Es lugar común escuchar la expresión “pueblo bicicletero”. Por lo general se utiliza en un tono despectivo para referirse a una población supuestamente atrasada o rudimentaria en sus medios de transporte. Sin embargo, para las ciudades más inteligentes, la bicicleta es un medio importante de transporte, tanto como lo es para las ciudades convencionales el automóvil.
En nuestro país tenemos algunas experiencias exitosas, aunque todavía lejanas de las prácticas europeas, canadienses o algunas norteamericanas. Desde una modesta escala, hay ciudades mexicanas que están avanzando o se ocupan de trabajar en el tema.
León, Culiacán, Querétaro, Morelia y hasta Oaxaca han habilitado ciclovías durante los fines de semana. Más cerca de La Laguna, Durango capital tiene integrada una ciclovía a un transitado bulevar.
En la (anti)ciudad de México, donde andar en bici parece una locura, cuentan ya con rutas establecidas para los ciclistas. El programa Ecobici, impulsado por el gobierno del Distrito Federal, acaba de cumplir un año. Actualmente han registrado 24 mil usuarios, lo que ha representado una utilidad del programa de alrededor de 5 millones de pesos. Pocos gobernantes en México como Marcelo Ebrard, pueden presumir haber gestionado un programa de movilidad amplio, democrático y sustentable.
Aun así, en la ciudad de México únicamente el 1 por ciento de las personas se transportan a pie o en bicicleta, mientras que en Berlín lo hace el 25 por ciento, en Londres 21 por ciento y en Nueva York el 14 por ciento. Sólo en Londres, durante el 2009 se invirtieron 111 millones de libras para el uso de la bicicleta. Enrique Peñalosa ha comentado que
una ciudad en donde tenemos que subir al coche para ir por leche y pan, es porque no funciona.
En Coahuila, la mayor inversión de sexenio moreirista se fue para los coches: puentes y carreteras. Ante el monopolio de los autos, habría que pensar en etiquetar un porcentaje de esas inversiones para el desarrollo de vías peatonales y cliclistas. Basta ver cómo después de las grandes obras viales, se deja de lado a los sujetos centrales de la ciudad: las personas.
Paulatinamente podría venir un cambio de paradigma en el modelo vial, y pienso que en algo contribuyen las campañas impulsadas por el alcalde saltillense, Jericó Abramo Masso. Allá han convertido en paseo ciclista el principal bulevar de Saltillo. Fue tanto el éxito del programa, que recientemente ese alcalde anunció la creación de tres ciclovías permanentes con una inversión de 8 millones de pesos. Para el caso se han planteado una meta ambiciosa: movilizar al 4 por ciento de la población en bicicleta. Actualmente han calculado que sólo uno por ciento se transporta en bicicleta a la escuela o sus trabajos.
Torreón, la otrora ciudad progresista, esa que tanto se presume en los libros de historia, se quedó atrás de ser un civilizado y ejemplar pueblo bicicletero.
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La opinión Milenio
20 de febrero 2011