Nada más cotidiano a los mexicanos que un pequeño, casi diario acto de corrupción.
Que tanto es tantito se dirá. Al final Transparencia Mexicana (TM) ha documentado sólidamente las prácticas de los mexicanos y nuestra relación con el gobierno. Para medir la corrupción en esa relación, TM ha preguntando en los últimos diez años a muchos mexicanos si ha cometido o ha estado envuelto en un acto de corrupción.
De manera concreta el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (2010) registra la corrupción en los servicios públicos ofrecidos por los tres niveles de gobierno y por empresas particulares. Con frecuencia se culpa al gobierno de muchas cosas, incluyendo corrupción e inseguridad, pero si somos honestos en el análisis, veremos que el tema de la corrupción no sólo es del gobierno, sino de los ciudadanos que en él se reflejan.
¿Cuántas veces se cae en la tentación de la mordida al agente de tránsito con el fin de evitar el tiempo y el esfuerzo de ir a pagar la multa? Al menos 68 por cada 100 mexicanos considera más útil el pequeño acto de corrupción ante el oficial que ir a pagar la multa. Curiosamente y les recomiendo que lo hagan, la multa puede salir mucho más barata que la mordida.
59 mexicanos de cada 100 prefiere sobornar al policía a fin de evitar que se lleven su auto al corralón o sacarlo de ahí. 28 mexicanos en la misma escala se ven envueltos en corrupción a fin de pasar sus pertenencias por una garita o una frontera. Y aunque parezca increíble, todavía hay un minoría (9.8 ciudadanos) que recurre a estas prácticas para facilitar la apertura de un negocio. Prácticamente 23 de cada 100 mexicanos que trabaja en la calle, es susceptible a la corrupción con tal de seguir trabajando en la vía pública.
Pero de pequeñas cosas se conforma la vida. Por eso en su conjunto, TM ha estimado que los mexicanos destinamos en promedio 165 pesos para “librarla”. Esa cifra representó un “impuesto” de 32 mil millones de pesos anuales para 2010, es decir, tanto como el presupuesto anual de una entidad federativa como Coahuila.
Por supuesto que la inseguridad nos indigna, pero en el fondo hay en la vida diaria de los mexicanos “pequeñas” contribuciones a la misma. Son dos caras de una misma moneda: hay corrupción en el gobierno, porque también hay en los ciudadanos. ¿Nos sorprende?
13 de mayo 2011 Milenio