Hace años leí un clásico sobre la economía mexicana escrito por Gabriel Zaid: El progreso improductivo, 1979. Lo encontré en casa de mis padres. El título hizo irresistible su lectura y pronto atendí las páginas. Ahora agradezco que ese libro estuviera entre mis lecturas sobre la economía y política mexicana.
De alguna manera, el politólogo Carlos Elizondo Mayer-Serra ha escrito una actualización de aquel libro. “Por eso estamos como estamos. La economía política de un crecimiento mediocre” (Debate, 2011, 347 páginas).
El título del libro es sugerente, más cuando se advierte al lector por la economía política de un crecimiento mediocre. En los últimos quince años, hay avances en México, pero no los suficientes para se competitivos.
El libro de Elizondo tiene el valioso mérito de exponer una visión general sobre el país: de dónde viene, dónde está y hacia dónde va. La exposición en ese orden resulta didáctica para el lector no familiarizado con los diversos estudios que se han realizado sobre el país en la última década.
El libro no se queda en la descripción de los problemas: compara con otros países, revisa alternativas, observa políticas existosas, pero también desnuda lo que no funciona y explica por qué. En pocas palabras su visión del país, a pesar de la mediocridad, no es fatalista. Por lo mismo insiste en las reformas, los cambios institucionales para salir del atraso.
Si bien, Elizondo no nos ahoga en el pesimismo, su análisis es duro, realista y en más de una ocasión nos deja un sabor amargo que incita a la indigación. La tesis central que propone el académico consiste en que la actual “distribución del poder, las instituciones existentes y una sociedad que participa poco en la búsqueda del interés general han impedido crecer a mayores tasas de forma sostenida”.
A diferencia de Jorge Castañeda en su reciente publicación sobre México y los mexicanos, Elizondo no propone una intepretación culturalista, sino institucionalista. La cual resulta más adecuada para despejar prejuicios y comprender desarrollos o subdesarrollos. Por lo mismo, Elizondo no cree en las frases hecas sobre los mexicanos: “no tenemos remedio”.
“Mejorar, escribe Elizondo, no es un asunto de otros: es nuestro. Tiene que ver con nuestras decisiones y con las instituciones que construimos. Estamos como estamos por lo que hacemos, no por lo que somos”.
Es un lugar común culpar a los políticios ¿pero no es la sociedad la que explica a sus políticos. En ese sentido, Elizondo comienza su libro planteando claramente cómo se puede crecer y sobre todo, cómo podemos estar. Así, enumera una agenda factible en diez puntos y considera su inclusión de cara al 2012.
Sin mucha novedad, pero sí con un sentido de urgencia, las claves para el desarrollo están en la competencia, los derechos universales, la meritocracia, las reglas del juego y ¡un estado fuerte!
“Detrás del éxito chino o brasileño está una élite política y económica que cree que puede construir un mejor futuro y han logrado trasmitir ese espíritu a sectores amplios de la población. Rumbo a la sucesión del 2012 ¿habrá algún candidato que proyecte esa visión?
19 de agosto 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9011579