viernes, 1 de noviembre de 2013

Tulitas of Torreón


¡Eureka! Nada más gratificante en un archivo o en una biblioteca, que encontrar un documento único, valioso para interpretar el pasado. Hay momentos felices en que encontramos cierto libro que andábamos buscando. Mejor todavía, un libro del cual ni siquiera sabíamos. Hace años, el lagunero Fernando Fabio Sánchez, hurgando en una biblioteca pública de Los Ángeles, California, encontró un viejo libro que se refería a su tierra, y que pronto cautivó su atención. Se trataba de la historia que narra Tulitas, la hija de Federico Wulff, durante los primeros años del Torreón donde se transformó vertiginosamente de rancho a ciudad. El libro Tulitas of Torreon. Reminiscences of Life in Mexico, fue publicado en 1969 por la Universidad de Texas en El Paso. Asombrado por la importancia del relato, Fabio Sánchez comenzó la traducción en 1998. Finalmente en el año 2000 salió una primera edición en español. Trece años después, una nueva edición vuelve a circular gracias a la promoción de Jaime Muñoz Vargas, que dirige la Dirección Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Torreón.

El relato de Tulitas nos habla de su propia historia familiar, pero al mismo tiempo, de los detalles y aspectos cotidianos que sucedían en Torreón durante los primeros años del siglo XX. El calor inmenso y la tierra que todo lo cubría. La gorditas, un paseo en bicicleta, el río Nazas, el ferrocarril, las presas que su papá construyó y hasta los duros momentos de la Revolución. Los Wulff dejaron huella en la historia de la ciudad. Federico con el primer trazo urbano en 1887, pero también con la construcción de la famosa Casa del Cerro, sin la cual Torreón es impensable. Por su parte, Tulitas al contar la historia a su hija Evelyn, dejó un relato que ahora también es nuestro. El libro ya es una lectura obligada para todo aquél que quiera conocer la historia de la ciudad. Comparto algunos relatos que encontrarán.

El río Nazas, hoy prácticamente apartado de las ciudades, ¿regresará en las próximas décadas? Como tantos laguneros, Tulitas lo vio así: “Torreón se ubica en el centro de La Laguna, una extensa y fértil región del desierto, donde alguna vez existió una laguna. Cuando vivíamos allá, algunos mayores todavía recordaban la existencia de la laguna, esto antes de que se secara y desapareciera. A lo largo del pueblo se encontraba el río Nazas, llamado el Nilo mexicano, el cual es escaso durante nueve meses del año y abundante los tres restantes”.

Sobre las casas de la época, algunas docenas sobreviven en Torreón, aunque cada vez más las destruyen. “Las casas eran de adobe, normalmente pintadas de colores apastelados. Tenían ventanas largas con barrotes y puertas altas y angostas. Los salones, tiendas y oficinas se encontraban mezclados con las casas. Hasta hace poco tiempo empezaron a tener zonas residenciales”.
La gordita nuestra de cada día. “Nos encantaban las tortillas, ya sea de maíz o harina, y las gorditas que son hechas de la misma masa”.

La plaza porfiriana, ahora llamada de armas, era el principal lugar para el coqueteo. “El único lugar verde en el pueblo era la plaza. Con el tiempo construyeron un estrado y una banda empezó a dar conciertos diariamente. En la plaza había dos caminos bien definidos: uno para las muchachas y el otro para los muchachos, con la diferencia de que ellos se movía en dirección opuesta. Caminábamos en grupos de tres o más. Podíamos vernos de frente por algunos segundos… hablábamos fugazmente”.

18 de agosto 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9189116