miércoles, 11 de junio de 2008

Ombligo de Torreón


Si somos justos y claros, lo primero que podemos pensar del centro de Torreón, es que se trata de un lugar sucio, descuidado y con banquetas precarias, por decir lo menos. Caminar por las principales avenidas como la Juárez y la Hidalgo, es lo más parecido a una jungla urbana. Los espacios peatonales están atestados de vendedores ambulantes, a quienes se les tiene que competir, a fuerza de monopolio, un pedazo de banqueta para transitar. Entre el último estreno de la cinematografía mundial y el puesto de elotes, el Centro es, a pesar de su imagen, la parte más simbólica de nuestra ciudad y por lo tanto, la principal carta de presentación ante los foráneos.

Pasadas administraciones propusieron cambios sin llegar muy lejos. Nuevamente, y ante la expectativa incrédula de muchos, el gobierno municipal, encabezado por el alcalde José Ángel Pérez, busca concretar el proyecto de remodelación del Centro Histórico. El proyecto, aún y cuando no se piensa con una visión integral, tiene la buena voluntad de que la ciudadanía desea un cambio. En este punto, creo que nadie en su sano juicio se opondría al mejoramiento de la imagen urbana, sin embargo, y esto lo saben los buenos políticos, no todo lo deseable es posible.

¿Hay solución a esto, o estamos perpetuamente condenados a padecer el Centro decadente?
Poco a poco el Centro comenzó a ser desplazado por nuevos “centros” y espacios que ofrecen a sus vez mejores servicios. Los nuevos espacios terminaron por sellar la decadencia. Galerías y Cuatro Caminos son los ejemplos más visibles, pero no los únicos. En el pasado, la gran concentración económica e incluso habitacional que se vivía en el Centro, preservaba el interés por un mejor aspecto.
Actualmente, no me sorprende en nada, que muchos jóvenes laguneros, no logran identificar algunos de nuestras mejores piezas arquitectónicas como el Hotel Salvador, el antiguo Banco de La Laguna, entre otros. En este sentido, una de las claves de la retorno al Centro está en las inversiones privadas y los incentivos institucionales que pueda ofrecer el gobierno.
Hoy por hoy, el retorno al centro de México, va acompañado de cuantiosas inversiones privadas que impulsan proyectos como el turismo y una zona habitacional media, media alta. Sin embargo, no hace falta compararse con Marcelo Ebrard, a pesar de que hace unas semanas nos volvió a dar una buena lección al lograr retirar a la plétora de vendedores ambulantes por Eje Central en la ciudad de México. El caso de Ricardo Rebollo en Gómez Palacio, más cercano a nuestra experiencia, puede se ilustrativo de una negociación exitosa con los ambulantes de la plaza Morelos.
Mientras tanto, el panorama se complica, cuando el PRI en Torreón, con su habitual oportunismo, se le ha abierto una puerta fabulosa para su causa electoral, al abanderar a los ambulantes (antes con los comerciantes de la Alianza y luego con las rutas de camiones), y acrecentar su diferencia estéril con el gobierno panista. Por una parte, tenemos al gobierno municipal con su lejana habilidad para avanzar en negociaciones. Por otra, un PRI empeñado en bloquear antes que apoyar, sin importarle si dicho proyecto beneficia a la ciudad en general y a la tan menesterosa imagen del Centro. Una vez más la política del desperdicio. Una vez más a la espera de un Centro digno. Por lo pronto, la administración vuelve a posicionar el tema, después de haber abandonado el proyecto en el 2007 durante el centenario. Ojalá se avance en lo posible, y por qué no, en lo deseable.
Players of life, junio 2008