No, no, no, por favor no piense lector que esta columna se refiere a la elucubraciones del recién fallecido Don Pedro Ferriz Santa Cruz. Para nada. más bien trata de algo más terrenal y menos metafísico. Lo lamento, no hay Ovnis, ni extraterrestres. Eso sí, hay un mundo terrenal, a veces visible, pero siempre omnipresente. Observa, sigue nuestras pasos, sabe de nuestras actividades e incluso, conoce los mensajes que enviamos a través del correo electrónico o nuestros teléfonos celulares. Sí, está presente en todas partes aunque no lo veamos. Sabe lo que pasa y lo que no. Pero no se trata de una gigantesca conspiración, sino de la voluntad personal que tenemos cuando usamos Google, Hotmail, Facebook… nuestros teléfonos inteligentes, o humildes celulares.
Es la imaginación de Orwell hecha realidad. Ni siquiera en la guerra fría los gobiernos de las principales potencias tenían los alcances de ahora. El Internet y las telecomunicaciones permiten una red de vigilancia con los recursos de los propios ciudadanos. El escándalo abierto por ese paria norteamericano, Edward Snowden, sólo ratificó la existencia de una enorme red de espionaje por cortesía de Estados Unidos y otros gobiernos. Pero el espionaje no es una novedad, ni tampoco un invento de la modernidad a cargo de agentes estilo James Bond. Algoritmos, robots y un ejército de analistas monitorean a través de programas como Prism y Boundless Informant. Al estilo de Jason Bourne, pero sin Matt Damon y la espectacularidad de la ficción, la vigilancia de agencias gringas como la NSA es normal.
Raro sería que los Estados Unidos no espira a su vecino. ¡Y también al mundo entero! En México, lo hizo desde el siglo XIX con las intrigas de Poinsett como enviado especial. ¡Así nos fue! En el XX, hubo incluso un embajador, Henry Lane Wilson, que colaboró abiertamente en el derrocamiento del presidente Madero. Aquello terminó en tragedia. Hacia los años cincuenta de ese mismo siglo, la vigilancia se sofisticó y llevó a la nómina a varios presidentes mexicanos. No había necesidad de la fuerza. Todo era política y elegancia. Un encantador agente de la CIA, Winston Scott, tuvo como testigo de su boda, al presidente López Mateos. ¡Ni eso ocultaban!
Las nuevas revelaciones de que Estados Unidos espió a Enrique Peña Nieto durante la campaña a presidencia, son en realidad normales para la superpotencia. Tampoco dudemos del espionaje a Peña, ahora que es presidente. No obstante, ya ni por reflejo, la cancillería mexicana reclamó. Se tardo tanto en decir algo, que ni interés se vio entre límites de un gobierno y otro. En contraste, el gobierno de Brasil rápido reaccionó y lo hizo en tono fuerte. Ya en el enojo, esperan en vano una disculpa por escrito desde Washington.
El mundo que nos vigila no viene de afuera ni es extraterrestre. Está bien asentado gracias a ciertos gobiernos que quiere saber todo y pueden. Unos les llaman seguridad nacional, otros como Baltasar Gracián, “razón de establo”. Como sea, para fines prácticos espían, vigilan, intervienen, reprimen, aprehenden, eliminan a sus objetivos. Ni quien esté por encima. Ni quien pueda limitarlos, menos todavía la democracia.
6 de septiembre 2013
Milenio http://www.milenio.com/firmas/carlos_castanon_cuadros/mundo-vigila_18_148965110.html
6 de septiembre 2013
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