domingo, 15 de mayo de 2011

Memorial para la comunidad china


Para Manuel Lee Soriano

Hoy se cumplen 100 años de aquel infame episodio en la historia de Torreón. Me refiero a la masacre de los chinos en la ciudad después de la toma maderista el 15 de mayo de 1911. Paradójicamente la primera toma de Torreón se hizo sin gran oposición y violencia, ya que el ejército había abandonado la plaza. El desastre vino después, cuando las huestes revolucionarias fuera de control comenzaron el saqueo de los comercios y el ataque indiscriminado contra los chinos. Tiene razón el cronista Sergio A. Corona Páez al decir que fue un acto genocida de aquellos revolucionarios y aquella muchedumbre pobre de la ciudad, que al paso se sumó al saqueo y la sevicia.

Los chinos fueron una comunidad pacífica, laboriosa y próspera. Vivían entre nuestros bisabuelos, echaron raíces aquí y formaron parte de la ciudad. ¿Por qué entonces la saña? Desde mediados del siglo XIX se alentó el racismo y una larga campaña xenofóbica que lo mismo se manifestó en Estados Unidos y México. El prejuicio racial, el nacionalismo ramplón, alcanzó su peor expresión en nuestra ciudad en 1911. 303 chinos fueron asesinados brutalmente y enterrados en fosas a un lado del panteón. Otra más en la cercanía del hospital civil.

Ayer, mientras hablábamos del tema Marcela Moreno, Walter Juárez, Sergio A. Corona Páez y Sergio Lee en el programa Cambios, un televidente se comunicó para decir que abordáramos otras cosas, no temas tristes. Cierto, hay tristeza en el terrible episodio, pero el memorial de la colonia china no es un hecho anecdótico o morboso que sucedió hace un siglo en nuestra ciudad. Es ante todo la alerta del pasado a nuestra sociedad en el presente.

En Los abusos de la memoria, Tzvetan Todorov advirtió que tenemos que conservar viva la memoria del pasado: no para pedir una reparación por el daño sufrido sino para estar alertas ante situaciones nuevas y sin embargo análogas. El racismo, la xenofobia, la exclusión siguen presentes bajo otras circunstancias, contra otras minorías. ¿Acaso la vejaciones contra los centroamericanos que van de paso por el país rumbo a Estados Unidos no son una versión posmoderna de aquellos acontecimientos?  

La historia no sólo reivindica en la memoria la dignidad humana de aquellos 303 chinos desaparecidos, sino no advierte de nuevos riesgos en el presente.

Hace algunas semanas, cuando se realizó una marcha silenciosa en nuestra ciudad para protestar por la violencia, hubo un acto de profundo simbolismo: se leyó el nombre de personas desaparecidas en el estado

La barbarie de hoy no es menor que barbarie del pasado

¿Será que en los próximos años también tendremos que hacer un memorial para nuestra barbarie del presente?

Otras sociedades lo saben mejor que nosotros. En las ruinas del World Trade Center se levantó el memorial del 9-11. Lejos de sustituir la insoportable verdad por una mentira tranquilizadora, o peor aún, por una omisión conveniente, actualmente hay un grupo de laguneros que trabaja por restablecer la memoria de aquello que no podemos ni debemos olvidar. Nuestro duro presente lo exige. 

15 de mayo de 1911