Sin
duda, Donald Trump es despreciable y racista, pero ahora es un candidato con
serias posibilidades de convertirse en presidente de Estados Unidos. Por
desplantes y bravuconería no ha parado. Incluso, algunas expresiones políticas
son casi de corte fascista. En los meses anteriores a la candidatura
presidencial por el Partido Republicano, no tuvo reparo en ser políticamente incorrecto.
Va contra la globalización y quiere un muro en la frontera. A punta de
espectáculo ganó popularidad y asaltó a los republicanos. Abusó de las palabras
más allá de lo grotesco. Se presentó como misógino, antiinmigrante y
antislámico, pero todo el mundo hablaba de él. Es un showman que ha asaltado la
política. Por lo mismo, no ha dudado en transgredir las reglas, y de paso,
tampoco ha dudado en agredir periodistas, oponentes políticos, y a cuanto se le
pare enfrente. Sin embargo, todo el mundo habla de él. Pero más allá de la
retórica del insulto, y en ocasiones, de abierto odio, un mensaje hace profundo
eco en los norteamericanos: el mensaje de recuperar la grandeza económica. “Make america great again”, reza el slogan de
campaña.
¿Por
qué Trump sí puede ganar las elecciones en noviembre y convertirse en el
próximo presidente de los Estados Unidos? Por un momento dejemos de lado la
detestable retórica trumpiana. Para el caso, centrémonos en la economía. Desde
diferentes trincheras, dos agudos observadores norteamericanos, un periodista y
un sociólogo, han escrito respectivamente dos libros que explican desde dentro,
la decadencia norteamericana. El
periodista George Packer tejió varias historias para explicar “El
desmoronamiento” americano (Debate, 2015). Packer narra la decadencia económica
de las últimas tres décadas. Fábricas cerradas, ciudades y poblados
abandonados, ricos más ricos, y una pauperización de la clase media. Literalmente
describe el desmoronamiento del sueño americano. Para muestra, Youngstown, Ohio,
donde la pérdida de las industrias se refleja en la destrucción de casas
abandonadas. Ya sabemos que Detroit no tiene el monopolio del retroceso urbano.
Si en el siglo XIX se habló de industrialización. En el siglo XXI podemos
hablar de la desindustrialización.
Desde
otro ámbito, Robert Putnam, el famoso sociólogo y politólogo estadounidense, autor
del clásico estudio sobre la cultura cívica, Bowling Alone, recién publicó en
2015, el libro “Our Kids: The American Dream in Crisis” (Simon & Schuster).
Desde Port Clinton, también en Ohio, Putnam comienza con el pueblo de su
infancia en los años 50 del siglo pasado. Había prosperidad industrial y ahora
es el escenario de un lejano sueño americano. La clase media gana menos en
comparación a esos años. De esa manera, hay zonas en franca decadencia
económica. Para Putnam la posibilidad de que los niños de hoy, sin importar su
origen, alcancen el sueño americano, es cada vez más complicado. En tales
condiciones es donde se explica que un antipolítico como Trump pueda ser
presidente. Cada vez que Trump habla de deshacer los tratados de libre
comercio, está hablando a un amplio sector de estadounidenses que han perdido
sus empleos, o han visto disminuir sus oportunidades. A Trump le gustan las galletas Oreo, pero tras
el anuncio de la empresa Nabisco sobre cerrar su fábrica en Chicago para trasladarla
a México, el candidato afirma una y otra vez que no volverá a comer Oreo. Más
allá de sus gustos, el mensaje de Trump va directo a los desempleados del libre
comercio. De ahí su popularidad y arrastre, de ahí el convencimiento de tantos
estadounidenses que añoran el sueño americano. En ese sentido, Trump tiene
varias ventajas sobre la candidata demócrata, Hillary Clinton. No viene de la
política, y como tal, esgrime un discurso contra los políticos. A Hillary, que
tienen tantos negativos como él, no se cansa de llamarla “corrupta”. En un
entorno de decadencia económica, el exitoso empresario se presenta como la
última encarnación del sueño americano. Él se presenta como un empresario
exitoso, y al mismo tiempo, ofrece una personalidad autoritaria en un momento de crisis. Por lo
mismo, no tuvo reparo en reconocer y elogiar a Vladimir Putin. En Europa, los
ingleses acaban de demostrar con el Brexit, que la democracia también se puede
dañar a sí misma por medios democráticos. El triunfo de Trump sería la derrota
de la democracia por la democracia. Más vale que nos vayamos preparando.
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27 de julio de 2016
El Siglohttps://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1247209.por-que-trump-si-puede-ganar-las-elecciones.html