Fuente: El País |
No se trata de una película hollywoodense con intrigas, traiciones y asesinatos. Los personajes: un poderoso magnate, la directora de un influyente medio de comunicación e importantes políticos involucrados en tremendo escándalo. Por si fuera poco, ya apareció muerto, el periodista que denunció las escuchas ilegales hace dos años. Ahora la sospecha asecha a los involucrados.
En el fondo, el escándalo de las escuchas, hasta ahora impune en el Reino Unido, reavivan la importancia de la ética en los medios de comunicación y la (auto)regulación. ¿Hasta qué punto llegar para conseguir una nota? ¿Es válido recurrir a la ilegalidad para denunciar la ilegalidad? ¿De qué manera respetar la vida privada en un asunto público? ¿Se vale todo con tal de mantener los niveles de popularidad más altos?
El escándalo de las escuchas ha revelado una madeja de corrupción, influencias y ausencia de límites para conseguir la mayor venta entre los medios. Lo importante es el fin, no el medio como se consigue la información.
De esa manera, las empresas mediáticas de Rupert Murdoch no sólo consintieron, sino alentaron el espionaje, incluso, en contubernio con las autoridades gubernamentales. Desde esa lógica, sostener el “éxito” no tiene precio. El tabloide News of the World promovió las escuchas a artistas, miembros de la familia real y ciudadanos que sufrieron desgracias. ¡La primicia por encima de cualquier costo! De alguna manera las consecuencias ya empezaron. El periódico de escándalos cerró, el influyente magnate fue al banquillo y hasta el primer ministro, David Cameron, se tambalea. Hacía tiempo que las autoridades estaban enteradas de las escuchas, pero no hicieron nada. Hoy, el primer y segundo hombre al mando de la Scotland Yard, tuvieron que renunciar a sus cargos. Esto apenas empieza.
Hay ciertas semejanzas con nuestro país por el poder de los medios, sobre todo, con la insana concentración que tienen Televisa y TV Azteca. Entre los ingleses ha resurgido el debate por el dominio del imperio mediático de Murdoch. Su dominio es tal que importantes políticos le tienen miedo. En realidad hay similitud con México. Un gobierno rebasado por el poder fáctico de los medios, y si no, el conflicto televisoras-Telmex, exhibió el temor de la Secretaría de Comunicaciones y de la Cofetel a intervenir en el problema.
Como los ingleses, nuestros políticos también temen al duopolio, máxime cuando está en juego la presidencia. La diferencia, está en las instituciones. Es posible que hasta el primer ministro caiga y el imperio de Murdoch al fin se tope con límites. En nuestro país, la justicia bien la puede procurar la pantalla. ¿Habrá quién le entre? De los mentados presidenciables sencillamente no veo a ninguno.
De toda esta crisis política, el gran Timothy Garton Ash considera que “cuando regrese en otoño a Reino Unido, volveré a un país un poco más libre”.
22 de julio 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8996217