Era 2005, se realizaba una competida campaña presidencial entre el PAN y el PRD, y el PRI visiblemente atrás. Elba Esther Gordillo, la otrora compañera de fórmula de Roberto Madrazo, estaban al frente de la secretaría general del PRI. En realidad Madrazo preparaba su candidatura presidencial y posteriormente se dio un abrupto rompimiento con Gordillo. La lucha interna fue encarnizada a tal grado de que Gordillo fue expulsada del PRI. En el camino “la maestra” preparó una campaña en contra de su antiguo compañero de partido. La exitosa frase de su campaña contra Madrazo decía: “¿Tú le crees a Roberto Madrazo? Yo tampoco”.
Así, maestros del SNTE al mando de la sempiterna líder sindical se encargaron de operar la campaña y de paso, arruinar el curso de su candidatura. Madrazo pasó a segundo o tercer plano y Gordillo sigue tan vigente como en los últimos lustros. Por eso, el relanzamiento de Gordillo en la antesala de la elecciones presidenciales de 2012, la vuelve a colocar como un factor clave para los comicios. En aquella cerrada elección de 2005 inclinó la balanza a favor del PAN y Calderón. Ahora los vientos la acercan al PRI y claramente evidencia una ruptura con su aliado en los Pinos, de ahí que “la maestra” reconozca las diferencias y de paso acusa al gobierno de Calderón de pretender “fracturar a organizaciones sindicales”.
¿Podría ser que el presidente al final de su sexenio dé un golpe de timón al SNTE como lo hizo con el SME? A Gordillo esto no parece preocuparle, porque como recientemente declaró: “¡Con Elba o sin Elba no hay quien pare a esta organización!”. Y tiene razón, el gobierno podrá quitar a la líder, pero no a la estructura.
Por lo pronto “la maestra” se sabe más cierta que los presidentes. Ellos se van, ella permanece. Ellos dejan de ser poderosos, ella sigue influyendo. Por eso desde hace meses trata de limpiar su imagen y hace campaña en televisión; en un periódico escribe una columna donde “promueve” la mejora educativa; recomienda a los padres leer con sus hijos; y ahora nos habla convencida de una profunda reforma al sistema educativo.
Como en aquella campaña podríamos decir ahora: “¿Tú le crees a Elba Esther? Yo tampoco”. No hay nada en el desempeño de la educación y el SNTE que nos indique de un cambio serio y constante. Pero el problema no es tanto el dinero, sino la calidad y la eficiencia. Comparativamente nuestro país invierte tanto o más como aquellos países donde la educación tiene el mejor desarrollo. Ni la evaluación, ni el mérito académico permean en el sistema de educación pública. Por el contrario, una parte del sindicato se resiste a los cambios y a la evaluación, una minoría está comprometida con su vocación y otra más controla el poder político del gremio. En estas condiciones, para no hablar de corrupción, resulta difícil, si no imposible creer en la reforma de Gordillo. Vuelvo a insistir: ¿Tú le crees a Elba Esther? Yo tampoco.
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