martes, 24 de abril de 2012

Sobre una historia de Matamoros



Siempre me ha impresionado la historia de Matamoros, Coahuila. En muchos sentidos es un auténtico western que no le falta virtud, drama, lucha y por supuesto balazos. Su historia ejemplifica el auténtico espíritu norteño de una comunidad decimonónica en el noreste mexicano. También su historia, como si se tratara de una premonición, entrevé sucesos cruciales para la Comarca Lagunera: la revuelta agraria, la defensa de la autonomía, las migraciones y la herencia étnica de diversos grupos, en especial la raíz tlaxcalteca.

En este sentido, el más reciente libro del doctor en historia y cronista de Torreón, Sergio Antonio Corona Páez, es una aportación minuciosa a la reconstrucción genealógica del rancho de Matamoros. “Padrón y antecedentes étnicos del rancho de Matamoros, Coahuila en 1848” (2011, 135 páginas), fue publicado bajo el sello editorial de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Iberoamericana. La tesis central que mueve la investigación consiste en que “el rancho, y posterior villa de Matamoros, constituye un puente étnico y cultural que conecta el pasado colonial con la Comarca Lagunera de los siglos XIX y XX”. En consecuencia, no fue poca la tarea que se propuso probar con evidencia rigurosa el historiador.


Para realizar la investigación, el autor recurrió pacientemente a las fuentes de archivo coloniales, en especial, hizo una revisión de los invaluables documentos que conserva el Colegio de San Ignacio de Loyola. Una pieza clave para su trabajo, fue la descripción y sobre todo, la interpretación de padrón de Matamoros, el cual le permitió sistematizar la información de 74 casas y sus familias, dentro de un universo de 133 registros.


Con precisión estadística, Corona Páez documenta la genealogía matamorense, compuesta por sangre tlaxcalteca, proveniente en su mayoría de la población inmediata de San José y Santiago del Álamo (hoy Viesca). También hay una marcada influencia mestiza, ya fuera por la rama española o la indígena. Finalmente están las raíces africanas en La Laguna, procedente de los antiguos esclavos de Guinea y Angola. En ese punto, sólo Corona Páez y como recientemente me comunicó Karl Jacoby, profesor en Brown University, trabajan en sus líneas de investigación la presencia africana en La Laguna.


El prolífico historiador lagunero nos dice: “es de llamar la atención la existencia de una fuerte a
utoestima en los matamorenses, que independientemente de sus orígenes étnicos, se comportaban como hombres libres, dignos y gallardos, y que no pensaban convertirse en peones, sino en dueños de sus propias tierras. Fueron solidarios entre ellos, y se comprometieron con su causa, costara lo que costara”. Los ejemplos más conocidos de ese carácter lagunero fueron la defensa de la tierra por la disputa contra Leonardo Zuloaga; al mismo tiempo, la custodia de los archivos de la nación cuando el paso de Juárez por la región.


El libro de Corona Páez que se presentó la semana pasada en Matamoros, deja fiel testimonio de aquellas familias fundadoras. Con una clara función de la historiografía, sus nombres y apellidos no son ya ajenos ni anónimos.


22 de abril 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145323