Tomo aquí el título de un divertido libro de Guillermo Fadanelli. Pero el tema no es la literatura, sino el problema del tráfico de armas. Sin duda es positiva la notica para restringir la venta de armas en Estados Unidos. Pero, ¿esta medida va a resolver el problema del tráfico a México? No lo creo. Aun así, el acuerdo del gobierno estadounidense podría dar pie a una serie de controles más amplios y efectivos.
Comprar un arma en Estados Unidos es tan fácil como ir al supermercado, incluso, en algunos supermercados es posible abastecerse de pistolas, rifles y balas, como se hace de leche, pan y huevos.
Comprar un arma en Estados Unidos es tan fácil como ir al supermercado, incluso, en algunos supermercados es posible abastecerse de pistolas, rifles y balas, como se hace de leche, pan y huevos.
Tiendas de deportes y comercios especializados en armas, ofrecen a sus dispuestos clientes, escuadras, rifles, escopetas, fusiles de asalto, barret, ametralladores y cuanto artefactos, algunos de uso militar, se puedas comprar. Bastan unos quinientos dólares para salir con un R15.
Desde esa libertad, con ese mercado y sobre todo, bajo una enmienda constitucional del siglo XVIII, los norteamericanos no suelen tener muchas restricciones para la venta, distribución, uso y abuso de las armas de fuego.
En distintos momentos de la historia bilateral entre Estados Unidos y México, la venta de armas ha sido un negocio redituable, además de mortal. En 1914, cuando se libraron las más violentas batallas de la revolución en México, fue crucial para el éxito de la División del Norte al mando de Pancho Villa, el fin del embargo en la venta de armas que decidió el presidente Woodrow Wilson. El resto de la historia ya la conocemos: una matazón demencial.
En pleno siglo XXI el gobierno norteamericano acordó algunas restricciones a las armerías de los estados fronterizos. Es difícil suponer que el acuerdo en sí frenará el tráfico de armas hacia México.
Está claro que los mercados no reconocen fronteras, sino ofertas y demandas. Sin embargo, podríamos estar en el principio de una política más amplia para controlar el indiscriminado comercio de armas.
El fracaso mortal de “Rápido y furioso”, el asesinato de un agente norteamericano en México con un arma comprada en EU, son algunos episodios recientes que obligan a tomar medidas. Es un asunto espinoso para los norteamericanos, es un asunto urgente para los mexicanos.
Las restricciones aprobadas no van a terminar con el tráfico, ni tampoco con la violencia en nuestro país. En cambio sí suponen una revisión hacia mayores controles, a pesar de la oposición del poderoso lobby de las armas.
Al final, sólo estamos ante un eslabón de la compleja cadena, violencia-mercados de la droga y tráfico de armas.
13 de julio 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8991260