miércoles, 25 de abril de 2012

Dividir a México

Veo el último spot de Enrique Peña Nieto donde responde a las críticas del PAN y la campaña de Peña no cumple, Peña mentiroso. Su mensaje es muy claro: no voy a responder a los críticos. Para el candidato priista las agresiones o la guerra sucia dividen a la sociedad y recuerda que hace seis años lo vivimos. De su parte, nos dice que él no va a dividir a México.
Para el equipo de campaña de Peña, no responder significa mantener su lugar. Prefieren no moverle a fin de cuidar la ventaja que lleva en las encuestas. ¿Para qué buscarle dirán? Es una estrategia conservadora porque no busca arriesgar en lo más mínimo la clara preferencia que tiene hasta ahora el PRI. Prefiere callar.


Sin embargo, el argumento de “no responder para no dividir” es en realidad bastante engañoso. He visto apelar a este argumento muchas veces. La mayoría de nuestros hombres públicos mejor dicen ante las críticas y los cuestionamientos: “no hay que contestar”; “son tiempos electorales”.
De esta manera no sólo se rehúye al debate o las explicaciones, sino que supone que la discrecionalidad o el silencio es mejor. Pero la democracia conlleva la deliberación. A quienes no les gustan las críticas, los cuestionamientos duros o la guerra sucia, quizá prefieren un régimen de limpieza autoritaria, donde la palabra del líder es doctrina. Por eso es sintomática la postura del candidato que se acerca más a Los Pinos. Su posición no es la de un político que aspira a gobernar un país, sino la del hombre que busca el beneficio del poder.


Afirma Peña Nieto que las agresiones en campañas políticas dividen a la sociedad. Pero lejos de dividir a la sociedad, muestran diferencias, dan pauta a los electores para conocer a los candidatos y saber de qué están hechos. Al no contestar las agresiones busca asumir el papel de víctima o sencillamente piensa que los electores son unos niños y mejor evitar la discusión.
No obstante, la limpieza no es una virtud de la política. Así, en el año 2000 nos enteramos del Pemexgate. En la campaña presidencial del 2006, la guerra sucia expuso la fortuna de Arturo Montiel o de Roberto Madrazo.


En la lógica de no contestar a las agresiones, Peña Nieto omite explicaciones necesarias. Como por ejemplo, por qué tapó la corrupción del exgobernador Arturo Montiel, ahora tan tranquilo en la campaña del candidato priista. Igualmente, si se le cuestiona sobre la educación, mejor preferiría no tratar la caída abrupta que tuvo el Estado de México en la prueba Enlace.
Con esa actitud, no es difícil imaginar una presidencia más dispuesta al anuncio, que a la acción; más propensa al silencio que a la responsabilidad. Pero claro, lo mejor es “no dividir a México”.



25 de abril 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145632

martes, 24 de abril de 2012

Sobre una historia de Matamoros



Siempre me ha impresionado la historia de Matamoros, Coahuila. En muchos sentidos es un auténtico western que no le falta virtud, drama, lucha y por supuesto balazos. Su historia ejemplifica el auténtico espíritu norteño de una comunidad decimonónica en el noreste mexicano. También su historia, como si se tratara de una premonición, entrevé sucesos cruciales para la Comarca Lagunera: la revuelta agraria, la defensa de la autonomía, las migraciones y la herencia étnica de diversos grupos, en especial la raíz tlaxcalteca.

En este sentido, el más reciente libro del doctor en historia y cronista de Torreón, Sergio Antonio Corona Páez, es una aportación minuciosa a la reconstrucción genealógica del rancho de Matamoros. “Padrón y antecedentes étnicos del rancho de Matamoros, Coahuila en 1848” (2011, 135 páginas), fue publicado bajo el sello editorial de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Iberoamericana. La tesis central que mueve la investigación consiste en que “el rancho, y posterior villa de Matamoros, constituye un puente étnico y cultural que conecta el pasado colonial con la Comarca Lagunera de los siglos XIX y XX”. En consecuencia, no fue poca la tarea que se propuso probar con evidencia rigurosa el historiador.


Para realizar la investigación, el autor recurrió pacientemente a las fuentes de archivo coloniales, en especial, hizo una revisión de los invaluables documentos que conserva el Colegio de San Ignacio de Loyola. Una pieza clave para su trabajo, fue la descripción y sobre todo, la interpretación de padrón de Matamoros, el cual le permitió sistematizar la información de 74 casas y sus familias, dentro de un universo de 133 registros.


Con precisión estadística, Corona Páez documenta la genealogía matamorense, compuesta por sangre tlaxcalteca, proveniente en su mayoría de la población inmediata de San José y Santiago del Álamo (hoy Viesca). También hay una marcada influencia mestiza, ya fuera por la rama española o la indígena. Finalmente están las raíces africanas en La Laguna, procedente de los antiguos esclavos de Guinea y Angola. En ese punto, sólo Corona Páez y como recientemente me comunicó Karl Jacoby, profesor en Brown University, trabajan en sus líneas de investigación la presencia africana en La Laguna.


El prolífico historiador lagunero nos dice: “es de llamar la atención la existencia de una fuerte a
utoestima en los matamorenses, que independientemente de sus orígenes étnicos, se comportaban como hombres libres, dignos y gallardos, y que no pensaban convertirse en peones, sino en dueños de sus propias tierras. Fueron solidarios entre ellos, y se comprometieron con su causa, costara lo que costara”. Los ejemplos más conocidos de ese carácter lagunero fueron la defensa de la tierra por la disputa contra Leonardo Zuloaga; al mismo tiempo, la custodia de los archivos de la nación cuando el paso de Juárez por la región.


El libro de Corona Páez que se presentó la semana pasada en Matamoros, deja fiel testimonio de aquellas familias fundadoras. Con una clara función de la historiografía, sus nombres y apellidos no son ya ajenos ni anónimos.


22 de abril 2012
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sábado, 21 de abril de 2012

Las campañas en Twitter

Dice con razón José Merino que esta es nuestra primera elección en Twitter. Hace seis años, el papel de Internet fue testimonial, periférico. Había páginas electrónicas de los candidatos y ya circulaban con regularidad los videos, pero hasta ahí. En poco tiempo, la penetración de las redes sociales ganó espacio en la esfera pública, hasta convertirse en un auténtico terreno fértil para las campañas; tan relevante como la presencia de los candidatos en las colonias. Hoy por hoy una campaña es impensable sin el acompañamiento de las redes sociales. Más directas y horizontales para la exposición, la crítica y cuando se puede, el diálogo.


Si bien, la cobertura de acceso a Internet en la población no es general, eso no le quita el peso a unas diminutas palabras en Twitter o los comentarios a las imágenes en Facebook. De unos años para acá, las redes son un indicador de las campañas. Si bien, la información que registran no es concluyente, en ocasiones si parece apuntar al ganador de una elección. Tal vez en el futuro se pueda encontrar una correlación razonable entre el elector y el candidato; o el consumidor y el producto.

¿Pero cómo van las campañas en la red? ¿Quién lidera las tendencias? ¿Acaso el puntero en el mundo virtual es el puntero en las encuestas? De los tres candidatos, (perdónenme, pero no puedo tomar en cuenta a Quadri), ayer @EPN registró 532 mil seguidores en Twitter. En Facebook, una red más popular, sus seguidores se disparan a 2 millones. En segundo lugar, ¿alguna coincidencia con las encuestas?, le sigue la panista @JosefinaVM, quien en Twitter sumó ayer 439 mil seguidos; 93 mil menos que el priista. En Facebook también está en segundo lugar: un millón 576 seguidores. Es decir, 424 mil menos que Peña.Al igual que en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador está en el tercer lugar. Su Twitter @lopezobrador_ registró 378 mil seguidores. Muy distante de los otros candidatos. 


En Facebook las cosas por el mismo rumbo, sólo 213 mil seguidores para un candidato que estuvo seis años en campaña. Ayer en su cuenta, López tuiteó: “Terminamos acto en Jalapa, Ver. La gente está muy consciente de la necesidad del cambio verdadero. Es mucho pueblo para tan poco gobierno”. Por su parte, Josefina Vázquez Mota y Peña Nieto recordaron el décimo cuarto aniversario luctuoso de Octavio Paz. ¿Lo habrá leído el priista?

Ahora las campañas despiertan bostezos, pero no descarten que un día de estos, el próximo escándalo se dirima como ya es costumbre, en las redes sociales. Por lo pronto, el debate será muy comentado al momento en Twitter.


20 de abril 2012
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miércoles, 18 de abril de 2012

El mundo al revés



En Coahuila tenemos nuevo ombudsman: Armando Luna Canales. No importa su filiación política, ni tampoco la forma tan “directa” en la que fue designado. Lo mejor de su nombramiento es la promoción que ha hecho de la pena de muerte. ¡Qué mayor honor para la Comisión Estatal de los Derechos Humanos!

Tres monólogos

Poca discusión, muchas palabras. Por eso celebro que exista algo de polémica entre el partido en el poder y el partido que aspira al poder. Ofensiva y contraofensiva muestran el lugar de cada candidato. Josefina busca subir a como dé lugar. Peña a conservar una holgada posición. Y Andrés Manuel rezagado. El PAN acusa en sus spots de “mentiroso e incumplido” al priista, pero sin lugar a dudas eso mismo es lo que dejó el PAN en 12 años a falta de gobierno. ¿Qué no querían el poder para transformar el país? Ya vemos que no. Ahora que están abajo ruegan por el voto. Dentro de todo, la contraofensiva panista ha puesto un poco de sal y pimienta a la contienda. Ya el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell habla de la ¡mesa de la verdad!

Sin embargo, el tiempo de campaña ha mostrado poca deliberación y tres monólogos. Hay poco jaloneo entre los candidatos, de tal manera que permita ver la defensa de sus posiciones, y no exclusivamente sus enunciados: “haré esto”, “haré aquello”; “prometo que”; “cambiaremos”…
Sin hacerse daño, de vez en cuando los principales candidatos se lanzan críticas, pero nada más de lejos, lo que evita el compromiso a una discusión más amplia. El tiempo de campaña es el tiempo debate, pero eso no les gusta a los candidatos ni tampoco a los ciudadanos. Aceptémoslo de mala gana: nos no gusta confrontar, tampoco debatir. Somos complacientes, abusamos de los diminutivos. Por eso el anuncio de los debates es pequeño, corto y a manera de trámite. Con cierta envidia presenciamos cómo Mitt Romney debatió y debatió con sus rivales republicanos, a fin conseguir la candidatura de su partido. Sabe que afuera la competencia será mayor.
¿Hay incentivos para debatir en México? No, en especial por el entramado institucional que han tejido los principales partidos. Desde ese marco debatir sale sobrando o en mejor de los casos, es algo insignificante porque el modelo actual democracia privilegia el spot, sobre todo si es televisivo. Pero desde el spot la oferta política es una exposición sin diálogo. Por lo mismo, un duro debate nos puede develar de cuerpo entero al candidato.


Cuando tuvo la oportunidad con sus compañeros de partido, Josefina se fue de largo hablando y hablando como si sus oponentes de partido no existieran. Peña no quiere confrontaciones, cuestionamientos. Va arriba y ahí se quiere quedar. Por eso asume que no los necesita ¿Para qué cometer errores abriendo demás la boca? Por su parte el tabasqueño López Obrador no ve la manera de subir por ningún lado. ¿Es todo lo que pudo dar la república amorosa? ¿No hay más? Parece perdido, por eso, a diferencia de la elección anterior, ahora sí quiere debatir y hasta propone una docena de debates. El tiempo se acaba y la elección despierta bostezos. Tanta limpieza es aburrida.



18 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9144936

Un mundo de bardas

Banksy en Palestina

A la larga, el fracaso de la autoridad es el fracaso de la sociedad porque no hemos encontrado mejores salidas; el gueto es parte del paisaje urbano.
Torreón es una ciudad segregada, dividida, fragmentada. En los últimos años se ha vuelto más visible esa condición. Bardas, rejas, muros, fraccionamientos, cámaras de vigilancia, seguridad privada y todo lo que vaya en la desesperación. La tendencia no es nueva, pero se ha incrementado. En la capital de nuestro país, esto es normal desde hace décadas. En nuestra ciudad esa “normalidad” preocupa. No es sencillo cambiar las conductas, pero hace tiempo que la inseguridad, y sobre todo, la violencia, llevó a cambiar prácticas y hasta quitó las ganas de salir.

Por lo mismo, la mayoría de ciudadanos se las arreglan como puede. Muy distinto, como escribió la semana pasada Don Fernando Rangel de León, los funcionarios que andan como si nada en camionetas blindadas y con un séquito bizarro de escoltas. Pero veamos las salidas. Ahí donde la autoridad fracasa, se levantan muros, bardas, rejas. Otros más organizados contratan “seguridad privada”, construyen casetas con cámaras incluidas y controlan el acceso a las calles. No estamos alejados de la privatización de la seguridad, incluso, hasta un candidato habla de concesionar las cárceles a los particulares, como si éstas no lo estuvieran ya bajo el control privado de los criminales. El extremo, para decirlo con Diego Gambetta, es el negocio de la protección privada. El mismo que han sabido explotar exitosamente los delincuentes.


Ante la incapacidad de la autoridad, en las últimas semanas se sumaron más calles cerradas en nuestra ciudad. La presión de los vecinos es fuerte, y para la autoridad es mejor no meterse en “problemas”. Por lo mismo, cada vez que un grupo solicita el cierre de una calle, esa petición nos recuerda lo que la sociedad pierde. Pero la autoridad es cómoda, porque asumió que lo mejor es trasladar la responsabilidad. El mensaje es fuerte: que los ciudadanos hagan como puedan.
Los ciudadanos buscan protegerse y quizá ahora esas colonias con bardas y rejas sean más seguras, o sólo encontraron un placebo para la vorágine; porque al fin la ciudad es inevitable. A la larga, el fracaso de la autoridad es el fracaso de la sociedad porque no hemos encontrado mejores salidas; el gueto es parte del paisaje urbano.


Si bien, no estoy de acuerdo con el cierre de calles, en especial las que cortan la horizontalidad del tránsito, los vecinos sí tienen derecho a tomar acciones. Lo preocupante es que tras estas acciones, la insolvencia institucional sale sobrando. Lo mismo la legalidad. Por eso me temo que un buen día, ante el decidido fracaso de la autoridad, los ciudadanos tomen la justicia por su propia mano. Ya lo han hecho. Para entonces el mal será mayor. 



15 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9144648

Infieles

Llamémosle infieles. Son la parte del electorado que más me gusta. No han decidido su voto, pero su decisión es vital para los candidatos. Preocupan y ocupan a los partidos porque hay que conquistarlos. Lo mismo votan por uno, que por otro. No están casados, y si lo llegan a estar no dudan en ser infieles. Son pragmáticos. Para estos votantes los partidos no son una atadura. Les interesa más el candidato y por lo mismo son volátiles. Están atentos a las coyunturas, pero no son fáciles de ganar, porque hoy te dicen que sí, pero el día de la elección cambian el sentido de su voto. En su infidelidad son capaces de cruzar la boleta por un partido para la presidencia, y por otro para su representación local.

En el México democrático, ese que tiene como partida plena al sexenio de Ernesto Zedillo, los infieles crecieron paulatinamente cada vez que hubo comicios. Poco o poco han logrado ganarle terreno a los votantes tradicionales de los partidos. Apremian y castigan según los resultados. No son incondicionales de los partidos, por el contrario, suelen castigar en las elecciones. No tienen filiación partidista dura, porque cambian. En las próximas semanas ¿a dónde van a ir los votos de los infieles? ¿Por quién se inclinarán? No podemos saberlo. Los encuestadores prefieren quitarlos, porque son una variable volátil. Entonces se habla de “preferencia efectiva”.


La encuesta diaria de GEA/ISA registró ayer 28.4 por ciento de infieles. Hasta ahora son un porcentaje alto. Ya quisiera tenerlos el segundo o tercer lugar en las encuestas. El porcentaje no es poco, sobre todo, para los candidatos que están urgidos de subir en las preferencias: Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo hasta este momento de la campaña ni la panista ni el perredista han logrado entusiasmar más allá de sus “votos duros”. La que podría dar la pelea es Josefina, pero sencillamente está estancada. No logra subir. Sus spots están diseñados para perder. Ya veremos si la renovación de equipo logra apretar la contienda.


Por lo pronto los infieles superan las preferencias de la panista en 10 puntos. En el caso del perredista la diferencia es mayor; se va a 13 puntos. Sólo Enrique Peña Nieto supera las “preferencias brutas” que registran las encuestas diarias. Su marca es por 9 puntos a favor. Hasta ahora las tendencias siguen estables, la diferencia podría venir más delante, sin embargo, no se ve todavía en el camino. Al respecto el PAN ya hace una contraofensiva contra el PRI, lo cual, dicho sea de paso, es lo mínimo que puede suceder en una elección democrática. Que luego Quadri (el candidato del uno por ciento), no nos venga con el argumento de la pureza. ¿Pero le alcanzará al PAN su contraofensiva? ¿O trae algo efectivo contra Peña Nieto? Con esos números, hasta ahora los panistas sólo aseguran el segundo lugar. La siguiente parada, el debate.



18 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9144480