante claro. A propósito del absurdo constituyente en la ciudad de México, comentó: “Nos sigue pasando, pensamos que con constituciones resolvemos los problemas”. Alejado de estridencias, su conferencia, poco más de cuarenta minutos, parecía un clase de historia económica. Habló de paradigmas, en las sociedades agrícolas e industriales, señaló la nostalgia estéril, de quienes aspiran “un regreso al pasado”. ¿Se acuerdan del lema de la campaña de Trump? Make America great again. Irremediable signo de decadencia cuando la referencia es el pasado.
Así como Slim reconoció en Trump a un gran negociador, también advirtió sobre paradigmas relevantes que ahora resultan confrontados por el mandatario estadounidense, como la pluralidad, la libertad, los derechos humanos, la globalización, el medio ambiente. “El que cierre la economía es un alto riesgo para Estados Unidos”.
Bien dicen que la mejor política exterior, es la política interior. De esa manera el empresario volvió a enumerar una serie de tareas que ya sabemos, pero acaso, hemos dado por sentadas. “El desarrollo de la economía interna, que es más relevante que la externa”. Para Slim, la mejor barda, en referencia al muro, son las inversiones, la actividad económica y oportunidades de empleo.
Aunque no propuso regresar al “desarrollo estabilizador”, si refirió la grandeza de Antonio Ortiz Mena, el mejor secretario de hacienda en México durante el siglo XX. Y por cierto, no era economista, sino abogado. Qué perdidos estamos ahora con los doctores en hacienda.

Sobre el gobierno enumeró puntos ineludibles: corrupción, transparencia, bajar el gasto corriente, eficientar el gasto público, es decir, todo lo contrario a loque ahora tenemos.  Sin caer en un fácil optimismo, la palabras de Slim ayudaron en un momento de extravío y crisis. Como me dijo un sabio amigo: le bajó dos rayas al tigre.
1 de febrero 2017

lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Por qué Trump sí puede ganar las elecciones?


Sin duda, Donald Trump es despreciable y racista, pero ahora es un candidato con serias posibilidades de convertirse en presidente de Estados Unidos. Por desplantes y bravuconería no ha parado. Incluso, algunas expresiones políticas son casi de corte fascista. En los meses anteriores a la candidatura presidencial por el Partido Republicano, no tuvo reparo en ser políticamente incorrecto. Va contra la globalización y quiere un muro en la frontera. A punta de espectáculo ganó popularidad y asaltó a los republicanos. Abusó de las palabras más allá de lo grotesco. Se presentó como misógino, antiinmigrante y antislámico, pero todo el mundo hablaba de él. Es un showman que ha asaltado la política. Por lo mismo, no ha dudado en transgredir las reglas, y de paso, tampoco ha dudado en agredir periodistas, oponentes políticos, y a cuanto se le pare enfrente. Sin embargo, todo el mundo habla de él. Pero más allá de la retórica del insulto, y en ocasiones, de abierto odio, un mensaje hace profundo eco en los norteamericanos: el mensaje de recuperar la grandeza económica.  “Make america great again”, reza el slogan de campaña.

¿Por qué Trump sí puede ganar las elecciones en noviembre y convertirse en el próximo presidente de los Estados Unidos? Por un momento dejemos de lado la detestable retórica trumpiana. Para el caso, centrémonos en la economía. Desde diferentes trincheras, dos agudos observadores norteamericanos, un periodista y un sociólogo, han escrito respectivamente dos libros que explican desde dentro, la decadencia norteamericana.  El periodista George Packer tejió varias historias para explicar “El desmoronamiento” americano (Debate, 2015). Packer narra la decadencia económica de las últimas tres décadas. Fábricas cerradas, ciudades y poblados abandonados, ricos más ricos, y una pauperización de la clase media. Literalmente describe el desmoronamiento del sueño americano. Para muestra, Youngstown, Ohio, donde la pérdida de las industrias se refleja en la destrucción de casas abandonadas. Ya sabemos que Detroit no tiene el monopolio del retroceso urbano. Si en el siglo XIX se habló de industrialización. En el siglo XXI podemos hablar de la desindustrialización.
Desde otro ámbito, Robert Putnam, el famoso sociólogo y politólogo estadounidense, autor del clásico estudio sobre la cultura cívica, Bowling Alone, recién publicó en 2015, el libro “Our Kids: The American Dream in Crisis” (Simon & Schuster). Desde Port Clinton, también en Ohio, Putnam comienza con el pueblo de su infancia en los años 50 del siglo pasado. Había prosperidad industrial y ahora es el escenario de un lejano sueño americano. La clase media gana menos en comparación a esos años. De esa manera, hay zonas en franca decadencia económica. Para Putnam la posibilidad de que los niños de hoy, sin importar su origen, alcancen el sueño americano, es cada vez más complicado. En tales condiciones es donde se explica que un antipolítico como Trump pueda ser presidente. Cada vez que Trump habla de deshacer los tratados de libre comercio, está hablando a un amplio sector de estadounidenses que han perdido sus empleos, o han visto disminuir sus oportunidades.  A Trump le gustan las galletas Oreo, pero tras el anuncio de la empresa Nabisco sobre  cerrar su fábrica en Chicago para trasladarla a México, el candidato afirma una y otra vez que no volverá a comer Oreo. Más allá de sus gustos, el mensaje de Trump va directo a los desempleados del libre comercio. De ahí su popularidad y arrastre, de ahí el convencimiento de tantos estadounidenses que añoran el sueño americano. En ese sentido, Trump tiene varias ventajas sobre la candidata demócrata, Hillary Clinton. No viene de la política, y como tal, esgrime un discurso contra los políticos. A Hillary, que tienen tantos negativos como él, no se cansa de llamarla “corrupta”. En un entorno de decadencia económica, el exitoso empresario se presenta como la última encarnación del sueño americano. Él se presenta como un empresario exitoso, y al mismo tiempo, ofrece una personalidad  autoritaria en un momento de crisis. Por lo mismo, no tuvo reparo en reconocer y elogiar a Vladimir Putin. En Europa, los ingleses acaban de demostrar con el Brexit, que la democracia también se puede dañar a sí misma por medios democráticos. El triunfo de Trump sería la derrota de la democracia por la democracia. Más vale que nos vayamos preparando.


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27 de julio de 2016
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1247209.por-que-trump-si-puede-ganar-las-elecciones.html

domingo, 1 de mayo de 2016

Tomar en serio a Trump


Más allá de la estridencia, el mal gusto o incluso la misoginia, hay que tomar en serio al precandidato republicano, Donald Trump. El hombre ha mostrado talento para llenar los medios y en consecuencia habla. Es cierto, instiga, insulta, dice tonterías y hace propuestas absurdas como la de construir un muro en la frontera con México. Su consigna ante todo es aparecer y ganar la candidatura del partido a la presidencia de los Estados Unidos. No importa que sea a base sandeces y expresiones negativas. Desde esa lógica, para el empresario metido a aprendiz de político, no importa tanto lo que diga, sino sencillamente que diga. Que hablen mal, pero que hablen. Así, durante meses ha ocupado los reflectores. De él y nadie más se habla en la contienda presidencial. Ocasionalmente sabemos de Hillary Clinton, pero los reflectores están en Trump.
A punta de mediatizar cualquier tontería, o peor aún, con base a expresiones racistas, Trump va que vuela para convertirse en candidato. Atrás quedan en los caucus Ted Cruz y Marco Rubio. Tanto a los votantes como a los observadores externos, nos pueden disgustar sus desplantes. Más todavía, podemos repudiar sus posturas antiinmigrantes y antimexicanas, pero al final, lo que impera en la política no es precisamente la razón o el buen juicio, sino la popularidad. Encarrilado desde un discurso xenófobo y hasta con ciertos tintes fascistas, Trump se está ganando el respaldo de un sector que no sólo simpatiza con él, sino además aplaude sus desplantes. Trump contra los inmigrantes. Bravo. Trump contra el Islam. Bravo. Trump misógino. Bravo. Trump contra China. Bravo. Trump contra las empresas globales. Bravo.
Por lo mismo, no importan los calificativos negativos que enumeremos de Trump y su bravucón discurso, sino la posibilidad real que tiene de convertirse en candidato, y hasta en presidente de los Estados Unidos. ¿Se lo imaginan en el poder? En ese sentido, hay que tomar en serio a Trump, en tanto la posibilidad que sí tiene. Despreciar y descalificarlo no le quita la posición cada vez más cercana de ser el candidato republicano. Visto así, más vale que nos vayamos preparando. Por ahora conocemos a un millonario jugando a la política. Pero no es difícil imaginar al magnate "haciendo" política. En tales condiciones, la candidatura de Hillary Clinton por el partido demócrata, a pesar de que Bernie Sanders le pisa los talones, aparece como un mal menor ante la seriedad del candidato republicano. Sólo el tiempo dirá si triunfa el espectáculo sobre la cordura. Después de todo, la democracia también puede negarse así misma. La Alemania nazi es el mejor ejemplo.
No hay duda de que la naturaleza diabólica y seductora del poder transforma. Modestas repúblicas como Bolivia y Venezuela ejemplifican los usos del poder y sus consecuencias negativas. Evo Morales, en su condición de "humilde" presidente, llegó en 2006 a la presidencia. Desde entonces no ha soltado el poder y recientemente los ciudadanos rechazaron su intención de reelegirse más años. ¡Nada más otros diez! Como verán, ya en el poder nada es suficiente. El chaparro es alto. El tonto es inteligentísimo. El feo, un notable galán.
A Hugo Chávez en Venezuela sólo lo detuvo la muerte, pero el líder populista ya tenía planes para largo con la "república bolivariana". Desde la baja considerable de los precios del petróleo, el sucesor, Nicolás Maduro (una caricatura de Chávez), se ha quedado sin fondos para alimentar el populismo. Ya sólo cuenta el tiempo desesperado para que no triunfe la oposición.
No es casual que el desencanto económico en la democracias lleve a posiciones extremas como las que ahora representa Trump. El magnate podrá ser un payaso. Pero un payaso muy serio desde el poder.
El Siglo
24 de febrero 2016
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1200176.tomar-en-serio-a-trump.html