Cada uno sueña con ser presidente, pero el sueño de uno está más cerca de otro. Enrique Peña Nieto a la cabeza de las encuestas parece inamovible, casi invencible rumbo a la presidencia. Por el contrario, Manlio Fabio Beltrones, hombre de suma experiencia en el buen y mal sentido de la palabra, aparece débilmente en los estudios demoscópicos. Cada uno a su modo construye su sueño por la presidencia. Peña ha recurrido generosamente a los medios, en especial a la televisora que encantada, produce una telenovela política. Por su parte, Beltrones aprovecha su posición en el senado para hacer su luchita. El primero carece de discurso, pero le sobra imagen. El segundo articula un discurso, en ocasiones convincente, pero aparece en la tele tan poco, que prácticamente no existe.
¿Cuál sería el mejor candidato? ¿Quién gobernaría mejor? Sin tener simpatía por uno y otro, les propongo un punto de análisis que permita superar las filias y las fobias, desde luego no pretendo se categórico, pero sí considero que el tema de la reforma fiscal nos dice mucho de un candidato y de otro.
Para Peña, está claro que la reforma fiscal por más necesaria que sea, por más prioritaria y estratégica para el desarrollo del país, no es un asunto relevante al cual los actores políticos tengan que atender ahora. Para él su presente está en función de las elecciones presidenciales en el 2012. Por eso, Luis Videgaray, político sin duda interesante, técnico entendido en tema, pero atendido al tiempo de Peña, declaró que el “año clave para que México concrete reformas económicas y políticas relevantes será 2013, justo después de la elección presidencial. Para Videgaray el ambiente político no hace factible lograr reformas, declaró en Washington, en el Woodrow Wilson Center. A pesar de la relevancia del tema, está claro el sentido de prioridad de Peña.
Beltrones, urgido de presencia, propone con razón una modernización fiscal y advierte que “lo importante es que los tiempos electorales no se impongan sobre la necesidad del País”. Para él, el tiempo de la reforma es este. A diferencia de Peña, Beltrones sí articula una propuesta, y en la última semana ha cabildeado con las principales cámaras empresariales para impulsar una simplificación hacendaria, reducción de impuestos (IVA, ISR) y una recaudación generalizada. Después de pasar por el senado, la propuesta estaría en manos de los diputados; pero ahí, como sabemos, es otra historia.
A Beltrones no le queda de otra. O claudica ante la candidatura de su rival Peña Nieto, o hace su luchita para promoverse con un tema, que independientemente de las elecciones, es necesario para el desarrollo del país. Bajo la óptica del tema fiscal se revela las sustancia de uno, y la vacuidad del otro.
http://impreso.milenio.com/node/8925185
11 de marzo 2011
La Opinión Milenio
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11 de marzo 2011
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