Escalofriante, conmovedora, descarnada, contundente, indignante, liberadora. Esas son algunas palabras que sentí cuando por fin pude ver el documental Presunto culpable. Al igual que muchos no me resistí y recurrí a la red, para compensar la atenta competencia de las salas de cine en la región. El documental realizado por los jóvenes abogados, Layda Negrete y Roberto Hernández, muestra el desastre, la desgracia de nuestro sistema de justicia. El enorme mérito de los abogados cineastas es haber traducido ese argumento a un guión cinematográfico. De esa manera su mensaje se ha propagado de una manera sencilla, eficaz y muy amplia al público mexicano e internacional. El multipremiado documento ha sido ya reconocido en Guadalajara, Morelia, Los Ángeles, San Francisco, Madrid, Budapest y Dubai.
Por si fuera poco, la obtusa decisión de la juez federal, Blanca Lobo Domínguez, que ordenó suspender la exhibición y distribución de Presunto Culpable, terminó por beneficiar notablemente a este documental de consumo obligado. Bajo el argumento de que dañaba la imagen de un testigo, por demás inconsistente y ruin colaborador de los agentes judiciales, la juez complementó a sobremanera la publicidad. Según el director de Cinépolis al día siguiente del fallo, más de 76 mil personas fueron a ver la película en un día.
Rápidamente no faltaron quienes vieron en la juez un acto de censura gubernamental, lo cual resultó muy apropiado para una facilona teoría de la conspiración. Lo cierto es que el gobierno federal fue coproductor de Presunto culpable, por lo que la “censura” es simplemente insostenible. No hace falta repetir la defensa que luego suscitó Presunto culpable.
Regreso al argumento principal. Es verdaderamente una tragedia lo que sucede con la inseguridad que vivimos cotidianamente en varios estados norteños y algunos del centro y sur del país. Pero igualmente es profundamente desastroso lo que sucede con la otra parte de “la lucha por la seguridad pública”, lo cual no permite cerrar la pinza con el sistema de justicia.
Presunto culpable describe la endeble cotidianidad que se teje en la justicia mexicana. Jueces ineptos, policías que no investigan, abogados corruptos. Lo más aberrante: en este país los acusados tienen que demostrar la inocencia, en vez de que las autoridades fundamenten la culpabilidad. Todos somos culpables hasta que no demostremos lo contrario. Si a esto la sumamos ignorancia y falta de recursos (muchos presos son pobres), un ciudadano inocente, pero presunto culpable, es ya un preso seguro.
A pesar de lo aberrante, de lo absurdo en la justicia mexicana, hay una propuesta alentadora detrás de Presunto culpable: la posibilidad de dar un giro en nuestro sistema de justicia. Esto es claramente factible y quizá las actuales condiciones de inseguridad puedan catalizar tales reformas. No se pierda Presunto culpable. Si les gusta el hip hop, las canciones del protagonista y víctima del sistema de justicia, José Antonio Zúñiga Rodríguez, son una digna aportación. “Iztapa-rap” es una elocuente interpretación de la tragedia en la justicia mexicana.