Recién me entero que el programa Ecobici, un alternativa de transporte en el DF, ha tenido tanto éxito que los usuarios han saturado el servicio. En una megaciudad como México, se logró integrar lo que parecía imposible. Hoy los beneficios son palpables.
Desde hace años que disfruto del ciclismo, primero como vago por la ciudad, luego incursionando en serranías, parajes desérticos y por supuesto, en la generosa cuenca del Nazas. Ahora mis paseos no son tan frecuentes, tanto como todos los días durante varias horas. Pero al menos una o dos veces a la semana hago un recorrido interejidal. Unos quince o veinte kilómetros me salvan de la atadura al ordenador. Para el caso, nada como salir en bicicleta.
Así, durante los dos primeros meses del año, combiné con singular alegría mi traslado al trabajo en bicicleta. En esa feliz circunstancia consulté los archivos que luego dieron lugar a un nuevo ensayo sobre la colonia china de Torreón.
El músico David Byrne escribió en sus Diarios de bicicleta: “No uso la bici en todas partes y todo lugar porque sea algo ecológico o que valga la pena. La uso más que nada por la sensación de libertad y regocijo que me da".
En las últimas semanas en nuestra ciudad, avanza la obra de la cliclovía sobre el bulevar Constitución. Como en todo, no han faltado las críticas ramplonas que refieren peyorativamente la palabra “pueblo”. Pero nada más provinciano que admirar en otras ciudades, lo que desaprobamos en la nuestra.
La ciclovía es un pequeño avance, pero no por pequeño menor. Sobre todo por el modelo de ciudad imperante, es decir, una ciudad inequitativa que reclama un primer lugar para los automovilistas en detrimento de peatones y ciclistas. Por lo mismo, al enojo de los conuctores por la apertura del Paseo Colón, está una reconquista dominical del espacio público. Antes que los autos, las personas.
La movilidad en Torreón está marcada por una visión dominante: la visión de automovilista. Es hora de abrir las decisiones a otros actores: que hablen los cientos de miles de peatones, que hablen los miles de ciclistas. Por eso, desde el buró de un Consejo de Vialidad se puede proponer placas para las biciletas.
Sin duda, la obra de la ciclovía abre nuestro estrecho concepto de movilidad. No hay que escatimar entonces, el mérito del Ayuntamiento por romper con la chata visión urbana, la gris inercia de la ciudad.
Por lo pronto, ¡a seguir en bicicleta!
17 de junio 2011