Todos los caminos llevan al agua. Así es en nuestra región, donde el agua es el principal recurso que nos dio identidad. La historia es larga, tanto, como el origen colonial de nuestro nombre: La Laguna. Sin embargo, a pesar de la centralidad del agua en nuestra historia, en nuestro presente cotidiano, queda claro que los laguneros todavía no estamos de acuerdo en lo esencial. Ni la cuenca, ni el acuífero se guían por las fronteras artificiales que hacemos entre Durango y Coahuila.
Al final, la naturaleza está por encima de la política, aunque desde la política se empeñe en hacer como si la naturaleza fuera una y otra para los municipios de la región. La mejor prueba de esta nociva distinción es la visión que los gobiernos de un lado y otro del Nazas tienen sobre las políticas del agua. En vez de conjuntar esfuerzos, los dispersan. El punto viene al caso porque el gobernador de Durango, Jorge Herrera, ya inició el programa de instalación de filtros domiciliarios para remover el arsénico en Gómez Palacio y otros municipios del estado. Pero la contradicción no puede ser mayor: mientras en Coahuila el gobierno estatal impulsa la instalación de filtros directamente en los pozos, en Durango apuestan por la instalación de filtros intradomiciliarios.
Los costos y las diferencias operativas son notables. Más grave aún es la ausencia de una política común en torno al agua. Ahora sí que ni siquiera con el Consejo de la zona metropolitana, se logra compartir la principal política. A veces, en esto del gobierno parece que la lógica es promover la mayor ineficiencia al mayor costo. Al final del día, quien paga el costo económico y social es el ciudadano. Por eso no importó para el gobierno de Durango que el IMTA recomendó el uso de filtros en las casas en poblaciones pequeñas, tan pequeñas como aquellas con centenas de habitantes. No más. Ya se imagina lector el problema operativo, y sobre todo los costos que será atender miles y miles de tomas. Por cierto, la licitación la ganó The Water Initiative of Mexico que “compitió” sola. ¿A quién le conviene el fracaso? ¿Por qué el dictamen técnico no prevalece en la decisión política?
Bajo criterios técnicos la decisión de Durango no apunta al mejor rumbo. Más bien indica la crónica de un fracaso anunciado. Entonces sí, cuando al paso del tiempo el manejo sea inoperante, la solución mayor será pagar una costosísima planta potabilizadora de agua en la presa. Por más que trato de entender no encuentro otra razón detrás de la política duranguense que apostar al fracaso para hacer un mayor negocio. Y nuevamente quienes pierden y pagan son los ciudadanos.
Quizá el asunto no sea muy popular en la opinión pública, pero es desalentador que tras el avance de la zona metropolitana y la elaboración del plan rector, el principal tema que alerta a los distintos sectores laguneros siga caminos distintos para un estado y otro. Contra la política de unos cuantos, no hay criterio ni análisis técnico que valga.
30 de abril 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9138150