jueves, 10 de febrero de 2011

¿Y después de las Alianzas?



Ayer fue Guerrero por una distancia de catorce puntos.  Ahora Baja California Sur por siete de diferencia. Las derrotas del PRI en esas gubernaturas no fueron por cerrados puntajes, sino por claros márgenes a favor del PRD y del PAN. Así, el comienzo del año no ha sido bueno para el presidente de facto, Humberto Moreira, quien rápido se aprestó a declarar por aquí y por allá, sobre las futuras victorias del PRI. ¿Son de facto también sus derrotas? Indiscutiblemente sí, por eso lo vemos ahora más discreto en sus palabras y menos de moda entre los medios nacionales. 
Esta historia todavía no se acaba. Faltan los procesos de Coahuila, Nayarit y Estado de México para el próximo 3 de julio. Y finalmente Michoacán celebrará elecciones el 13 de noviembre, donde el visible deterioro del perredismo, abre la puerta a la hermana del presidente, María Luisa Calderón.  


Si en el 2010, las Alianzas electorales fueron la sorpresa y el talón de Aquiles del PRI, (Oaxaca, Sinaloa y Puebla), el 2011 ha ratificado la competencia y sobre todo, la incertidumbre del posible ganador. Nada más vetusto y negativo para una democracia, donde un partido suele ganar todas las elecciones. Por lo pronto, hay competencia, eso ya le quedó claro al PRI, el cual no ha podido frenar la percepción de triunfo de las Alianzas, y por lo tanto, se dispersa el  supuesto pase automático a Los Pinos.   
 Pero independientemente de filas o fobias, queda la sensación de que la pluralidad partidista, ya arraigada en la democracia mexicana, no ha generado mejores gobiernos ni tampoco mejores condiciones para el desarrollo. En el primer caso, la gran deuda de la alternancia en el país es la ausencia de justicia y rendición de cuentas. No basta con enterarnos de los atracos y abusos de un ex gobernador, si al final se va tranquilo e impune. En el segundo punto, el “nuevo” federalismo ha proporcionado recursos millonarios a los estados, y sin embargo, el uso del dinero público se parece más a un barril sin fondo, que a una autopista para el desarrollo.


Por eso, más allá de que si gana el PRI o si ganan las Alianzas, queda la duda de hacia dónde vamos y si lo que estamos construyendo como sociedad a través de la política y los partidos nos conduce a mejorar el país. La ruta actual parece estar alimentado lo que Gabriel Zaid llamó el 
progreso improductivo.


En este sentido, las recientes e inusuales declaraciones del actual gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, vienen a corroborar la tendencia política detrás de los procesos electorales.    A pregunta expresa sobre los principios que guían a los partidos, contestó que son como S.A. de C. V., “sus accionistas se unen para lucrar o para obtener utilidades. ¿Cuál es la utilidad?, pues el reparto del botín”. 
Lo relevante de sus impolíticas declaraciones es que no provienen de un hombre común y corriente, sino de uno de los pocos privilegiados de la elite política, que con un mea culpa no duda responder: “Es lo que hemos hecho: engañar a la gente permanentemente, utilizar el discurso de los pobres, utilizar el discurso de los que no tienen para hacer negocios pingües. Ésa es la realidad". ¿Será también la realidad rumbo al 2012?
La Opinión Milenio
Columna: Cosa Pública
http://impreso.milenio.com/node/8909024 
9 de febrero, 2011
Twitter/uncuadros