sábado, 18 de mayo de 2013

Hagamos una estatua a Javier Villarreal

Pocos hombres merecen una estatua, un homenaje en bronce para recordar sus grandes hazañas o aportes a la sociedad. Una avenida principal, un parque o una confluencia importante son los mejores lugares para honrar la memoria de los hombres notables. Hacer un busto como en la antigüedad, o una estatua de cuerpo completo son motivo para el reconocimiento público. Con el tiempo, esos monumentos destacan y se vuelven referencia para los ciudadanos.

En Coahuila tenemos hombres muy destacados, pero pocos como Javier Villarreal. Su carrera en el gobierno, y sobre todo, en la empresa es impresionante. Se trata de una de las trayectorias más sobresalientes de los últimos sexenios. En poco años logró lo que se propuso: riqueza, poder y harta fama pública. En el servicio público escaló hasta los puestos más importantes de Coahuila. Fue un gran secretario de finanzas. Un auténtico tesorero solitario. Su aporte más conocido es la coautoría de la gran deuda de Coahuila. Siempre como un gran operador financiero. Pero en sus ratos libres en el gobierno, también incursionó en la literatura. Creó peculiares periódicos oficiales, imitó grandes firmas y a consecuencia de sus manejos, se convirtió en uno de los cuatro hombres más poderosos del estado. Para administrar mejor el estado, dirigió el Servicio de Administración Tributaria estatal. A partir de ahí, su prestigio alcanzó la fama nacional. Recientemente el procurador del estado, Homero Ramos Gloria, explicó que la Procuraduría General de la República ya pasó el expediente de Villarreal a la Procuraduría de Coahuila: ¡nada más de 70 mil fojas! Son tantos los méritos del hombre, que hasta el procurador expresó: “no te puedes pensar cuánto espacio hay de fojas”.

Al terminar el gobierno de Moreira I, Villarreal dejó la función pública para dedicarse a lo que mejor sabe hacer: los negocios. En poco tiempo dio el salto de empresario local a empresario internacional con inversiones en México y Estados Unidos. Bienes raíces, centros comerciales, auto lavados y alguna gasolinera en Texas. Anda tan ocupado en sus empresas, que es casi imposible encontrarlo. Casi nadie puede dar con él. Prefiere la discreción y el anonimato, no gusta de reflectores, mucho menos de la prensa que atrae la fortuna. Nada de eso, él es un hombre libre. Para no dudar de su libertad, nuevamente tramitó un amparo. Funcionario público o empresario, Villarreal es uno de los hombres más notables de Coahuila entre los gobiernos de los hermanos Moreira. Y si no, ¿de que tamaño será su compromiso con ellos?

Para conocer su caso de éxito, la fracción panista del Senado asignó 50 mil dólares, a fin de conocer las actividades de Villarreal en Estados Unidos. Tal vez pronto podamos saber cómo le hizo este magnífico empresario. Es posible que hasta nos compartan un libro de su exitoso caso. Por lo pronto, hagamos una estatua a Villarreal, no dudemos en reconocerlo y promovamos a los hombres ejemplares. Posdata: ¿Cuánto más aportará el gobierno de Coahuila? ¿Dónde colocará los bronces?