lunes, 1 de agosto de 2011

La hora de los legisladores. A propósito de Javier Sicilia.

Venimos con buena voluntad. Así se escucharon nuevamente las palabras del poeta en el Alcázar. El diálogo comenzó con los versos de María Rivera y después un duro minuto de silencio.
Fuerte y claro habló el poeta Javier Sicilia ante la pequeña élite política del Congreso. Ahí estaba el senador Manlio Fabio Beltrones, Francisco Rojas, Josefina Vázquez Mota, Carlos Navarrete, José González Morfín, Carlos Ramírez, Francisco Ramírez Acuña y otro grupo influyente de diputados y senadores.

La voz del poeta exigió a los legisladores lo que muchos ciudadanos quisieran decir: “De cara a esta realidad, pero también sabedores de que ustedes tienen una gran responsabilidad que desde su humanidad y su condición de legisladores deben asumir, venimos hasta aquí no para que nos digan que ustedes no son responsables, que la culpa la tienen las bancadas de los otros partidos o el ejecutivo o el judicial. No venimos tampoco a escuchar posicionamientos de partido, sino a que por primera vez rindan cuentas ante la nación y la historia, y nos digan, de un vez por todas, si van a optar por la paz o por la guerra”.

El mes pasado el diálogo fue con el presidente. Ayer tocó el turno de los legisladores. Durante el discurso, Sicilia insistió en la corresponsabilidad del Congreso y exigió una profunda e inmediata reforma política que incida en los comicios del 2012. ¿Se imaginan candidaturas independientes, revocación de mandato, referéndum, plebiscito, voto blanco con impacto en el presupuesto de los partidos…? La responsabilidad es para todos los partidos, pero sobre todo para el PRI, que desea que las cosas no cambien rumbo al 2012. Ojalá me equivoque.
El movimiento de Sicilia cobra nueva fuerza y como reconoció el senador Navarrete, puede ser un catalizador para los cambios en el Congreso.

Durante la crisis política que el gobierno no supo entender en 1968 y que terminó con la aberrante matanza de Tlatelolco, la mayor reforma política que ofreció el presidente Díaz Ordaz fue bajar la edad para obtener derecho a votar. Así se pasó de 21 años a 18. Eso fue y nada más. Hoy México vive circunstancias distintas, y el tiempo demanda una alternativa viable para los ciudadanos. No los partidos, no los políticos profesionales. 

La promoción de una reforma política quizá no nos haga una mejor democracia, pero sí un régimen menos malo, menos inequitativo, con más opciones para los ciudadanos.

Directo de Sicilia a los legisladores: “estos instrumentos que ustedes nos niegan y tienen secuestrado al país son, en las circunstancias actuales, vías fundamentales e idóneas para rehacer la vitalidad perdida de nuestras instituciones”.

¿Qué más tiene que pasar en el país? ¿Cuánta violencia para que se atiendan los llamados? El poeta católico concluyó así sus palabras: “Hay que escoger entre la condenación y la conversión”. Es la hora.

29 de julio 2011